En 2016, el Solar Impulse 2 apareció en los medios como el futuro de la aviación. Un avión solar que viajaba durante meses. ¿Qué fue de él?
La historia del Solar Impulse empieza en 2003. Hace casi 20 años. A finales de ese año, el suizo Bertrand Piccard pone en marcha el proyecto Solar Impulse con la ayuda del ingeniero mecánico, también suizo, André Borschberg. Ambos quieren construir un avión solar. Un avión que pueda volar empleando la energía del sol. Y que haga viable esta fuente de energía para la aviación comercial. El éxito del proyecto llegará en 2016, cuando el Solar Impulse 2 aparezca en medios de todo el mundo bajo el titular de ser el avión solar que puede volar durante meses.
En ese tiempo, se fabricaron dos prototipos. Dos monoplanos accionados mediante paneles fotovoltaicos que le dieron al Solar Impulse una autonomía de 36 horas. Y al Solar Impulse 2 le permitieron volar alrededor del mundo en un viaje con 17 etapas y una duración de 16 meses y medio. En esos viajes, los aviones fueron mejorados hasta lograr un avión solar que parecía ser la respuesta a la necesidad de abandonar los combustibles fósiles. Un primer paso, ya que el Solar Impulse 2 estaba pensado para albergar un solo piloto y cero pasajeros.
Pero el tiempo pasa y las historias se olvidan. Incluso historias de éxito como la del Solar Impulse 2 y de su predecesor. Un avión que prometía cambiar la aviación comercial. En especial, en el contexto actual. Aviones propulsados por paneles solares. Con autonomía suficiente para dar la vuelta al mundo. Los primeros pasos estaban ya hechos. ¿Qué vendría después? Después de 2016 nada más se supo del proyecto. Sin embargo, hace unos años el nombre de Solar Impulse volvió a estar de actualidad.
Solar Impulse después de la vuelta al mundo
Decíamos que el Solar Impulse 2 saltó a la fama en 2016 cuando finalizó su travesía. Más de 42.000 kilómetros dando la vuelta al mundo desde Abu Dhabi (Emirato Árabes) hasta volver al punto inicial. En el viaje pasó por Japón, Hawaii, California (Estados Unidos), Sevilla, Egipto… Hasta un total de 17 paradas. Un viaje de 16 meses y medio que empezaba en marzo de 2015 y finalizaba en julio de 2016. El pilotaje del avión se fue turnando entre Piccard y Borschberg. Como curiosidad, el vuelo más largo duró 117 horas y 52 minutos, lo que tardó Borschberg en recorrer la distancia entre Nagoya (Japón) y Kalaeloa, en Hawaii (Estados Unidos).
La proeza del viaje apareció en medios de comunicación de todo el mundo. La publicidad debía ayudar a que el proyecto siguiera en marcha. O no. Tras el largo viaje y después de atender a los medios, Borschberg y Piccard, los dos fundadores del proyecto Solar Impulse, decidieron fundar una organización no gubernamental. Su nombre, World Alliance for Clean Technologies, que más tarde se rebautizaría como World Alliance for Efficient Solutions y que en la actualidad se conoce directamente con el nombre de Solar Impulse Foundation. Puedes visitar su página oficial aquí. Su propósito, promover soluciones eficientes para facilitar el crecimiento limpio de la economía. Y según indica su página, cuentan con más de 1.000 propuestas.
Desde entonces, Bertrand Piccard ha sido la cara visible de la organización y ha participado en eventos relacionados con el clima, la economía y la búsqueda de alternativas sostenibles. En su página oficial podemos encontrar su visión y opiniones al respecto. Por lo demás, sus intervenciones más mediáticos se han producido en el evento anual COP (Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático) y que organiza la Organización de Naciones Unidas (ONU) con representantes políticos y económicos de todas las partes del mundo. El último COP en el que participó Piccard, el COP26, se celebró en Glasgow en noviembre del año pasado. Y en noviembre de 2022 es probable que también participe en el COP27 de Sharm El Sheikh, en Egipto.
