Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
“Pistol” es un relato crudo, oscuro y explícito del breve recorrido de la banda más icónica del Punk
Este 31 de agosto se estrenó la miniserie “Pistol”, que basada en las memorias de su guitarrista Steve Jones: “Lonely Boy: Tales From a Sex Pistol”, recorre el origen, el ascenso, el efímero suceso, y el final de la banda más notoria y escandalosa de toda la historia de la cultura Punk. Fueron los Sex Pistols y tuvieron una limitada pero intensa carrera, que fue desde 1975 hasta 1978.
Durante una década (1975 – 1985) Reino Unido encontró su lugar en el mundo del rock con una revolución y su consecuente contrarrevolución: el punk y la new wave. A fines de los ’70, la crisis económica tras la guerra árabe-israelí del ’73 repercute directamente en Inglaterra, quebrantando la industria automotriz, textil, carbonífera y metalúrgica, y desequilibrando la balanza exportadora, con precios que suben, sueldos que se estancan y huelgas que se extienden, sumado a la creciente confrontación con el Ejército Republicano Irlandés, que provocaron una ola de desesperación colectiva. Y sin olvidar las profundas discrepancias políticas internas, con la desagradablemente irritante Margareth Thatcher como Prime Minister del Reino Unido.
Para los jóvenes, el rock pareció haber muerto, al no poder identificarse con treintañeros millonarios como Elvis Presley, los exBeatles y los Rolling Stones, motivando una explosión filosófica y estético-musical que fue el punk, caracterizada por su nihilismo y escepticismo, necesitados de rebelarse al establishment, sabedores del “no future” y de los contrastes sociales, y cultores del fracaso, la desesperanza y una aparente y arbitraria fealdad, inédita conjunción histórica provocadora de la única revolución rockera auténticamente blanca, que le diera la espalda al blues y rock clásicos. La víctima ya no era el esclavo negro de las plantaciones de algodón del sur norteamericano. Ahora el excluido podía ser cualquiera.
En este contexto, The Sex Pistols destacaría en su formación definitiva a Johnny Rotten y Sid Vicius (el podrido y el vicioso, tales los nombres adoptados). Debutantes en el ’75, con un despreocupado sonido desafinado, se definen a favor de la destrucción del mundo entero, liderando un movimiento de rebelión radical y extremista, con la intención de arrasar con el anquilosamiento del rock, editando su primer disco, que impulsaba una violenta e insurreccional “Anarquía en Gran Bretaña”, por lo que pierden su contrato discográfico con la EMI, se cancelan sus presentaciones, y son perseguidos por la Scotland Yard. Pero como todo escándalo siempre conlleva notoriedad, en el ’77 editan “God save the Queen”, caricaturizando el himno nacional británico e injuriando salvajemente a la Reina, en pleno jubileo del reinado, consagrándolos en la marginalidad, aunque nuevamente despedidos de otra discográfica. Separados en el ’78, con Sid Vicius muriendo por sobredosis tras asesinar a su pareja Nancy, en su tercera compañía editan “Flagelando a un caballo muerto”, en el que, como sería una costumbre punk, satirizan un clásico, el “My way” de Paul Anka.
Las posturas y actitudes extremas fácilmente podrían colocarlos en la categoría de delincuentes. Sin embargo, y a la vista de cercanos ejemplos contemporáneos que muestran verdaderas apologías e incitaciones a una violencia desbocada, los protagonistas principales de Sex Pistols, incluido su polémico manager, eran auténticos anarquistas relegados por un sistema que los ignoraba. Y convencidos de que, realmente, no había futuro ni quedaban salidas. Hicieron una revolución. Porque, como bien advertían, mejor que someterse al sistema era hacerlo enojar. Y lo hacían con formato de breves y revulsivas canciones que duraban un par de minutos, con un sustrato filosófico de existencialistas nihilistas, tan escépticos que la oscuridad fue su mayor brillo. Es cierto que los excesos y el descontrol terminaron tempranamente con algunos de ellos, pero el daño nunca fue para terceros, salvo aquellos que no estaban en condiciones de interpretar el mensaje. Porque lo de los miembros de Sex Pistols, queda claro, era una autoflagelación que se convirtió en todo un signo. Y porque, además, no era relevante ni imprescindible cantar bien ni saber tocar un instrumento: lo importante era el contenido, era tener algo que decir, que denunciar, y saber de qué quejarse. Y provocar el caos, sabotear, confrontar. Porque era la manera de inducir a una catarsis de tono socrático de la que verdad y futuro podrían alguna vez emerger. Y de que el comprensible odio pudiera convertirse en arte.
