«Brasil es el tercer mayor productor de alimentos del planeta, el mayor productor de proteína animal del mundo. Entonces no es admisible ver a gente corriendo detrás de un camión volcado con carcasas de pollo o a personas cogiendo huesos para hacer un caldo. No es falta de carne, no es falta de arroz, no es falta de frijol, no es falta de soya. Es una falta de vergüenza en la cara de la gente que gobierna este país», criticó Lula.
El expresidente de Brasil, que actualmente es el claro favorito en los comicios de octubre con un 43% de intención de voto pasó como un huracán por Río de Janeiro, el feudo electoral de Jair Bolsonaro. Ha sido una semana intensa y repleta de encuentros, en la que participó en la fiesta de celebración del centenario del Partido Comunista de Brasil y se reunió con varios políticos cariocas para tejer futuras alianzas.
«Guedes no sabe trabajar para el pueblo brasileño, sólo para el mercado»
El sindicalista que gobernó Brasil entre 2003 y 2010, no perdió la ocasión de criticar la política económica del actual Gobierno de Jair Bolsonaro, marcado por la recesión y la inflación. Se calcula que al menos 19 millones de brasileños pasan hambre en la actualidad.
«No vamos a dejar que (la empresa petrolífera) Petrobras sea entregada a las grandes empresas internacionales. No vamos a dejar que sigan condenando al hambre a 19 millones de brasileños», prometió el expresidente durante el cierre del ‘Primer Encuentro Internacional Democracia e Igualdad’, un evento organizado por el Grupo de Puebla, que reunió a grandes nombres de la izquierda latinoamericana y española en Río de Janeiro.
En un anfiteatro repleto de banderas y camisetas rojas, Lula también atacó a Paulo Guedes, el ministro ultraliberal de Economía, que resucitó la herencia de los ‘Chicago boys’, el grupo de 25 economistas chilenos que formularon la política económica de la dictadura del general Augusto Pinochet. «Guedes no sabe trabajar para el pueblo brasileño, sólo para el mercado», afirmó el precandidato, que se opone a la privatización de las grandes empresas estales, como Petrobras, Eletrobras o Correos.
«Esperadme que vamos a regresar, y cuando volvamos, intentaremos ‘abrasileirar’ el precio de las cosas», resaltó Lula tras recordar que, durante la crisis de 2008, cuando el barril de petróleo llegó a costar 140 dólares, los brasileños compraban la gasolina a 2,60 reales (0,55 dólares). Cabe destacar que el fundador del Partido de los Trabajadores se opone firmemente a la política de ligar el precio del petróleo al dólar, adoptada durante el mandato del expresidente Michel Temer, algo que en su opinión solo enriquece a los accionistas a costas del empobrecimiento de los brasileños.
Lula muestra su faceta de hombre feminista
El acto contó con la presencia de algunos exmandatarios, como el colombiano Ernesto Samper y el español José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). «Conocí a muchos presidentes, pero el presidente que más se preocupó por los pobres, por los más humildes, fue Lula. Es el político al que más escuché hablar sobre lo que representa el hambre», destacó Zapatero durante el acto final del congreso.
Un día antes, durante la conferencia inaugural, el expresidente del primer Gobierno paritario de España, que llegó a tener un 50% de ministras, mostró su faceta de hombre feminista. «La historia a favor de la igualdad es la historia contra las discriminaciones. En mi experiencia, he llegado a la conclusión de que cada vez que se acaba con una discriminación histórica, se abre la puerta para acabar con más discriminaciones y nos acercamos a la idea de igualdad. La mayor discriminación de la historia fue contra la mujer.
Fue la que más tiempo duró: siglos. Fue la más desgarradora porque durante siglos fueron privadas de su condición de personas, de sujetos con derechos que pueden tener libertad. En mi país, las mujeres tardaron siete siglos para acceder a la universidad. Fueron siete siglos de discriminación para acceder al conocimiento, a la cultura, a la ciencia», afirmó.
