Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
“Mi nombre es Sam” es una adecuada herramienta para propiciar un debate sobre Capacidades Diferentes con el fondo de una musicalización a puro Beatles
Aunque para el no advertido podría parecer que no es una temática demasiado difundida en la historia del cine, sin embargo la cuestión de las capacidades intelectuales especiales viene siendo abordada desde hace décadas, con resultado y éxito diversos, pero siempre presente.
El cine, un género artístico que concentra ciertos requisitos a la hora de elaborar un producto final terminado, como lo son las películas, es un objeto cultural que, a la par de posibilitar un entretenimiento, proporciona información y elementos que apuntan a propiciar numerosas lecturas. Muchas de ellas se vinculan con ambientes específicos, y con otros objetos culturales que colaboran con la idea de configurar un texto que aborde ciertos tópicos, como el ya adelantado.
Será en ese relacionarse con otras disciplinas que la música adquirirá (siempre lo hace) una importancia fundamental. En el caso de este artículo, y un par más que vendrán, conformando una trilogía, la emblemática figura de John Lennon emergerá clara toda vez que será el fondo que dará referencia a cada núcleo argumental de las sucesivas realizaciones cinematográficas que estaremos evocando y analizando en esta Columna. No es menor el dato de que su obra sigue iluminando el campo del pensamiento, de que seguimos transitando una temporada en la que el exBeatle tendría 80 años y harían cuatro décadas desde su asesinato, y que acaba de cumplirse medio siglo desde que editara su exitoso y siempre recordado disco “Imagine”.
El autor de esta nota, en su momento como catedrático de Formación Ética en una carrera docente enfocada en las Discapacidades Intelectuales, desarrolló su asignatura con la modalidad didáctica de Seminario, organizando un ciclo de cine que recorrió algunas de las principales producciones fílmicas. Se destacaban “El milagro de Anna Sullivan” (1962, con Anne Bancroft reconocida por su rol con el Oscar), “Charly” (1968, con Cliff Robertson, también premiado por su papel por la Academia), la multinominada francesa “El octavo día” (1996), “Nell” (2003, con la laureada Jodie Foster), la cinta noruega “Elling”(2004), la taquillera española “Yo, también” (2010), “Temple Grandin” (2011, con la talentosa Claire Danes), y la argentina “Anita” (2009, con la experimentada actriz Norma Aleandro). Un listado que conviene tener a mano.
Hoy haremos foco en “Mi nombre es Sam” (“I am Sam”, 2001), que tuvo en sus estelares a Sean Penn, Michelle Pfeiffer y Dakota Fanning, encabezando un elenco admirable. Este título, que por entonces dividió a la crítica entre admiradores y detractores, ofreció numerosos elementos para su análisis. Entre ellos se destacaban el abordaje de las diferencias y la discriminación, y del amor como máximo recurso para la superación de las mismas.
La trama puede resultar lineal y previsible, con varios clisés. No obstante, va más allá. Se trata de Sam Dawson (un siempre convincente Sean Penn, nominado al Oscar por este trabajo), quien tiene la madurez intelectual de un niño de 7 años. Está empleado en una típica cafetería estadounidense. Y tiene una característica que se destaca: es fanático de The Beatles. Pero el acento dramático de la historia es que Sam es padre de Lucy, una simpática y brillante nena (una deslumbrante Dakota Fanning, haciéndose famosa), abandonada al nacer por su madre, a quien el papá va criando como puede con sus limitaciones, recibiendo toda la ayuda de un entrañable grupete de amigos. Al momento de su cumple de siete la niña hace más que evidente estar superándolo cognitivamente a su progenitor, y ello despertará todas las alarmas, provocando que entre en escena una trabajadora social que intentará sacarle la hija con fines a darla en adopción, con la justificación de que el Estado evalúa a Sam no apto para seguir criando y educar a su pequeña hija. La reacción del protagonista será presentar pelea en el campo de lo legal, apelando a Rita Harrison, una exitosa abogada (magnífica Michelle Pfeiffer), para que lo represente. La profesional dará un vuelco en la distancia emocional que habitualmente establece con sus clientes al entender que, en ocasiones, todo lo que se necesita es amor.
En el medio del proceso, Lucy quedará temporalmente en custodia de unos padres adoptivos, mientras que aparecerá Randy (Laura Dern), su madre biológica buscando captar la atención de la hija que en su momento abandonara. El final es lacrimógeno, y aunque ya pasaron un par de décadas desde su estreno, quizás no sea la mejor idea spoilear a posibles espectadores del filme. De todos modos, aclaremos que la línea conceptual del guión apunta a que todos empaticemos con el padre y esperemos que sea quien se quede con la custodia definitiva de su hija, convencidos de que sería la mejor opción, sin evaluar adecuadamente si está, de modo indiscutible y categórico, en condiciones de hacerse responsable de la misma.
“Mi nombre es Sam” tiene como atractivos principales las notables actuaciones de sus protagonistas, la valentía de abordar un tema como las discapacidades, que a algunos todavía incomprensiblemente les resulta incómodo, y el plus de una musicalización que siempre será incomparable, como lo es parte del catálogo de The Beatles, que por razones presupuestarias no pudo incluir las versiones originales, pero que fueron reemplazadas por bellas interpretaciones. Todo, para hacer una película que no pasa desapercibida, que tal vez tuvo una media hora de más, y que siempre será mencionada cada vez que se busque una que sirva como disparador serio y respetuoso cuando se quiera tratar el tema, sea de un modo académico, abriendo un debate, o en un diálogo coloquial. Porque, además, y que quede dicho, “Mi nombre es Sam” es verla y que aún veinte años después te resulte inolvidable.
Es llamativo el buen aprovechamiento para llevar adelante el relato de la historia del soundtrack a puro The Beatles, con “Two of Us”, “Blackbird”, “Across the Universe”, “I´m Looking Through You”, “Golden Slumbers”, “Lucy in the Sky with Diamonds”, “We Can Work It Out”, “Heres Comes the Sun” y “If I Needed Someone”. Algunos títulos se explican solos a la hora del por qué para ser incluidos. Y, si sabemos escuchar, son la esencia de la tolerancia a la diversidad, y la muestra de una filosofía de la integración. Si hay voluntad de hacerlo, “podemos solucionarlo”.
FICHA TÉCNICA
“Mi nombre es Sam” (EE. UU., 2001)
Escrita y dirigida por Jessie Nelson
Con Sean Penn, Michelle Pfeiffer y Dakota Fanning
Género: drama – Duración: 132´ – Calificación: buena