Las edificaciones precarias, las calles que terminan en pasillos donde no entran las ambulancias y los cableados peligrosos son algunas de las cuestiones más evidentes que hicieron que desde hace muchos años Irma Jara, “la Pocha”, comenzara a golpear puertas con el sueño de formar un cuartel de bomberos que no solo apagara los incendios, sino que asistiera a los vecinos en las urgencias del barrio.
“Este es el primer cuartel villero de la República Argentina y lo decimos con orgullo por la pertenencia y la importancia que tiene el trabajo que nosotros hacemos para ayudar a los vecinos”, cuenta Carmelo González, el jefe de los bomberos.
Después de mucho tiempo de pelear por tener un cuartel propio, en el barrio 21- 24 consiguieron a fuerza de autogestión e incluso poniendo de sus ahorros, tener el edificio sobre la Avenida Tomás Iriarte al 3500.
David Barbieri es oficial voluntario del cuartel y explica: “Decimos que ‘somos todo’ en el barrio porque no solo estamos para apagar los incendios sino para rescatar gente que necesita apoyo de médicos- porque las ambulancias del SAME- toman como base, de noche fundamentalmente, la estación de bomberos y nosotros somos los que ingresamos para sacar las víctimas”.
La Pocha explica que son muchas las razones por las cuales es fundamental que estén ahí: “Los cableados son muy jodidos, son muy precarios. Cuando hay algún desperfecto eléctrico, se quema todo y por más que llamemos a los Bomberos de la Ciudad, hasta que ellos llegan nosotros damos la primera respuesta”.
“Al no haber gas natural, todo es eléctrico y en invierno se usan muchos braseros que sobrecargan aún más los sistemas eléctricos del barrio. Nuestro objetivo, el de todos los voluntarios es tratar de que la gente no pierda lo poquito que tiene en las casas y que en la desesperación de cuidar eso, no se lastimen ni pierdan la vida”, insiste Carmelo González.
Las historias personales como motor para ayudar
González cuenta orgulloso las historias de los voluntarios que se sumaron al cuartel en los últimos años. Rubén es un caso emblemático por su historia. “Se quemó cuando era bebé y le quedó una mano prácticamente inutilizada”.
Según explica Rubén, el tuvo un accidente fue cuando tenía un año y medio: “Me quemé con un encendedor y plástico. Cuando Carmelo me invitó a formar parte del cuartel, yo me encontraba en un momento en el que quería tirar la toalla”.
Muy emocionado, Rubén recuerda cómo fue el día que que el jefe de bomberos llegó hasta la panadería en la que trabaja para que se sumara a los bomberos voluntarios: “Me tocó el hombro y me dijo: ‘Yo te necesito, los bomberos te necesitan’. En ese momento supe que quería ayudar a la gente”.
Otra de las “históricas” del cuartel es Verónica. “Yo venía de una separación y vine prácticamente a esconderme al barrio porque vivía situaciones de maltratos. Encontré en el cuartel un refugio, un lugar donde me podían cuidar”.
“Desde ese momento empecé a sanar mis heridas para ayudar a otro, abrir mi mente para entender que era una mujer fuerte y que podía ayudar a otros. Entendí que puedo enseñar y darles consejos a las chicas que se acercan hasta el cuartel”, explica.
Heridos de bala, de arma blanca y primeros auxilios
Todos coinciden en que el cuartel pertenece al barrio. “Es de todos los que están acá. Si tenemos que hablar de otras problemáticas además de los incendios, tendrían que contarles sobre los heridos que llegan hasta la puerta del cuartel”, explican mientras recorremos la zona.
El aporte de ellos es fundamental: “Acompañamos al SAME a buscar a los heridos y también trabajamos en la parte de salud y primeros auxilios cuando llegan al cuartel heridos de arma blanca o baleados”.
Según indican, mientras nos movemos por el barrio: “Las vías del tren marcan el tipo de heridos que llegan hasta la puerta de los bomberos. Del lado de Barracas, en su mayoría son hombres apuñalados y del lado de Pompeya, vienen baleados”.
Si bien existe un centro de salud al lado del departamento de bomberos, no está abierto las 24 horas y cuando ocurren situaciones de violencia, los heridos acuden a los bomberos para recibir primeros auxilios.
Listos siempre para ayudar
Rubén describe una situación habitual cuando ocurre un incendio en el barrio :”Llaman al teléfono y nos informan de que hubo un incendio en alguna casa, hay muchas que están juntadas y además, se repite la numeración de un lado y otro. Eso suma mayor complejidad para la asistencia de los servicios que no conocen el lugar”.
“A veces, directamente vienen corriendo y tenemos que salir en milésimas de segundo. Yo me hice voluntario y aunque no me paguen, el ayudar sale de mi corazón. Cuando regreso a casa después de las guardias mi mamá me dice que está orgullosa de mí, y yo vuelvo feliz si puedo rescatar a alguna persona o sacar a las criaturas de los incendios, eso para mí es la felicidad”.