Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
Rock y Literatura están emparentados. Como Pink Floyd con Orwell
Nunca está de más reiterar que el rock es un objeto cultural que ya no se define en estrictos términos de compases musicales. Es una cuestión de actitud contracultural, confrontativa y rebelde, y de denuncia social. Y como tal, está atravesado por diversas disciplinas, que lo sostienen conceptualmente y le dan soporte y carnadura. Una de las más notorias, además de la Filosofía, es la Literatura. En sus grandes autores abrevaron destacados rockers a la hora de componer. En textos elaborados, aún con diferentes estilos, con referencias múltiples que muchas veces recorren detalladas bibliografías que serán sintetizadas o reinterpretadas, según los casos.
Las primeras definiciones procedieron de Estados Unidos, en los muy beatniks ’60. Cuando un todavía adolescente Robert Zimmermann elige como nombre artístico Bob Dylan, en homenaje al poeta Dylan Thomas, de quien seguiría sus pasos, pero con música propia de fondo, hasta tal punto de haber sido premiado con el Nobel de Literatura y con el Príncipe de Asturias. También Jim Morrison, atento seguidor de Huxley y Nietzsche, fundaría The Doors focalizando en William Blake como escritor de cabecera, y publicando él mismo su poemario. A partir de allí, numerosos autores se identificarían con escritores, poetas y novelistas, o harían un recorrido personal con obra literaria propia. Citándolos, parafraseándolos o aludiéndolos. Pero siempre presentes al recorrer cada discografía.
Led Zeppelin en “Ramble On”, citando a Tolkien, menciona a Gollum y Mordor, personajes de “El Hobbit” y “El señor de los anillos”. Joy Division (ávidos lectores de Kafka) tomó su nombre de “The House of Dolls” de Ka-Tzetnik, en el que se narra cómo en los campos de concentración se esclavizaban sexualmente mujeres para entretenimiento de los nazis. Otra banda inglesa, The Fall, reconoció su nombre por la novela “La caída” de Albert Camus.
Así como Lou Reed se inspiró en Edgar Allan Poe para grabar “El cuervo”, Alan Parsons dedicó su primer disco, “Tales of Mistery and Imagination”, al mismo Poe, iniciando así una discografía que incluiría varios discos conceptuales inspirados en escritores. En “Tales…” musicaliza «El cuervo» y «El corazón delator» en clave de rock sinfónico. Años después edita “The Time Machine”, inspirado en H. G. Wells.
Los ejemplos son numerosos y significativos. Conformaríamos un listado casi interminable. Pero lo que hoy nos ocupa es la reedición de un clásico disco de Pink Floyd, a 45 años de su aparición original. Y el autor que lo inspiró fue George Orwell, sobre quien también David Bowie se basaría en “1984” con “Diamond dogs”, donde ironiza sobre Big Brother, que desde esta semana vuelve a ser tema de conversación en la Argentina con el discutible experimento televisivo que es “Gran Hermano”, que está teniendo repercusiones hasta en la vida política. Volviendo a Pink Floyd, aún con Roger Waters, en 1977 edita “Animals”, basado en “Rebelión en la granja” del citado Orwell. Con apenas cinco canciones, entre las que destacan “Cerdos”, “Perros” y “Ovejas”, retrata una sociedad contemporánea en crisis.
“Animals” fue la ocasión que permitió apreciar desde afuera del grupo las que luego terminarían siendo insalvables diferencias personales y artísticas entre Roger Waters y David Gilmour, que no sólo se disputaban el liderazgo creativo sino que las peleas también procedían de buscar establecer qué proporción le correspondía a cada uno en cuanto a regalías, a partir de pretender mensurar cuánto había aportado cada uno en la elaboración del disco y de cada canción.
Para quienes seguimos de cerca todo lo que fue el rock desde la hoy lejana década del 60, llegar por primera vez hace muchos años a Londres, procedente de París a través del tren Eurostar, y ver fugazmente la imponente silueta del Battersea Power Station y sus reconocibles cuatro chimeneas, y recordar la clásica portada del álbum -que incluía un cerdo inflable gigante sobrevolándola-, fue una experiencia intensa e inolvidable. Sin la distancia suficiente para tener una perspectiva que permitiera apreciar la totalidad de la fábrica de un solo vistazo y en un mismo plano, Battersea fue tomar contacto con los vestigios de un Pink Floyd que ya es leyenda. También lo fue acercarse a la pintoresca zona de Notting Hill para conocer la casa de George Orwell. Y, lo más curioso, estar comiendo en el histórico Hard Rock Café de Old Park Lane con David Gilmour en la mesa de al lado sin que a nadie se le ocurriera molestarlo con fotos o autógrafos. Todo eso junto puede pasar en Londres.
Volvamos sobre lo que son los discos conceptuales, con los que denominamos a todas aquellas grabaciones musicales que se vertebran sobre un mismo eje temático y cuyas canciones hacen las veces de sucesivos capítulos de un libro, como si el todo fuera la sucesión de una introducción, un desarrollo y una conclusión o desenlace. Pink Floyd, no sólo editó “Animals” sino que también se destacó con otros memorables álbumes de similares características tales como “Dark Side Of The Moon” y “The Wall”.
George Orwell (Motihari, 1903 – 1950) fue un incisivo novelista y periodista británico nacido en India, popularizado por sus imaginarios distópicos en los que desde un recorrido autobiográfico criticaba al imperialismo inglés, apologizaba al socialismo y denunciaba los totalitarismos nazi, soviético y franquista. Las novelas que más y mejor lo encumbró en ese posicionamiento fue “Rebelión en la granja” (1945), y poco antes de morir, “1984” (1949). En la primera se inspiraría Pink Floyd para componer “Animals”, donde critican la situación sociopolítica de Gran Bretaña y expresan la decepción que les provocaba la industrialización, allá por los ´70. La fábula original de Orwell, además de comparar la situación del ser humano con la de los animales, exponía a las diferentes castas sociales organizadas en tres categorías: los perros encarnando la representación de la ley -engordando con el poder y el dinero-, los cerdos como los decadentes, insensibles y totalitarios gobernantes y las ovejas como los obreros que no pueden razonar. De ese modo Roger Waters, el autor del concepto y letras principales de “Animals”, se diferenciaba de Orwell al pivotear no ya sobre el comunismo sino sobre la sociedad de consumo y la náusea moral. Y en que el cierre del disco es “Pigs On The Wing”, una cancioncita de amor y esperanza.
Hace pocos días “Animals” se reeditó en múltiples formatos. El décimo disco de estudio de Pink Floyd, tan oscuro y agresivo como en el año de su aparición, ahora incluye el 5.1 Surround Sound con la remezcla en estéreo de 2018. Y la portada tradicional fue revisitada y actualizada, conservando la idea original, pero exhibiendo el cambio mundial y un interminable descenso a lo más bajo de la naturaleza humana. En “Dogs” cantaban: “Tienes que tener la confianza de las personas a las que les mientes. Para que cuando te den la espalda tengas la oportunidad de acuchillarlos. Tienes que mantener un ojo mirando por encima del hombro. Sabes que va a ser más y más difícil a medida que envejezcas…” Lo peor de todo es que probablemente muchos alrededor del mundo quieran ser de esa clase de Perros.