Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
El disco más reciente de Juanse confirma su tránsito hacia una religiosidad que convive con el rock
“El rock and roll es un estilo de vida, una forma de vivir”, decía un joven Juanse al comienzo de un reciente documental, y con lo expresado definía todo, manejando el concepto y el fondo de esta actitud contracultural.
Una anécdota personal, al momento de conocer personalmente a Juanse, en 1996, provocó la sensación de haber tenido un encuentro con lo que era (y sigue siendo) la esencia del rock and roll: transgresión, rebeldía, provocación, decisiones extremas, situaciones límites, existencialismo y actitudes confrontativas. También mensaje, claro. No importa su tenor.
Por si hicieran falta más precisiones, una de las mejores descripciones en nuestro idioma de la esencia del rock la hicieron Ratones Paranoicos: “Yo vivo en la otra calle. Hago rock and roll. No somos gente fina, tampoco lo peor. El mundo no comprende lo que hacemos aquí. Pero cuando alguien viene, difícil no seguir. Es un vicio. Vicio el rock and roll. Vicio para mí… Yo quiero que algún día me vengas a buscar. Así, de paso, un rato te quedás a escuchar. Los policías miran con ganas de pelear. Pero cuando tocamos, difícil es parar”. Y era una letra autodescriptiva.
La vida de Juanse es como una película. Su adolescente inicio punkito, sus graffitis callejeros, su primera formación, los vínculos interpersonales, su definición Stone, su evolución discográfica, sus diversos productores, colaboradores e invitados internacionales, su llegada a la MTV, los cambios de bajistas en la integración de los Ratones, su ascenso, su popularidad, su caída, su desintegración, su conversión religiosa y la última reunión de la banda.
El rock en la Argentina, desde sus orígenes, registra muy pocos exponentes destacados a la hora de ensamblar y darle forma artística a alguna creencia religiosa y plasmarlo en clave rockera. No han sido demasiados. Ricardo Soulé tiene una obra personal monumental en el marco del Cristianismo, no sólo por su versión de La Biblia, sino porque todo su corpus filosófico musical se vertebra en torno a una visión sacra de la realidad. Algo similar podría afirmarse de Raúl Porchetto, que con “Cristo Rock” (1972) fijó posición personal, de la que nunca se apartó. Luego de ellos, algunas pocas experiencias aisladas, el incomparable misticismo de Luis Alberto Spinetta, algunas expresiones solistas de Walter Giardino, unas canciones de La Renga, y no mucho más.
Por ello, lo que podría denominarse como la conversión de Juan Sebastián Gutiérrez (1962) a un catolicismo reconociblemente ortodoxo en su momento llamó la atención. Todo ello mientras se iba consolidando como un personaje pintoresco y mediático que exhibía sus excentricidades en realitys varios. Baste para dimensionarlo recorrer su discografía. Su primera aproximación, quizás, haya sido “Energía Divina” (2009), aunque todavía la transformación no se percibía a pleno. En “Rock Es Amor Igual” (2013) incluye “El Grial”, y su título (y su contenido) lo dicen todo. En el 2016 Juanse no dejaría lugar a la menor duda: graba su propia versión de “La Biblia” según Soulé. En 2018 edita “Stéreoma”, y el álbum se cierra con “Pastillas”, cantada junto al Padre César. Aunque en rigor de incluir todas las especulaciones sobre el acercamiento de Juanse con el fenómeno religioso podríamos encontrarlo en 1996, mientras lideraba Ratones Paranoicos e incluye una canción llamada “Vox Dei”, en la que adelantaba “Se escucha la voz en lo profundo de este corazón. Todo lo que ves está pasando para hacerte bien. Primero hay que dar…”
Pues bien, Juanse acaba de presentar “Effatá”. Y vamos a tratar de explicar de qué se trata. Empecemos por el nombre del disco. Contaba el propio Juanse que “Jesús estaba volviendo del Mar de Galilea y encuentra a un sordomudo. Entonces, la gente que estaba permanentemente a su alrededor le pide que por favor haga algo por él. Él lo mira y hace como una pasta con la saliva y la tierra. Le hace sacar la lengua, le apoya uno de sus dedos y también le tapa los oídos con los dedos. Y dice: ‘Effatá’, que en arameo, significa ‘ábrete’, pero también ‘abre tus oídos’. E inmediatamente empezó a hablar y a escuchar. Y bueno, a mí me gustó el concepto ese de que escuchen, ¿no?”. Juanse hace referencia a un texto de Marcos en el Nuevo Testamento, y posiblemente tal nombre de su álbum nos haga esperar otra cosa. Algo que sea nuevo, que sea un giro. Pero en realidad el concepto de este registro es un regreso a las raíces de Ratones… Entre melodías y letras, casi todo de corte Stone. No es para menos, habiéndolo trabajado con Gustavo Gauvry, el histórico productor que descubriera al grupo hace casi cuatro décadas.
Es como que Juanse quiere hacerse escuchar, otra vez. Como antes de ser un personaje mediático. Y en el marco de un sonido que resulte reconocible para todos. Buscando acuñar éxitos nuevos, a puro rock and roll. Por lo menos en su primera mitad, porque en lo que queda para terminar su escucha se vuelve más indie y dark. Y todo, obviamente, con músicos que no son sus antiguos compañeros de ruta. Ahora Ricardo Cambra se hizo cargo de bajos, guitarras y teclado, Francisco Gándara en bajo y batería, al igual que Juan Colonna, el citado Gauvry en teclados y samplers (además de producirlo, mezclarlo y masterizarlo), y cierra el staff Denise Romano en coros.
“Collar de Tentación”, “Demolición”, “Roca Dura”, “Buen Motor”, “L´Garron”, “En las Sombras”, “Xque el Cielo”, “Arteficio” y “Agujas” integran la lista, despareja quizás. Parecería que en algún punto hubiese vuelto a describir excesos y a apologizar una vida desbordada. Pero en “Eufórica” avisa, de movida: “Siglos y siglos sin escucha. Me empiezo a preparar. Tu boca ya no me hace mal. Yo quiero que vengas a mí… Siglos y siglos sin dejar de hablar”. Y quizás esté hablando de una historia milenaria. A los 60, una buena edad para mirar todo desde otro lugar. Cuando algunos creen que ya han visto todo. Será por ello que cierra este registro con “Agujas”, y más de uno se preguntará de qué está hablando Juanse: “Tanto me angustia verte… Nena, dame más”. Y la ambigüedad de una metáfora que refiere a un tiempo oscuro.
Para algunos iniciados el milagro (del griego miraculum, lo que asombra) es la suspensión momentánea de las leyes de la naturaleza. Para el cristianismo ello sucede con una intervención divina, e incluyen tanto las sanaciones como la resurrección de los muertos. Y, queda claro, es cuestión de creer o no.
Una buena recomendación para estos tiempos confusos y convulsionados es la propuesta discográfica de Juanse: Effatá, abre los oídos…
FICHA TÉCNICA
“Effatá” (Juanse, 2022)
Género: rock – 10 tracks
duración: 28´ – calificación: Bueno