Por Ernesto Edwards /Filósofo y periodista @FILOROCKER
Una miniserie española y el rock como objeto cultural invitan a reflexionar sobre cuestiones de género
Nuestra matriz cultural, para los que no somos millennials, nos formó en el supuesto de que sólo existen dos sexos. O se era hombre o se era mujer. No había más opciones, por lo menos públicamente. También crecimos con muy poca claridad acerca de qué se trataba cuando se hablaba de “feminismo”. Lo mismo, con la poca tolerancia que se exhibió de modo generalizado hacia todo aquello que no respondiera a una identidad sexual aceptada.
Por entonces era impensable que alguien dijera que se autopercibía diferente a su sexualidad biológica. Y ni hablar si todo lo mencionado se desplegaba en el particular mundo del rock, que por si no lo tenían, durante años no sólo fue machista sino además casi homofóbico. También en nuestro país. Conocida es la anécdota de cuando Luca Prodan, liderando la mítica Sumo, al referirse a sus contemporáneos de Virus, encabezada por Federico Moura, lo hacía de la peor y más descalificadora manera imaginable. En “Pronta Entrega” los de Virus cantaban “…Sofocado por el sueño y la presión busco un cuerpo para amar”. ¿Cómo que “busco un cuerpo”? Para muchos algo estaba mal si estos muchachos no decían “busco una mujer para amar”… Pocos años después Federico Moura sería una de las primeras víctimas del Sida en el rock argentino, muriendo discriminado e incomprendido por muchos de sus pares de entonces, aun habiendo sido un destacado, sensible e inspirado artista.
Sin embargo, tal vez por no haber prestado demasiada atención para muchos fue una sorpresa a partir de la exitosa miniserie “Get Back” sobre The Beatles, descubrir que parte importante de su letra, escrita ya a finales de los´60, hacía referencia a una circunstancia que el gran público no quería o no podía advertir. “Vuelve, vuelve. De regreso a donde alguna vez perteneciste. Oh, vuelve, Jo. La dulce Loretta Martin pensó que era una mujer. Pero ella era otro hombre…”
En 1970, en la ambigua y contradictoria “Lola” The Kinks contaban “La conocí en un club en North Soho, donde bebes champaña y Cherry Coke. Se acercó a mí y me pidió que bailáramos. Le pregunté su nombre y con una voz marrón oscura me dijo ´Lola´. Bueno, no soy el chico más musculoso del mundo, pero cuando ella me apretó fuerte casi me rompe la columna. Bueno, no soy tonto pero no puedo entender. ¿Por qué camina como una mujer y habla como un hombre? …Las niñas serán niños y los niños serán niñas. Es un mundo confuso y conmocionado, excepto Lola. Bueno, no soy el hombre más masculino del mundo. Pero sé lo que soy y me alegro de ser un hombre. Y también Lola”.
En 1972 Lou Reed escribió «Take A Walk On The Wild Side«, una canción que generó el debate acerca de si era trans friendly o transfóbica y racista. Saber que Reed mantuvo relaciones con mujeres trans desmienten lo primero, y hacen que consideremos a esta composición como una canción de amor. En 1994 Blur, con “Girls & Boys” pegaron un hit que narraba: «Chicas que son chicos. A quienes les gusta que los chicos sean chicas. Quienes hacen chicos como si fueran niñas. ¿A las niñas como si fueran niños? ”.
Este año la RTVE Play estrenó “Ser o no ser”, una miniserie de 6 capítulos de 25 minutos cada uno que puede verse a través de su plataforma virtual. La misma presentaba a Joel (Ander Puig), un adolescente trans (algo que casi nadie sabe en la trama) que inicia en Barcelona un bachillerato especializado en teatro. Nadie lo conoce de antes, salvo dos amigos que serán sus compañeros. Una es una joven descontracturada (Berta Galo) y otro un inmigrante sudamericano que oculta su homosexualidad. Joel sigue transitando el camino de transformarse de femenino en masculino, y en el medio se enamorará de Ona (Julia Gibert), otra compañera, ante quien inicialmente decide no mostrarse como realmente es, se siente, se autopercibe. En el decurso del ciclo lectivo la profesora principal pide a sus alumnos que, metafóricamente, se desnuden, se quiten sus máscaras originarias para poder introducirse mejor en sus personajes. Pero Joel temerá no ser aceptado por el grupo y ser rechazado por la chica de la que se enamoró. Contado desde la perspectiva del protagonista, “Ser o no ser” nos despabila sobre las problemáticas y conflictos que atraviesan los adolescentes en el proceso de construcción de su identidad de género.
