Andrés Ciro Martínez coronó la noche del jueves junto a su habitual grupo Los Persas su segundo show de la semana en el Teatro Ópera, atravesado por una intimidad poco habitual para el frontman domador de estadios que repasó clásicos de Los Piojos, estrenó parte del set acústico de su último disco y se brindó a un formato sin precedentes, con el carisma y la teatralidad de siempre.
Con entradas agotadas y un aforo limitado por las medidas sanitarias, Ciro hizo todo lo que estuvo a su alcance para acortar las distancias con el público que vibró desde el primer minuto con los acordes de «Arco» mientras un fuego furioso le aportaba una deliberada rabia desde la pantalla gigante del escenario.
Luego de las celebradas «Barón Rojo», «Civilización» y «Vas a Bailar», llegó el momento de la primera sorpresa de la noche con Micky Rodríguez, su ex compañero en Los Piojos, que arribó al escenario desde una de las butacas de las primeras filas para interpretar el bajo de «Media Caña».
El momento funky de «Juira!», acompañado por imágenes del video que grabó junto a la actriz Griselda Siciliani y una alusión al «Rap de las Hormigas» de Charly García le puso ritmo y agite desde las butacas a un público que terminó de caer rendido a sus pies ante el «qué placer verte otra vez» de «Antes y Después», la canción con la que Ciro inauguraba su historia con Los Persas en 2010.
Mientras se amoldaba el escenario para recibir el set acústico de las versiones de «Guerras», el cantante confirmaba desde arriba la inminente salida de la segunda parte registrada junto a la Filarmónica de Mendoza y se hacía eco de las imágenes que proyectaba la pantalla, con el recuerdo de sus primeras presentaciones del año pasado ante miles de personas y su posterior adaptación al formato del streaming que impuso la Covid-19.
El exlíder de Los Piojos hizo de las suyas durante dos horas con un repertorio con el que conquistó aplausos y también risas ante sus monólogos cargados de ironía y afilado sentido del humor; con anécdotas risueñas sobre Paul McCartney hasta el reporte, minuto a minuto, de los goles de la Selección de Lionel Messi que disputaba su partido contra Venezuela, para acabar de romper el hielo y dejar definitivamente atrás el sabor amargo del último tiempo en pandemia.
Más de una vez abandonó su lugar en el escenario para entregarse al contacto cercano con la audiencia y recorrer los pasillos del Ópera para cantarle bien de cerca al público y chocar puños con ellos, pero su intervención más celebrada fue cuando irrumpió dando vueltas en su bicicleta Bianchi modelo 1948, una reliquia que atesora desde la infancia, la misma que aparece en el video de «Babilonia» de 1994.
En la piel de un viajero en el tiempo y vestido de un elegante frac, Ciro presentó las versiones de «Guerras», la primera entrega de una trilogía que tendrá este año un segundo episodio junto a la Filarmónica de Mendoza, para seguir celebrando sus treinta años en la música y aportarle una nueva dimensión a su seguidilla de fechas agotadas en el Ópera que inauguró desde el fin de semana pasado y que continuarán la próxima semana.
En un descanso, aprovechó para cederle el espacio a su hija Manuela Martínez, quien cantó dos canciones de su autoría («Fuimos» y «Secretos») de su flamante disco «Diecinueve» y ponerle el broche final a una última serie de temas que arrancó con «Luz de Marfil», «Genius», «Me Gusta» y que continuó con el cover ricotero «Me Matan Limón» y el rocanrolero «Noche de Hoy».
Por último, volvió a repetir el paseo por la sala, esta vez por el sector de las entradas más populares, para cantar el hit «El Farolito» que lo combinó con estrofas prestadas de «La Rubia Tarada» de Sumo y «Moscato, Pizza y Fainá» de Memphis La Blusera, para luego cerrar desde el escenario la noche dando pasos de swing y abrazado a dos mujeres del público antes de los acordes finales de «Astros» y de su clásica versión en armónica del Himno Nacional Argentino. (Telam)