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Rock, Cumbia y Cuarteto

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Por Ernesto Edwards / Filósofo y periodista @FILOROCKER

Está probado que el rock argentino es propenso a versionar y a fusionar. Lo hace con el tango y el folklore. También con la cumbia y el cuarteto

El cuarteto es un género musical que trascendió las fronteras de su Córdoba natal, la capital de la provincia mediterránea que propició que en el resto del país se llegara a identificar a un público mayoritario que, por un tiempo y de la mano primero de Carlos La Mona Giménez y luego del Potro Rodrigo llegó a no distinguir entre sectores sociales ni niveles culturales, porque la cultura popular termina por derribar barreras. Ese ritmo originado hace casi un siglo como música de síntesis entre la tarantela italiana y el pasodoble español, con temas sin letras, y cuatro músicos llevando adelante un ritmo simple que intentaba, fundamentalmente, a partir del piano, contrabajo, acordeón y violín, creado para hacer pasar un momento de alegría, entre tantas penas. Pero, digamos todo, en sus inicios se lo vinculaba con los sectores socioeconómicos más marginales. Pasaría un buen tiempo antes de ser aceptado en otros círculos. 

Y si bien fue La Mona quien lo difundió a nivel provincial, sería Rodrigo Bueno quien lo haría popular aún en los reductos más exclusivos del Buenos Aires porteño. Baste con recordar, también, cómo acostumbraba a reversionar sus propios éxitos en clave rockera, como lo hizo con “Lo mejor del amor” en su disco “Unplugged”, identificándose con la rebeldía y transgresión del género. También no era menor que a los fines de su vínculo con el rock, que entre los íconos que citaba a menudo en sus canciones, el lugar de preferencia lo ocupaba Charly García. Esta relación también está abonada por la similitud rítmica con el rock y el ska, desde Tru-la-láLos Caligaris y Chébere, entre otras bandas de cuarteto.  

“Soy cordobés”, una de las canciones que hizo aún más popular al cuartetero Rodrigo, era descriptiva de la historia del Cuarteto: “Oigan señores, yo les quiero así contar con muchísima emoción dónde nació mi canto. Chispa, tonada, piano, bajo y acordeón. Así tocaba Leonor, ritmo de cuartetazo. El Pibe Berna, Carlos Pueblo Rolán y el Cuarteto de Oro. Le dieron música, alegría a mi ciudad. Soy de la Universidad, de la alegría y el canto. Le dieron música, alegría a mi ciudad. Córdoba, ¡te quiero tanto!” 

La cumbia, en Argentina, tiene un origen diferente, que se remonta a la zona caribeña de Colombia y a la Panamá de ascendencia africana que luego se mezclaría con amerindios y europeos. En su viaje hacia nuestro país, la adaptación que sufriría incluiría también la influencia de las versiones peruana y mejicana. Desde la década del 50 en adelante, junto al cuarteto, conformarían lo que hoy conocemos como “movida tropical”, con espacio, discografía y programas propios. Procedente de los tiempos fundacionales de Los Wawancó, el devenir temporal encumbró como figuras a Antonio Ríos, Alcides, Ricky Maravilla, Gilda y Gladys, entre varios más. Será con el comienzo de este siglo que se conocerá la “cumbia villera”, de la mano de la grave crisis que atravesaba el país, y con letras que exhibían una pobreza estilística y conceptual, en clave de código tumbero, y con menciones y apelaciones reiteradas a la droga, el delito, la violencia policial y la corrupción, que las haría características. En este recorrido no debe dejar de mencionarse la variante de “Cumbia Santafesina”, con un exponente ya legendario como Los Palmeras y un hit monumental como “El Bombón Asesino”. Tampoco faltará un subgénero más comercial y rioplatense, con los Agapornis (que versionan horriblemente el rock) y Los Totora como principales exponentes.