La contemporaneidad nos obliga a no poder desconocer de qué se trata cuando vemos la sigla LGTB+: lesbianas, gays, transgénero y bisexuales. Y travestis y transexuales. Y también los queers, aquellos que gozan su sexualidad fuera de cualquier clasificación de género binario. Todos deben ser incluidos, y las próximas revelaciones por propia voluntad de aquellos que intentan ser felices viviendo de otro modo diferente al nuestro, no debería ser ni dolorosa ni pasar por las complicaciones que pasaron, en su momento, Freddie Mercury, Elton John, David Bowie, Rob Halford, Brian Molko (vocalista de Placebo, bisexual), Billie Joe Armstrong (líder de Green Day, bisexual), Gaahl (vocalista de Gorgoroth), Janis Joplin, (bisexual) y Lzzy Hale (líder de Halestorm, bisexual). No son ni mejores ni peores que nadie. Son como nosotros, aunque piensen y sientan distinto.
El rock nacional también tiene su propio muestrario de canciones que abordaron como pudieron el tema. “Nena Nene”, de la época primigenia de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, fuera del repertorio oficial grabado en discos, en sus presentaciones la cantaba: “¡Vamos nene – nena! Acércate a él. Quiere que le paguen jubilación por todos los años en que aportó en la pobre caja del Rock and Roll. Y lo fajaron (tanto que se arrugó). Y lo jodieron (tanto que se pudrió)”.
La melancólica “Sola en los Bares” en la voz de Hilda Lizarazu en tiempos de Man Ray, narraba: “Está mareada. Su cuerpo quiere descansar, es madrugada. Sola en las calles, con su vestido azul francés no siente nada. No, no puedo creer que estaba en ese lugar. Y que antes de ayer fumando la vi pasar. Duerme asustada. Huele a perfume de mujer sobre la cama. Sola en los bares, un viejo amigo y un jerez a sus espaldas. No, no puedo creer que vuelva al mismo lugar. Como si alguna vez un príncipe la fuera a buscar, y a rescatar. Esta mañana su madre la fue a despertar, no reaccionaba, ¡oh! Sola en los bares. No era hombre ni mujer, se transformaba. Oh, no, no puedo creer que estaba en ese lugar. Y que antes de ayer fumando la vi pasar. Ya no está más…”
En 2018 Babasónicos editan “Trans-algo”, para exponer: “Estoy a punto de mostrar. Estoy a punto de enseñar a Dios. Algo de nosotros, algo de mí. Tal vez ni yo sepa quién soy. Y necesite una salida. Algo de nosotros, algo de mí. Y procura no hablar así, de esa manera despiadada. ¿Con que desprecias a los trans? ¿No ves que soy uno de tantos que anda buscando un festival de abrazos?”
Para cerrar este recorrido, quizás la canción que provocó mayor sorpresa por el contexto en que se originó, el de un cuarteto cordobés que por entonces no se caracterizaba por una gran apertura conceptual en cuestiones de género, fue “Cómo le digo”, aquella del Potro Rodrigo, casi un rocker más, y que recientemente fuera reversionada por La Beriso: “Es tan duro para mí a mi casa volver. Después de estar contigo, conociendo mi destino, que me espera mi mujer. Es tan duro para mí tenerle que decir que es a ti a quien yo amo, que es a ti a quien yo extraño, y contigo he de partir. ¿Cómo le digo a mi mujer que ya no la quiero más, que otro ocupa su lugar, que sin ti vivir no puedo?” Sí, él ya encontró a otro. Y nadie se lo debería reprochar.
Párrafo aparte el debate acerca del denominado “lenguaje inclusivo”. Que debamos ser tolerantes con las diferencias no implica aceptar la innecesaria distorsión del idioma.