La izquierda española tuvo un protagonismo llamativo gracias a la presencia de Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. Militante del Partido Comunista de España y afiliada a la formación Unidas Podemos, Díaz ha sido responsable de una larguísima negociación con empresarios y sindicatos que culminó en la derogación de la Reforma Laboral española. En más de una ocasión, Lula ha afirmado que quiere usar el ejemplo de España para hacer lo mismo con la reforma aprobada durante el Gobierno de Temer, que ha precarizado a millones de trabajadores brasileños.
«Hablamos, querido presidente, el mismo lenguaje, el lenguaje de la democracia, el lenguaje de las mujeres que no vamos a parar. Las mujeres somos el motor de cambio. Damos la vida y vamos a cambiar el mundo, en Brasil también», dijo Yolanda Díaz en el palco. «El único que puede volver a hacer, como hicimos en España, la recuperación de los derechos para los trabajadores es Lula da Silva, y lo hará en cuanto vuelva a ser presidente. Adelante que sí, podemos”, concluyó, refiriéndose a la formación política que gobierna en España en coalición con los socialistas.
Dilma Rousseff: «Quiero decirles que estamos de vuelta»
Otra protagonista del acto fue la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, que en 2016 sufrió un impeachment. «Voy a repetir lo que dije cuando dejé la Presidencia de la República, el 31 de agosto de 2016. Dije que regresaríamos y que la cosa no se quedaría así. Quiero decirles que estamos de vuelta. Estaremos en las calles defendiendo la reconstrucción de Brasil. El reconocimiento de la inocencia del presidente Lula nos permitió volver a tener una alternativa en el campo de la defensa del pueblo de este país», declaró emocionada.
Su presencia al lado de Lula contradice la teoría que el precandidato pretendería esconder a su sucesora, que no supo mantener una relación fluida con el Parlamento y acabó siendo alejada de su cargo en la mitad de su segundo mandato. Durante su conferencia, Dilma Rousseff destacó la importancia de hacer la transición hacia un modelo de desarrollo sostenible y de retomar la creación de empleo. «No somos un continente cualquiera. Este poder potencial de América Latina tiene que ser fortalecido y centralizado en nuestra integración regional. América Latina no puede ser condenada a ser una mera productora de materias primas. Tenemos que retomar una política industrial. Quien se conforma con ser un simple importador de tecnología, no va a generar ingresos», defendió.
La gira carioca de Lula, que en 2010 dejó el Gobierno con un 87% de aprobación, coincidió con el anuncio del ex ministro de Justicia Sérgio Moro de retirarse de la contienda electoral. «Renuncio, en este momento, de la precandidatura presidencial y seré un soldado de la democracia para recuperar el sueño de un Brasil mejor», dijo el jurista, quien un día después aseguró que no había claudicado «a nada» y coqueteó nuevamente con la idea de representar una tercera vía a los comicios.
Moro, que en su precampaña no ha llegado a superar el 8% de intención de voto, es el juez anticorrupción de la Operación Lava Jato, que en 2018 encarceló a Lula e impidió que participase en las elecciones, lo que condujo a la elección de Bolsonaro. Posteriormente, aceptó integrar el nuevo Gobierno de derechas, algo muy criticado por sus detractores.
Entre la ambigüedad de las intenciones de Moro, queda la expectativa de un esperado debate electoral entre él y Lula. Algo muy anhelado para los millones de brasileños que asistieron en directo a sus numerosos enfrentamientos en los tribunales, durante el juicio contra Lula. Queda por ver si la ventaja de Lula se mantendrá a lo largo de los próximos seis meses. Por lo pronto, Bolsonaro ha empezado a remontar en las encuestas, pero en Brasil todo es posible y hasta el 2 de octubre la compleja trama electoral puede dar varios giros inesperados.
Fuente.:europapress