“Pistol” fue dirigida por Danny Boyle, el reconocido y laureado realizador británico de “Trainspotting” 1 y 2, “Quisiera ser millonario” y “Yesterday”, entre tantos otros éxitos. Ganador del Oscar y de la Concha de Plata como mejor director, aunque algunos lo critiquen, le imprimió a la miniserie un ritmo narrativo y un preciso desarrollo de cada personaje impulsadas por buenas actuaciones, acertando con la ambientación y una musicalización que destacaba tanto lo apreciado como aquello que se detestaba desde la perspectiva punk. Quizás pueda cuestionarse que en algunos puntos la historia tiene una tendencia a la romantización de algunas situaciones límite, que aunque se muestran, quizás no se exhiben en la monstruosa dimensión que tuvieron, como lo fuera el consumo indiscriminado de todo tipo de drogas. Queda claro que los Pistols nunca pretendieron ser modelos de nada. También podría agregarse que algunas situaciones son mostradas al borde de la caricatura. Y que otras parecen tener una superficial intención didáctica. No por nada Johnny Rotten ha descalificado el libro original de su excompañero Steve Jones aduciendo que está alejado de lo que realmente pasó.
Recordemos que fue en 1972 cuando el semianalfabeto Steve Jones reúne a la primera formación de los Pistols. De infancia muy complicada, con un padrastro que lo abusaba sexualmente y con una escuela que lo rechazaba aplicándole el imperdonable rótulo de débil mental, su resentimiento y sus conflictos emocionales eran comprensibles. Junto a quienes serían el baterista Paul Cook y el primer bajista Glen Matlok, con la llegada de Rotten parecía que se completaba la banda, de neto corte de clase trabajadora, pero no fue hasta la salida de Glen haciendo lugar a Sid Vicius (que no sabía nada de tocar un bajo) que se configuraría la versión más conocida de la hoy legendaria Sex Pistols, quienes serían primero orientados y producidos por Malcolm McLaren, y luego casi explotados y traicionados por el mismo. McLaren estuvo acompañado en la configuración escénica del grupo por Vivienne Westwood, una vestuarista bondage.
Como apuntes de “Pistol” sorprendió la valiente e imprevisible decisión actoral de Maisie Wiliams (quien fuera Arya Stark en “Game of Thrones”) y de Sydney Chandler (hija de Kyle) de exponerse desnudas por exigencia de sus respectivos roles secundarios, acompañando con tal gesto sus impecables interpretaciones. Chandler hará de Chrissie Hynde, la amigovia de Steve, mostrando la génesis de lo que luego sería su consagrada agrupación The Pretenders, otro peso pesado de la época. También veremos cómo surge lo que hoy conocemos como “pogo” y cómo se desencadena la repugnante costumbre de celebrar a músicos y espectadores escupiéndose mutuamente. Y ello sin olvidarnos de las a veces sangrientas riñas sobre el escenario.
Tras su inevitable disolución los Sex Pistols siguieron inspirando a numerosos músicos del punk y géneros diversos en cuanto a propuesta estética y actitudinal, mostrando cómo de la angustia y de la rabia se puede generar una propuesta artística inteligible y valiosa, aunque no se coincida con sus detalles.
Mientras haya insatisfacción, injusticias, incomprensión, intolerancia y persecución, y todas las emociones que provocan, el punk no morirá.
FICHA TÉCNICA
“Pistol” (Star+, 2022)
De Danny Boyle
Con Anson Boon, Toby Wallace y Thomas Brodie-Sangster
Género: miniserie dramática – 6 capítulos de 50´
Calificación: muy buena