Hagamos ahora un breve recorrido con lo más sobresaliente de los últimos tiempos, entre rockers versionando cumbia y cuarteto, y cuarteteros cantando rock. “¿Quién se ha tomado todo el vino?” es un caso bastante particular, ya que originariamente compuesta en 1980 como un rock con notas de blues por el dúo Cueto – Altamirano, años después fue adaptada por La Mona Jiménez como un cuarteto que le daría reconocimiento masivo, además de cierta tensión con los autores a la hora de registrarla en SADAIC. “¿Quién se ha tomado…?” puede escucharse en su versión rockera grabada en el disco “Rockeando en Cosquín” por el grupo Año Luz. Su letra, breve, se interroga por el faltante etílico de una damajuana casi vacía, y por quién era el responsable de que ya no le quedara más vino. Pero seguramente la más destacada corresponde a Divididos, que a partir de la decisión creativa de Ricardo Mollo incluye un fragmento de la canción en su tema “Sobrio a las Piñas”, inserta en el álbum “Gol de Mujer”, de 1998. Y por si todo fuera poco, la banda metalera Asspera hace una versión thrash en su registro “Viaje al centro de la verga”.

Los tiempos más recientes, en clave casi pandémica (por su contexto epocal), muestran algunas grabaciones resonantes si reparamos en sus participantes y en las canciones seleccionadas. En 2021 Andrés Calamaro se suma, en improbable dúo, a Rodrigo, para hacer “Amor Clasificado”, en bonita, respetuosa, festiva y elegante versión. “Puse un aviso en el diario “La Voz” para tener una cita con alguien que tuviera ganas de amar hasta con la luz prendida. Busco un amor clasificado en el diario que para amar no tenga día ni horario. Busco un amor, amor que nunca encontré, pero lo sigo buscando”.

También en 2021 La Beriso publica “El Último Que Apague La Luz”, un interesante disco de versiones, incluyendo en su tracklist tanto cumbia como cuarteto. Junto a Rodrigo, en otra colaboración imposible, grabarán “¿Cómo le digo?”, la canción todavía no suficientemente valorada considerando su valentía, en momentos en los que no se hablaba demasiado del tema, reconociendo un amor clandestino con otro hombre, que en tono grave dice: “Es tan duro para mí a mi casa volver, después de estar contigo, conociendo mi destino, que me espera mi mujer. Es tan duro para mí tenerle que decir que es a ti a quien yo amo, que es a ti a quien yo extraño, y contigo he de morir. ¿Cómo le digo a mi mujer que ya no la quiero más, que otro ocupa su lugar?”

En la misma producción discográfica Rolo Sartorio se une a Rocío Quiróz para hacer juntos “Un amor de La Salada”, describiendo la cotidianeidad de un desengaño, en clave muy rockera: “Hace un largo tiempo te noto distinta. Hace ya bastante que no sos la misma. Pinta de farsante, yo caí en tu juego. Linda pero falsa, como chino negro. No voy a negarte que te amo, pero sucio me has jugado. Me pintaste amor del bueno, y te creí. Me cambiaste la jugada. Tu amor era de La Salada. Yo sé que la etiqueta estaba, pero no era original”.

Javier Calamaro y Ulises Bueno, el heredero cuartetero de la familia, aúnan voluntades para un potente dueto en vivo en “Quitapena”, el ya consagrado clásico del rocker: “Tengo fuego en la cabeza. Sigo dando vueltas como un trompo. Para quitarme esta pena quiero el consuelo de los locos. Ya me está pegando la ansiedad. Me voy a seguir metiendo ´quitapena´ para olvidar…” Finalmente, este año los Auténticos Decadentes registran junto a Los Palmeras “Jurabas tú”, en una atractiva reunión. “Siempre tú me decías que me amabas, que era tu vida”.

Como colorario de esta nota, que confirma todo lo expuesto, La Mona Jiménez recibió, quizás a modo de reconocimiento por su resonancia en el mundo del rock, y por su representatividad cuartetera, la invitación a participar en el Cosquín Rock 2022. No era para menos. El rock siempre fusiona los ritmos populares.

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