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La accidentada historia de Destiny’s Child, la plataforma de lanzamiento de Beyoncé al estrellato

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Abrupto y no exento de polémica fue el inicio hace 25 años de Destiny’s Child antes de alcanzar su estatus como una de las últimas grandes bandas femeninas, con unos 60 millones de discos vendidos y dos Grammys, y de convertirse en la plataforma que catapultó Beyoncé Knowles al estrellato.

Aunque la formación que más popularidad y estabilidad consiguió fue la última, compuesta por la intérprete de “Crazy in Love”, además de por Kelly Rowland y Michele Williams, lo cierto es que hasta seis artistas pasaron por las filas de este proyecto colectivo que arrancó su carrera como Girl’s Tyme con un perfil más rapero que melódico.

Cómo nació Destiny´s Child

El germen hay que buscarlo en la amistad de Beyoncé y LaTavia Roberson desde que coincidieron de niñas en un cásting. Pronto se les unió Kelly Rowland, que había empezado a vivir con los Knowles por problemas en su hogar, así como las hermanas Nikki y Nina Taylor y Tamar Davis.

Las seis participaron en un programa de talentos en la televisión estadounidense, “Star Search”, con una actuación ya emblemática que puede verse en Youtube. Años después, consciente de su valor en el imaginario popular, Beyoncé incluyó la presentación que entonces les hizo Ed McMahon como “intro” de su tema en solitario “Flawless”.

Fue entonces cuando su padre, Mathew Knowles, empezó a tomar las riendas con un primer cambio de alineación. En busca un cariz más vocal, fichó a LeToya Luckett y expulsó a las hermanas Taylor y a Davis. Esta última, lejos de desvincularse de la música, estableció una fructífera asociación con Prince, pues fue la corista de su disco “3121″ (2006) y compartió protagonismo en la canción “Beautiful, Loved and Blessed”, nominada al Grammy. Más recientemente, fue una de las integrantes del coro góspel de las misas dominicales de Kanye West.

El padre de Beyoncé, culpable de las polémicas y forjador del éxito

Aunque siempre se ha señalado como culpable de las tensiones internas al padre de Beyoncé, no es menos cierto que fue su empeño personal el que materializó en oportunidades el talento del grupo. Antiguamente vendedor de equipo médico, renunció a su trabajo para dedicarse íntegramente a ellas, un período en el que la familia atravesó apuros económicos hasta la firma del acuerdo con Columbia Records del que salió su primer álbum.

Tras haber tanteado los pseudónimos de Something Fresh, Cliché y The Dolls, ese disco de debut se lanzó un 17 de febrero de 1998 con su nombre definitivo, Destiny’s Child, reformulado a partir de Destiny (destino, a secas, tomada según dijeron del Libro de Isaías de la Biblia), que no habían podido registrar.

En su interior, 13 cortes con colaboraciones de altura como la de Wyclef Jean (que ejerció como productor justo después del gran éxito de The Fugees con el disco “The Score”) y, además de la canción “Killing Time”, que lograron incluir en la BSO de “Men In Black” (1997), otro sencillo prometedor, “No No No”.

Era un reflejo de lo mejor que podían ofrecer: un “neo soul” tallado de la mano de grandes figuras como Jermaine Dupri a los controles, que quería despegarse de los estándares de las bandas femeninas de los años 90 y lo conseguía en parte por la peculiar y cálida forma de cantar de Beyoncé.

”No no no” alcanzó el número 3 en EE.UU., donde se despacharon un millón de copias del álbum, por lo que corrieron de nuevo al estudio. Así surgió al año siguiente “The Writings On The Wall”, el álbum que las catapultó al llevar adelante la apuesta por un r&b contemporáneo, como en “Bills Bills Bills”, su primer número 1.

Sustituidas sin aviso: vieron a otras dos cantantes en un videoclip

Entonces empezó otra guerra interna. Para Roberson y Luckett, Knowles inclinaba la balanza demasiado del lado de su hija y de Rowland. Amenazaron con abandonar el grupo y, fueran o no en serio, un día descubrieron que se había lanzado videoclip para otro de los temas, “Say My Name”, y que habían sido sustituidas por Farrah Franklin y Michele Williams, excorista de la cantante Monica.

Con una demanda de por medio emprendida por las exintegrantes expulsadas, Franklin no cumplió cinco meses en el grupo. Según ella, por la “negatividad” que lo rodeaba y la imposibilidad de tener ni voz ni voto. Según Williams, fue por su incapacidad para soportar el estrés.

Con el tiempo, Roberson y Luckett llegaron a un acuerdo con sus excompañeras y conformaron un dúo, Anjel, que no duró mucho. En 2014 la primera se uniría al reparto de un docu-show sobre divas del r&b de Atlanta, mientras que la segunda emprendió carrera musical en solitario, con tres discos hasta hoy.

La carrera de Destiny’s Child se disparó gracias a “Say My Name” (tres semanas en el número 1) y otros temas como “Jumpin’ Jumpin’” o “Bug a Boo”, despachando 11 millones de copias. De repente eran el futuro, de ahí que fuera invitadas a codearse en el especial “VH1 Divas 2000: A Tribute To Diana Ross” no solo con la homenajeada, sino con otras estrellas como Mariah Carey.

El resto es más o menos historia. La estela de éxito se mantuvo con su siguiente disco, “Survivor” (2001), titulado como el corte que ponía música a su accidentado tránsito a la fama. Las cifras seguían acompañándolas, con sencillos como “Bootylicious” o “Independent Women”.

A la par que el álbum navideño “8 Days of Christimas” (2001) llegó un primer paréntesis para dar rienda suelta a sus proyectos en solitario, entre ellos, “Dangerously In Love” (2003), un terremoto que confirmó a Beyoncé como reina por derecho propio (y hoy por hoy la artista con más Grammys en su haber, 32 en total).

El camino estaba sembrado y no había vuelta atrás, de ahí la salida de un trabajo conjunto final, “Destiny Fulfilled” (2004), aunque esta vez las tres exintegrantes sí mantuvieron el contacto, con ocasionales reuniones como la del aclamado intermedio de la SuperBowl de 2013. Pero esa es otra historia.

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