Apple mejora la cámara para las videollamadas, pero, dada su ubicación, a veces parece que el usuario no está mirando la pantalla
Apple es el líder indiscutible en el sector de las tabletas. En 2021 alcanzó una cuota de mercado del 34,2%, seguido de Samsung (18,3%) y Lenovo (10,5%), según la consultora IDC. La última apuesta de la compañía de Cupertino (California) para afianzar su dominio es el iPad Air de quinta generación. Además de estrenar conectividad 5G, el dispositivo incorpora el mismo procesador que algunos portátiles y ordenadores de escritorio de Apple.
EL PAÍS ha probado durante unos días el aparato, que está disponible en cinco colores —gris, blanco, rosa, púrpura y azul— desde 679 euros. Su diseño resulta similar al de su antecesor y al de los iPhone 13. Además de unos laterales totalmente planos y esquinas redondeadas, el fabricante ha optado por una parte trasera con un acabado mate elegante en el que prácticamente no quedan marcadas las huellas dactilares. En mano, la tableta resulta bastante cómoda y ligera. Mide 24,7 centímetros de largo, 17,8 centímetros de ancho y seis milímetros de grosor, y pesa 461 gramos.
La pantalla, de 10,9 pulgadas, ofrece un buen contraste y colores realistas. A diferencia del iPad Pro, cuya tasa de refresco alcanza los 120 Hz, este dispositivo se queda en los 60 Hz. Este parámetro hace referencia a la cantidad de veces que el panel se actualiza por segundo. Por lo tanto, cuanto más alto sea, mejor es la experiencia y más fluidos y suaves se perciben las animaciones y los movimientos entre pantallas.
El Touch ID, un sensor que permite desbloquear el aparato con la huella dactilar, está situado en el botón superior de encendido y bloqueo. Aunque funciona bastante bien, se echa en falta un sistema de reconocimiento facial como el que tiene su hermano mayor, el iPad Pro. En uno de sus laterales, la tableta incorpora un imán para sujetar y cargar el Apple Pencil de segunda generación, que cuesta 135 euros. El lápiz sirve para tomar notas y dibujar de forma precisa, pero también se puede usar para hacer capturas de pantalla rápidamente al arrastrar la punta desde la esquina inferior izquierda del panel, por ejemplo.
El iPad Air mantiene un sensor trasero de 12 megapíxeles. Para la cámara frontal, que suele ser la más utilizada en el caso de las tabletas, Apple ha optado por un gran angular de 12 megapíxeles —frente a los 7 megapíxeles del iPad Air anterior—. Con este sensor, se consigue una buena calidad de imagen durante las videollamadas. Además, el dispositivo cuenta con la función de encuadre centrado, que utiliza el aprendizaje automático para seguir al usuario y enfocarlo si se mueve mientras habla. Esta opción ya estaba presente en el iPad Pro y recuerda, en parte, al asistente de voz Amazon Echo Show 10. Pese a su buen funcionamiento, la ubicación de la cámara frontal no es la más adecuada en algunas situaciones. Al poner la tableta en horizontal, el sensor queda a un lateral en lugar de centrado y el usuario parece no estar mirando la pantalla.
Un potente procesador
Una de las grandes novedades de este iPad es que estrena procesador y conectividad 5G. En 2020, Apple comenzó una nueva era al decir adiós a Intel y apostar por sus propios chips Apple Silicon. Su primera creación fue el M1: un procesador que primero llegó a sus ordenadores, para más tarde entrar en el iPad Pro y ahora aterrizar en el último iPad Air. El rendimiento es el esperado de una tablet de alta gama en todos los supuestos: tanto al jugar como al editar vídeos o utilizar varias aplicaciones a la vez.
El aparato, que rebosa potencia, incorpora 8 GB de RAM y 64 GB o 256 GB de almacenamiento, aunque no estaría de más una versión intermedia de 128 GB de RAM. Mientras que los 64 GB pueden quedarse cortos para algunos usuarios, la versión de 256 GB dispara el precio del terminal hasta al menos 849 euros. La batería puede durar varios días si la tableta se usa solo de forma ocasional para pequeñas tareas. Apple promete hasta 10 horas de navegación por internet o de reproducción de vídeo. Con un uso normal, el dispositivo alcanza una jornada completa de autonomía. Si se utiliza de forma intensiva, puede no llegar al final del día.