Florencia Moncalvillo asegura tener una conexión energética con el número 22. La representación de su abuela Esther en una sola cifra: “Se me apareció en millones de situaciones. Lautaro Martínez, con la 22, definió el 2-2 contra Holanda cuando podría haber sido Enzo Fernández. Y después en el 2-2 de Francia… El empate formaba el 22. Subí una historia a Instagram diciendo ‘se concretó el 22, confiemos’”.
Nacida hace 34 años en Laboulaye (Córdoba), pero criada en Viedma (Río Negro), reveló que en 2022 su vida dio un giro que marcó su destino para siempre. Para ello renunció a su trabajo en el Ministerio de Turismo, Cultura y Deporte de Río Negro y vendió todo lo material acumulado: ropa, muebles, electrodomésticos y hasta un Chevrolet Celta modelo 2011.
Su objetivo era cumplir un sueño que postergaba desde 2017: viajar por América con una Volkswagen Kombi (modelo 1985) que compró con sus ahorros y a la cual le aplicó toda su dedicación para dejarla como nueva.
“Viajé a Bahía Blanca y estuve un mes viviendo en lo de un mecánico para que él hiciera esa parte, mientras yo me encargaba de aislarla, hacerle los muebles, colocarle el colchón, lijarla, pasarle antióxido y pintarla. Todos los detalles. Su mujer me ayudó con la costura de la cama y la cortina para el techo”, contó a TN.
Y agregó: “Para poder cubrir los gastos puse un emprendimiento de sublimación de tazas. Además di clases de tenis, manejé redes sociales, vendí ostras, y un montón de cosas más que iban surgiendo”.
A la camioneta la llamó La Olivia en honor a su perra. Luego de posponer el viaje por la pandemia, y tras renunciar al trabajo, se topó con la certeza de que las continuas remodelaciones que llevaba a cabo en el vehículo no eran más que excusas para no salir a la ruta.
“Fueron seis meses en los que estuve mal: dormía todo el día, no comía y tapaba huecos con planes y gente cualquiera. Me sentía vacía y no le encontraba sentido a nada de lo que hacía”, recordó Florencia.
Se mudó a Carmen de Patagones, la localidad más austral de la Provincia de Buenos Aires. “Me centré en mí. Fueron horas de caminatas con mi perra, hasta que un día compré un cuaderno, me fui a un café y escribí: ‘Hoy 31 de mayo del 2022, con 33 años, me pregunto: ¿qué quiero para este año? ¿Cómo y dónde me veo el que viene? ¿Y dentro de unos años?’”.
El sueño impensado del Mundial de Qatar
Florencia rompió varias hojas hasta escribir un texto que la representó. En aquellas líneas culminó con una frase que se volvió promesa: “Te vas al Mundial de Qatar 2022″. Comenzó a planificar a partir de sus ahorros. “A los dos días compré mi primera entrada y saqué alojamiento para poder tramitar la Hayya Card (visa necesaria para ingresar y permanecer en el país árabe”, indicó.
Por ese primer ticket abonó cerca de US$500 y luego otros US$2000 para garantizarse la semifinal y final. Viajó el 18 de noviembre sola, desde Ezeiza, rumbo a Barcelona. “El partido contra Arabia Saudita lo vi en Cataluña, en un bar. El dato color ahí es que un chico de África me regaló una pulsera que vendía, con un elefante de la suerte, porque me dijo que íbamos a salir campeones”, expresó.
“El 25 de noviembre llegué a Qatar con todas las entradas y el 26 jugamos contra México (pagó US$89). En Doha compré reventa de Polonia (US$500) y los octavos contra Australia (US$300). Así que puedo decir, felizmente, que vi en la cancha todos los partidos que ganó Argentina”, agregó Florencia.
“Le conté mi sueño en julio a dos familiares y un amigo. Los tres me dijeron: ‘es el Mundial más caro de la historia, es un peligro que seas mujer, que vayas sola, que no sepas inglés y que se haga en un país árabe; no hay entradas ni alojamiento, andá al que viene’”, rememoró.
En total estuvo cinco días en Barcelona y 35 en Qatar. Su viaje, con sus últimos ahorros en la riñonera, continuó con nueve días en Vietnam y una experiencia actual en Tailandia. “A fin de mes voy a Malasia y el 1° de febrero aterrizo en Italia con el propósito de hacer la ciudadanía para acceder al beneficio de tener más libertad y facilidad para viajar y trabajar”, dijo.
Su principal inconveniente es que, hasta no poseer el trámite, no podrá trabajar legalmente en Europa. “Me quedan unos ahorros para vivir estos días. El resto lo voy a usar para pagarle a un gestor y que me agilice la ciudadanía”, detalló.
Venderá su Kombi para financiar su próximo viaje por Europa
Como sabe que su viaje se extenderá -como mínimo- durante tres meses más, decidió poner en venta La Olivia, su camioneta a la que pintó de rosa y para la cual trabajó más de cinco años.
“Está en Viedma y un amigo va a ser el encargado de proporcionarles todos los datos a quienes estén interesados en comprarla. Les adelanto que la dejé con los papeles correspondientes y pasó la VTV sin problemas en noviembre. Tiene motor R12 rectificado, está excelente de cubiertas y de chapa y pintura. Posee panel solar, anafe, garrafa, calefacción y un colchón de 12 centímetros de alta densidad”, reveló Florencia.
Para que la compra se concrete con mayor rapidez, ofrecerá US$500 de su ganancia a quien le oficie de nexo y la ayude a vender la Kombi. Su cuenta de Instagram es @flor.moncalvillo. “Pido US$16.000. En noviembre me fijé y las malas estaban a US$8000. Y las ‘buenas’, que casi ninguna pasa la VTV, están en US$12.000″, precisó.
Florencia completó: “Tiene todo el piso lijado y hasta le pasé antióxido. Le soldamos la chapa abajo. El 99% de estas camionetas tiene el piso picado. En el mundo de las Kombi nos conocemos entre todos. Y aquellos que estén dudando, que buscan y no saben cuál comprar, se van a dar cuenta que la mía es la mejor”.