-”¿Por qué te metiste a la delincuencia?”, le preguntó un nene a Juan Fernando Hermosa Suárez en un video realizado en la cárcel tras su captura.
– “Porque quise experimentar cosas fuera del hogar”, contestó fríamente el “Niño del terror”, el asesino serial más joven en la historia de Ecuador.
A lo largo de tres meses, hasta su captura en enero de 1992, el joven mató a 23 personas, en su mayoría taxistas y homosexuales. Una seguidilla de muertes que sembró el pánico en Quito y por la que él fue asesinado en misteriosas circunstancias.
Adopción, maltrato a los animales y los inicios en la delincuencia
Hermosa nació en una familia muy humilde. Era tal la situación de pobreza que sus papás biológicos decidieron darlo en adopción. Fue así como Olivo Hermosa Fonseca, un militar, y su esposa Zoila Amada Suárez, una ama de casa que sufría de sordera, lo convirtieron en su hijo y criaron en Quito.
Según medios ecuatorianos, fue cuando se enteró de que había sido adoptado, en los inicios de la adolescencia, que Juan Hermosa comenzó a mostrarse violento. Sus primeras víctimas fueron animales del barrio, a los que mataba.
Hermosa tenía tan solo 15 años cuando cometió su primer asesinato. Fue el 22 de noviembre de 1991, luego de salir de un boliche. El joven de rostro delgado, tez trigueña y pelo ensortijado ya lideraba un grupo de adolescentes que vivía de robos y frecuentaban salas de fichines, bares y discotecas: la “Pandilla del terror”. Esa noche, se subió a un taxi con algunos amigos y en medio del trayecto sacó una pistola de 9mm y ejecutó al chofer, Jorge Aguirre Zambrano, de dos tiros en la cabeza.
Abandonaron el cadáver en un camino, donde fue encontrado horas después por la Policía.
“Con la banda robábamos y teníamos dinero sin necesidad de matar a nadie. Pero cuando llegó Hermosa y vimos por primera vez un muerto, al siguiente día nos fuimos a beber y muchos lloramos de la impresión”, recordó años después uno de los integrantes de la pandilla, Milton Vidal, en una entrevista con el diario El Comercio.
Su segunda víctima no era un desconocido como el taxista, sino todo lo contrario. Se llamaba Charlie y era una travesti que le solía cortar el pelo y que ese día lo invitó a tomar alcohol en su casa con sus amigos. La juntada terminó en una discusión que Hermosa zanjó a balazos.
En menos de tres meses, mató a 8 taxistas, 11 homosexuales, un chofer de camioneta y su ayudante y otra persona más, aunque las autoridades creen que pudieron ser más las víctimas. La mayoría de sus crímenes ocurrieron los fines de semana y fueron cometidos con la misma pistola 9mm, que le habría comprado a un policía. Hubo una noche, la del 14 de diciembre, en que mató a tres taxistas.
Cómo capturaron al “Niño del terror”
Fue tal la conmoción provocada por Hermosa que la Policía ecuatoriana creó un grupo especial para lograr su captura, el Centro de Operaciones de Inteligencia (COI). Fue finalmente uno de los miembros de su banda, detenido por un robo, quien finalmente lo delató y reveló que el adolescente era el asesino de taxistas y gays.
La policía montó un cerco alrededor del joven y el 16 de enero de 1992 tuvo lugar un operativo en medio de la noche que se saldó con su captura y la muerte de la mamá del joven asesino.
Los agentes decidieron entrar por un tragaluz que daba a la habitación de Juan, pero el adolescente dormía en otra pieza. Escuchó el ruido, agarró su arma y comenzó a disparar contra la policía. Hasta les tiró una granada, que tumbó una pared e hirió a dos oficiales.
En medio del tiroteo, la madre del joven murió al recibir once balazos en una ejecución extrajudicial que llegó a los tribunales 23 años después.
El joven asesino en serie fue finalmente capturado cuando intentaba escapar por una ventana. “Quiero dejar en claro que mi nombre es Juan Fernando Hermosa Suárez y que el 28 de febrero cumplo 16 años”, dijo a la Policía cuando fue llevado al cuartel.
La detención de Hermosa causó un fuerte revuelo mediático, en particular por las sorprendentes conferencias de prensa de las que participó. “Es toda la verdad, como dicen mis compañeros, yo asesiné, yo maté”, reconoció Hermosa en una de ellas.
Cuando le preguntaron por qué mataba a taxistas, dijo que era porque “son abusivos” y alegó que muchas veces le querían cobrar de más los viajes. Aún se desconoce porque atacaba a homosexuales. Según dijo, el principal móvil de sus crímenes era el robo.
“Yo no tenía intenciones de matar, les pedí a las víctimas que no se movieran, que no les pasaría nada, pero al no hacer caso terminé matándolos’”, dijo.
En otras declaraciones, aseguró que dijo que los asesinatos de choferes habían sido encargados por un militar retirado que quería vengar la violación y muerte de su hija por un taxista, aunque luego se retractó y en otra entrevista dijo que no hubo ningún militar.
Condenado a cuatro años de prisión
Pese a la cantidad de sus crímenes, fue condenado a la pena máxima que la ley permitía en Ecuador a un menor de edad: cuatro años de prisión. La cumplió en el centro de rehabilitación de menores Virgilio Guerrero. Los expertos señalaron que Hermosa tenía alto coeficiente intelectual, sentía resentimiento social crónico y sufría de “psicopatía”, según el sitio Culturizando.
Según el documental J.F Hermosa Tras las sombras del niño del terror, el joven temía ser envenenado en la cárcel y a la hora de cada comida solicitaba la presencia de un alto oficial de la policía para comer juntos y del mismo plato. “Comamos a medias, mi mayor”, habría dicho según testigos.
Antes de cumplir la mitad de su condena, Hermosa escapó de la cárcel gracias a una pistola que había logrado pasarle su novia. En la huida, que protagonizó junto a otros diez reclusos, mató de cinco tiros a un policía.
Cruzó la frontera a Colombia y llegó a Bogotá, donde se dedicó a robar para sobrevivir, aunque finalmente fue detenido por la policía.
Asesinado en el día de su cumpleaños
Hermosa fue liberado después de cumplir su pena en 1996 y se fue a vivir con su papá en Nueva Loja, en la provincia de Sucumbios, en el este de Ecuador.
El día en que cumplía 20 años,unos cinco hombres encapuchados lo secuestraron en un bar. Lo encontraron muerto a orillas del río Aguarico, con un balazo en la cabeza y otros en el cuerpo, las manos atadas con alambre, signos de tortura y el rostro desfigurado. Lo identificaron gracias a sus documentos.
“Me voy a la morgue, estaba embadurnadito de lodo todito, no se le reconocía nada. La correa, por un lado, los zapatos, por otro, tenía puesto solo una media. Tiros por aquí y por acá, y le habían pasado con las llantas del carro por la frente”, contó su padre en una entrevista. La investigación no prosperó. Nunca se supo quién mató al “Niño del terror”, pero todos creen que fue por venganza.