Por Ernesto Edwards / Filósofo y periodista @FILOROCKER
Rock y Literatura están emparentados. Recordemos al “poeta maldito” Charles Bukowski, en una nueva fecha de su natalicio
Permanentemente destacamos en esta Columna que el rock es un objeto cultural que ya no se define estrictamente en términos de compases musicales. Desde hace más de seis décadas Es una cuestión de actitud contracultural, confrontativa y rebelde, y de denuncia social. Y como tal, está atravesado por diversas disciplinas, que lo sostienen conceptualmente y le dan soporte y carnadura. Una de las más notorias, además de la Filosofía, es la Literatura. En sus grandes autores abrevaron destacados rockers a la hora de componer. En textos elaborados, aún con diferentes estilos, con referencias múltiples que muchas veces recorren detalladas bibliografías que serán sintetizadas o reinterpretadas, según los casos.
Asimismo hemos recorrido numerosos autores de tenor literario y filosófico que han dado que hablar y que pensar en el vasto universo rockero. Vayan como nombres propios, en el plano de la Literatura, Dylan Thomas, William Blake, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Charles Baudelaire, Antonin Artoud, J. R. R. Tolkien, John Steinbeck, Robert Frost, Johann von Goethe, George Orwell, Carlos Castaneda, Walt Whitman, Federico García Lorca, Almafuerte, Hermann Hesse, Eduardo Galeano y Ernesto Sábato, entre algunos otros. Y en el ámbito filosófico, Aristóteles, Friedricht Nietzsche, Antonio Gramsci, David Hume, Wilhelm Hegel, Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Umberto Eco, Gilles Deleuze, Karl Jaspers, Miguel de Unamuno, Arthur Schopenhauer, Ludwig Wittgenstein, Gregory Bateson y Viktor Frankl, por citar sólo a los que más se han desarrollado en estos textos.
También es necesario reiterar qué se entiende por “poeta maldito”, denominación acuñada por el poeta francés Paul Verlaine, popularizada a partir de exponentes como Arthur Rimbaud y Stéphane Mallarmé, y abiertamente inspirada en el libro “Las flores del mal”, de Baudelaire. Con el tiempo el calificativo incluyó también al conde de Lautrémont, Artaud, García Lorca, Edgar Allan Poe, Blake y Charles Bukowski, entre un listado más extenso. Quizás por una cuestión patriarcal no se la incluya a la incomparable Emily Dickinson.
Un poeta maldito se reconoce por su vida bohemia y por su estilo trágico, revulsivo, provocador y autodestructivo, y por ser marcadamente incomprendido y estar privado del reconocimiento de sus contemporáneos. Lo que claramente aplica en el autor de la propuesta de hoy, cuyo recorrido existencial estuvo sumido en la decadencia y los excesos. Debe aclararse que Bukowski no sólo escribía poemas sino que incursionó en géneros tales como el ensayístico, el novelístico, y hasta como autor de un recordado guión cinematográfico que tenía como protagonista a su alter ego Henry Chinaski. Su primera novela se llamó “Post Office” (Oficina de Correos) y trataba sobre el único trabajo prolongado y estable de su vida: el de cartero en LA, antes de dedicarse nada más que a escribir. Sus otros libros tuvieron títulos tan corrosivos y de exhibición condicionada tales como “Fuck machine” y “Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones”.
Caso emblemático entre los “poetas malditos”, entonces, el de Charles Bukowski, nacido en Alemania pero con toda una vida en los Estados Unidos -especialmente en Los Ángeles-, alguien que no era precisamente un seguidor del rock, pero que sí fue inspirador de rockers tanto de habla inglesa como española. Red Hot Chili Peppers, Modest Mouse y U2 lo han tenido como referencia en lengua angloparlante. Entre los nuestros, Flema y Fito Páez lo homenajean. Y si se hace necesario ir ubicándolo en alguna categoría rockera, Bukowski era tan punk que le diagnosticaron una enfermedad incurable de la que misteriosamente se terminó curando. Pero el alcoholismo fue más fuerte, y eso fue lo que lo terminó matando. Y aunque sin pensarlo demasiado creeríamos que este poeta realista y extremo, estéticamente transgresor y notoriamente auténtico y nihilista, que se hundía en reflexiones filosóficas sobre lo peor de la condición humana -entre miserias irredimibles y podredumbres malolientes-, sería alguien que caería fácilmente desagradable a la mayoría de la gente, sin embargo ello no sucedió. Por el contrario, fue una figura admirada, respetada y hasta podría decirse que querida. Por su talento y su vida trágica, al servicio del relato de los olvidados y fracasados.
