Caía la tarde del viernes cuando Mauricio Macri ingresó al departamento donde vive su primo, Jorge, en Palermo. Un rato antes había tenido una larga charla con Patricia Bullrich para planificar los próximos pasos. En horas convulsionadas para la interna de Juntos por el Cambio por el lanzamiento de Horacio Rodríguez Larreta, el expresidente visitó a su primo acompañado por Fernando de Andreis, jefe de campaña del ministro porteño.
En un clima distendido conversaron sobre la estrategia para preservar el poder en la fortaleza de Pro. Cuando repasaron los números de las encuestas, el expresidente no ocultó su intranquilidad. En el macrismo no solo visualizan que Bullrich ya supera a Larreta en su propio distrito en la categoría de presidente, sino que Martín Lousteau (UCR) luce competitivo y está al acecho para la pelea porteña. A Macri lo exaspera el tema de la Ciudad y envía señales de malestar cada vez que habla de Larreta. No entiende que no haya generado un sucesor natural ni que ponga en riesgo la continuidad de Pro en su casa matriz. Más allá del armado electoral, en el macrismo deslizan que notan cierto descuido de la gestión.
La oficialización de la candidatura presidencial de Larreta cristalizó como nunca antes la distancia entre el jefe porteño y quien fuera su mentor durante ocho años en la Ciudad. Cuando faltan tres meses para el cierre de listas, quedaron claros los nuevos alineamientos en la oposición. Ya hay dos polos dentro de Pro. Por un lado, Larreta se lanzó con el respaldo de Diego Santilli, su gran apuesta para la batalla estratégica en la provincia de Buenos Aires, el guiño de un sector de la UCR y el aval de Elisa Carrió (CC), su aliada táctica en el polo moderado. Y, por el otro, Macri, que celebró la decisión de Larreta con un mensaje cargado de frialdad, se exhibió junto a su escudería predilecta. En su raid político de los últimos días visitó a María Eugenia Vidal en su nuevo comando de campaña, en una postal que incomodó a Larreta; se vio con Bullrich y Jorge Macri, y recibió a dos aspirantes a gobernador y rivales de Santilli: Cristian Ritondo y Néstor Grindetti.
El nivel de confrontación que sacudió a la jerarquía de Pro durante la última semana se explica por varias razones. El proceso de transición de liderazgos que se inició en 2019 con la derrota de Macri en las presidenciales aún no termina, por lo que nadie conduce ni ordena. Esa etapa novedosa en la vida política de Pro fue erosionando poco a poco el vínculo entre el expresidente y Larreta, quien intentó disputarle la conducción del espacio opositor a su exjefe con la ambición de llegar a la Casa Rosada. En 2021 no solo se enfrentaron por el armado de las listas electorales, sino que chocaron porque tienen distintas miradas sobre cuál debe ser la identidad del proyecto para volver al poder o cómo debe ser el próximo gobierno y las posiciones frente al kichnerismo. Si bien se cuidan y evitan confrontar públicamente, Macri y Larreta pulsean por el liderazgo opositor.
Está claro que el expresidente intenta conducir. Está cómodo en el rol de mentor y se siente dueño de la porción más significativa del espectro de los votantes antikirchneristas. No comulga con el discurso moderado y la apuesta acuerdista de Larreta. El perfil que pretende imprimirle el jefe porteño a su proyecto presidencial no lo representa.
Quienes lo vieron a Macri esta semana antes de que viaje a Europa notaron su inquietud por las consecuencias del programa económico de Sergio Massa. Está convencido de que se está incubando una crisis mayor y que la oposición debe salir a hablar de forma descarnada sobre los males que se avecinan. Pero en esos diálogos reservados Macri también dejó entrever su preferencia por el proyecto de Bullrich. “Tiene un sesgo bullrichista y está muy molesto con Horacio, por más que intente no inclinar la balanza”, dice un dirigente que charló con él durante los últimos días. Mientras Larreta se paseaba por los medios llamando “estafadores” o “odiadores seriales” a los dirigentes que “usan la grieta” para reposicionarse, el expresidente insistió en sus charlas privadas que no creía en esa receta. Para Macri, la “grieta es con el kirchnerismo”: “No solo cree que primero hay que ganar la elección, sino que el rumbo, los valores y la visión de país vienen antes que los acuerdos”, dice uno de sus leales.
Pese a que intentan esmerilar su figura, Larreta confía en su plan y apuesta a seducir a la “mayoría silenciosa” que no comulga con el kirchnerismo ni el macrismo. Está convencido de que la elección se gana en el centro, aunque enfrenta un problema. A diferencia del escenario de 2015, en el que Massa se paraba en la “avenida del medio”, Javier Milei (La libertad Avanza) interpela a JxC por derecha. En Uspallata confían en que podrán pescar a los desencantados y repiten que sin consensos no habrá solución a problema de la economía.
Fuera de micrófono, allegados a Macri admiten que si bien busca ponerse por encima de la interna y mantenerse como el “padre fundador”, tiene mayor “sintonía” con Bullrich o Vidal que con Larreta en el segmento de presidenciables, y más coincidencias con Ritondo y Grindetti que con Santilli en la categoría de candidatos a gobernador. En el caso de la Ciudad su preferencia es aún más nítida: apuesta todas sus fichas a Jorge Macri como sucesor de Larreta y no acepta la opción de Fernán Quirós, el elegido por Larreta. Eso sí: tiene una buena opinión de Soledad Acuña, aunque su primo cuente con un plus de confianza. Larreta, en cambio, sintoniza la misma frecuencia que Gerardo Morales (que se lanzará el 15 de marzo en el teatro Gran Rex), Carrió o Lousteau a la hora de discutir sobre la orientación futura de la coalición.
Desde que el jefe porteño quiso disputarle el cetro en 2021 y apurar su retiro, Macri nutrió a los equipos de quienes le juraban lealtad. Así ayudó a Bullrich con emisarios propios, como Hernán Lombardi, Federico Angelini, Humberto Schiavoni o Luciano Laspina. Luego, envió a sus laderos a trabajar en los equipos de campaña de Bullrich, Vidal y Jorge Macri. Es por eso que Bullrich y Vidal ya buscan fecha para una foto conjunta. O el expresidente ya prevé poblar el lanzamiento de Jorge Macri -previsto para “más adelante”- con las máximas autoridades de Pro para acorralar a Larreta, quien aún se resiste a levantarle la mano a su ministro de Gobierno y redobla los esfuerzos -ya activó la maquinaria electoral de Uspallata- para posicionar a Quirós. El eje Macri-Vidal-Bullrich ya se abroqueló en el conflicto con la UCR en Mendoza por la rebelión de Omar de Marchi, alfil de Larreta. También concuerdan en la visión sobre el futuro.
Si bien aboga por la competencia sin golpes bajos -no le asusta la discusión entre sus herederos-, Macri aún debe acordar con las máximas autoridades de Pro las reglas de juego para definir cuál será la oferta del espacio en las PASO. A la incógnita del expresidente se suma la chance de que el partido opositor llegue a las primarias presidenciales con tres postulantes. Vidal le dijo a Macri que no tiene plan B: es candidata a presidenta o a nada. ¿Aceptaría ser ministra? A diferencia de Larreta, no luce ansiosa y se propuso usar los próximos meses para acrecentar sus posibilidades. Esta semana se enfocará en Buenos Aires su principal debilidad. Cerca de Macri admiten que será un problema resolver el armado nacional de 2023: “Ninguno de los tres pone cara de querer bajarse”, dicen.
Fuente: La Nación