Pérez y el palo, Herrera y Veliz. Ganó el arquero de Nob. Pudo ser otro clásico. Pudo ser la definición. El clásico quemaba como el mango en el bolsillo y se fue rápido, sin lujo, con poco fútbol. Y con la premisa de vestuario a pleno. Que no nos lastimen. Parejitas, presión, anticipo y full si hace falta.
Con la lesión de Buonanotte, Tevez cambio. Dos líneas de cuatro a pelear y si se puede…
Sanguinetti demoró en cambiar cuando su equipo empezaba a manejar la pelota y ganaba por afuera. Sin inquietar pero incomodando.
El precio de la juventud, un arquero que reacciona tarde, un delantero que pelea todo. Gol y a otra cosa. Sin ideas, a buscar, pelota larga y a cargar. Orden y aguantar. La polémica por una falta, el tiempo y poco fútbol.
Dos equipos. Dos historias. Dos sueños sin final.
Uno, Central en la búsqueda de identidad. Otro, en la búsqueda del fútbol perdido. Con una sentencia que complica a los dos entrenadores: falta jerarquía. El corazón aguanta, pero en ocasiones se acelera y nubla razón. No tenía síntomas y Sanguinetti diagnóstico mal.
Tevez trabaja, tiene respaldo en los profes y en Mario Pobersnik y entró en la historia del clásico. Ahora tiene que marcar el corazón del pueblo canalla que agradece y celebra esta victoria.
Fuente: La capital