Digamos también que además de alcohólico era misógino, poco afecto a la pulcritud, descontroladamente violento y adicto a cualquier sustancia. Esperablemente, hoy día sería un personaje cancelado. No obstante, su influencia puede rastrearse en vastas expresiones de la cultura popular, como el universo del rock. Claro, eran otras épocas. Este 16 de agosto Bukowski (1920 – 1994) hubiera cumplido 102 años. Ya no está. Su epitafio reza “No lo intentes”, y es toda una declaración punk. Casi como el “No future” de los Sex Pistols.
A continuación, algunas canciones del mundo rockero que lo aluden de modo tangencial o explícito. Como esta de Modest Mouse, “Bukowski”, en la que cuentan “Me desperté esta mañana y me pareció que cada noche se parece un poco más a Bukowski”. Era relatar cómo pasarla mal tras una noche de borachera. Los irlandeses de U2 le dedicaron “Dirty Day”, en el que cantan “Aquellos días, días, días en que corrías como caballos sobre la colina”. Y que fueran los mismos que lo invitarían a uno de sus conciertos en el Dodgers Stadium de Los Ángeles.
Los Red Hot Chili Peppers graban “Mellowship Slinky In B Major”, donde mencionan a numerosos escritores en diferentes situaciones, tales como Mark Twain, Truman Capote y, claro, Charles Bukowski. Moose Blood, con “Bukowski”, le rinde tributo, aunque no parezca: “Bukowski está envejeciendo. Este café se está enfriando”. Lo mismo Tom Waits con “Frank´s Wild Years”.
En esta galería corresponde mencionar a “If Bukowski Could See Me Now” (Forever Came Calling), “Bukowski Is Dead” (The Boo Radleys), y a “Bullet Proof Poet” (The Dogs D’Amour). Pero por este lado del mundo fue Fito Páez el que mejor contribuyó para su difusión en nuestro contexto rockero con “Polaroid de Locura Ordinaria”. Inspirado en “La chica más guapa de la ciudad”, de Bukowski, la canción expresa que “Bajó por el callejón en donde estaba él. Después vomitó ese ron, manchando la pared. El sol le caía bien entrando en la avenida. Su vida no era más su vida. Pero eso estaba okey. La veo cruzar cruzando un bosque. La veo alejándose de mí. Sus tetas y sus dos hermanas tomaban un café. Me acuerdo de la mañana que me mostró su piel. Estábamos en un bar y se cortó la cara. Vibraba como en un nirvana. Luego se echó a correr. La veo cruzar cruzando un bosque. La veo alejándose de mí. Pasábamos todo el día tirados en la cama. El tiempo, maldita daga, lamiéndonos los pies. Brillaba, era una perla. Y nunca hacía nada. Después dijo que me amaba. Y se hundió la Gillette. Sangró, sangró, sangró y se reía como loca. No he visto luz ni fuerza viva tan poderosa. De todas ellas, ella fue mi frase más hermosa. Todo su cuerpo con espinas y a mí me siguen las moscas”.
Al igual que el músico Ludwig Van Beethoven, el poeta y pensador del pesimismo Charles Bukowski se hubiera destacado en el rock, quizás como un celebrado letrista del movimiento Punk. Sí, hoy Bukowski hubiese sido un rocker. Hace tantos años venía al mundo quien escribiría “Nacemos así, en esto, en estas guerras de minuciosa demencia… En hospitales tan caros que es más barato morir. En abogados que cobran tanto que es más barato declararse culpable. En un país donde las cárceles están llenas y los manicomios cerrados. En un lugar donde las masas elevan idiotas a héroes ricos”. Casi una letra de rock sobre una sociedad decadente obligada a descreer de todo.