Así pues, el proyecto Solar Impulse fue más allá de la construcción de dos aviones solares y se ha convertido en una plataforma para tratar temas relacionados con economía y sostenibilidad. Pero esto no ha impedido que el avión que conocimos con el nombre de Solar Impulse 2 siga su camino. Aunque con otro nombre. Y una nueva historia que todavía está por escribir.
Otro nombre y varios cambios en el avión solar
Fue en 2019 cuando el Solar Impulse 2 fue comprado por Skydweller, una empresa medio estadounidense medio española que desarrolla aviones y otros vehículos aéreos autónomos. El propósito de esta adquisición era incorporar a su base de conocimiento todo lo aprendido con los dos prototipos de Solar Impulse. En cuanto al avión solar, físicamente, el primer prototipo, Solar Impulse, hay una réplica a escala en el Museo Suizo del Transporte desde que en 2019 se incluyera en una exposición titulada Suiza en el aire y en la que también se incluían proyectos similares o futuristas como el Smartflyer o drones autónomos.
Pero volvamos al Solar Impulse 2. Aunque todavía hay quien lo llama así, su nuevo nombre es Skydweller, nombre que comparte con la empresa propietaria y que tiene su sede principal en Valdepeñas, Ciudad Real y otra en Alcobendas, Madrid. Y página propia, claro está. Según explican en ella, lo que empezó siendo una aeronave pilotada con más de 1.250 horas de vuelo, se está convirtiendo en una plataforma autónoma impulsada por energía solar. Claramente, se trata del Solar Impulse 2, ahora Skydweller.
En cuanto a Skydweller, la empresa, no el avión, fue creada en 2017 por Robert Miller, su actual CEO, y su actual CPO, John Parkes. Ambos estadounidenses, decidieron trasladar su proyecto de Washington DC, Estados Unidos, a España. De ahí que las patentes, la propiedad intelectual e incluso la matrícula de su avión solar estén registrados en este país.
De manera que el futuro de este avión solar sigue en marcha aunque con otro nombre y muchas mejoras que se irán incorporando. Ahora el propósito es que el avión, además de emplear energía solar, pueda volar sin piloto. Una aeronave no tripulada. Sin llegar a ser un dron, según sus responsables. Y el objetivo final es emplear este tipo de aviones como una alternativa más económica a los satélites que sobrevuelan el planeta a kilómetros de altura. En este caso, el Skydweller, antes Solar Impulse 2, volaría a 15.000 metros. Y para volar de noche, cuenta con cuatro baterías de 160 kilos acopladas a los cuatro motores.
Un futuro que todavía está por ver
Una vez esté en funcionamiento operativo, el Skydweller ofrecerá cobertura inalámbrica allí donde no llegan las actuales instalaciones de 5G, según cuentan sus responsables a El Español. Entre sus primeros clientes se encuentran nombres como Telefónica, tal y como anunciaron en noviembre de 2021. Con uno solo de los aviones solares del proyecto, se podrían ofrecer transmisiones de datos a velocidades de 100 Gbps.
Pero no se queda ahí. La Marina de Estados Unidos invirtió 5 millones de dólares en Skydweller para usar sus aviones solares para patrullar las aguas más allá del trabajo que actualmente realizan drones. Y obtuvieron un contrato por valor de 14 millones de dólares. Y es que los drones tienen una autonomía de 30 horas frente a la mucho mayor autonomía de una avión solar.
En definitiva, la hispanoamericana Skydweller ha dado una segunda vida a Solar Impulse. Lo que empezó como una manera de concienciar sobre la importancia de buscar fuentes de transporte sostenibles ha terminado por hacerse realidad. Este avión solar ya no es solo un prototipo que realiza vuelos de prueba. Más pronto que tarde realizará vuelos prácticos para ofrecer cobertura móvil, realizar vigilancia desde el aire y quién sabe que más. Todo ello propulsado mediante energía solar.