Las imágenes son crudas. Recuerdan a los viejos barcos que trasladaban esclavos desde el África hacia las Américas. Son, en su mayoría, jóvenes veinteañeros apiñados uno tras otro en el patio de una prisión en las afueras de San Salvador.
Ellos son algunos de los aproximadamente 65.000 salvadoreños detenidos en el último año en la campaña lanzada por el gobierno de Nayib Bukele contra las “maras”, como se conoce a las pandillas en Centroamérica y que han dominado a sangre y fuego a El Salvador tras el fin de la guerra civil que ensangrentó el país entre 1979 y 1992.
Esta “limpieza” de las bandas criminales ha catapultado la popularidad de Buyele a índices que llegan hasta el 80% de la población. Por primera vez en décadas los salvadoreños sienten que recuperaron el control de las calles y de sus vidas. Pero no todo es color de rosa.
“Hay una serie de abusos increíbles con capturas arbitrarias, gente detenida por el solo motivo de ponerse nerviosa en un control policial. Los juicios son secretos. No conocemos las pruebas”, dijo a TN el periodista y escritor salvadoreño Carlos Martínez, especializado en la cobertura del fenómeno de las pandillas en América Central y miembro del Foro Centroamericano de Periodismo.
Cómo y por qué Nayib Bukele lanzó una campaña contra las “maras”
En el país actúan tres “maras” que dominaron hasta hace unos meses la vida de los 6,3 millones de salvadoreños. Ellas son la Salvatrucha 13, Barrio 18 sureños y la disidente Barrio 18 revolucionarios.
Las tres sometieron a la población a un régimen de terror impuesto a base de violencia extrema, extorsiones a comerciantes y empresarios, tráfico de drogas, secuestros y asesinatos. Era una realidad a la que los salvadoreños estaban resignados y que los llevaba a intentar por todos los medios a emigrar a los Estados Unidos.
Bukele, de 41 años, asumió el poder el 1° de junio de 2019. Pronto fue tildado de “populista” por sus detractores. Según Martínez, el presidente llegó al gobierno con un plan de seguridad pública “secreto”.
“Pero el plan no era muy diferente del que venían implementando gobiernos anteriores. Desde el principio, empezó a negociar con la mara Salvatrucha 13 y las dos facciones de Barrio 18. El objetivo era reducir los crímenes y obtener respaldo electoral”, afirmó el periodista, que escribe sobre pandillas en el diario local El Faro y en diarios como The New York Times y El País.
Pero en medio de fuertes presiones de Washington, Bukele detuvo a varios pandilleros.
“Ahí se rompieron las negociaciones. Las pandillas presionaron por la liberación de algunos de sus miembros y consideraron esas capturas como una ´traición´. Entonces lanzaron una ofensiva para demostrar su poderío. En un solo fin de semana asesinaron al azar a más de 80 salvadoreños”, recordó Martínez.
El comienzo de la guerra contras las “maras”
La respuesta de Bukele fue declarar hace un año un régimen de excepción. Se suspendieron las garantías constitucionales y se lanzaron a las calles a miles de soldados y policías para garantizar el orden. Incluso, aprobó una ley que amenaza con hasta 15 años de cárcel a cualquier periodista que informe sobre las pandillas.
“Hoy la policía y el ejército puede detener a cualquiera y porque le da la gana”, señaló el investigador.
Pero para lanzar esta “guerra” fue necesario un total alineamiento de los tres poderes del Estado. Hoy, los detractores del presidente afirman que Bukele mantiene un control absoluto de las instituciones.
La bancada oficialista logró la mayoría del Congreso en las elecciones de 2021. “Entonces, destituyó al fiscal general de la República (Raúl Melara) que investigaba actos de corrupción y los pactos con bandas criminales”, dijo Martínez.
Pero no se quedó ahí la ofensiva contra el poder judicial. El Congreso destituyó a los cinco jueces de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, la más alta instancia judicial del país, en mayo de aquel año.
“¿Qué hizo Bukele? Puso en su lugar a magistrados afines”, afirmó Martínez. La oposición acusó al presidente de “dictador”. Bukele subió la apuesta y cambió su biografía de Twitter. Allí se definió como “el dictador más cool del mundo mundial”.
Crecen las denuncias de abusos en la ola de arrestos de pandilleros
En las calles los salvadoreños sienten que por primera vez en décadas pueden salir tranquilos sin rendirles cuentas a nadie.
Pero hay un costado oscuro de esta aparente normalidad que vive el país. “Por el régimen de excepción, los soldados pueden capturar a quien sea. El fiscal le pasa las acusaciones al juez y el magistrado condena al que le pongan delante”, reseñó Martínez.
Hoy los arrestos ascienden a unos 65.000 en el último año, según cifras oficiales. “Superamos a Estados Unidos como el país con mayor tasa de personas en prisión cada 100.000 habitantes. Pero no hay forma de verificar esa cifra”, dijo Martínez.
Las autoridades mantienen en absoluto hermetismo todo lo referente a las capturas y condenas de pandilleros. “No sabemos dónde fueron realizadas las detenciones, las edades, cuántos son hombres y cuántas mujeres, a qué pandillas estaban vinculadas”, contó.
En El Salvador todos los juicios a supuestos pandilleros fueron declarados secretos. “Ni la prensa ni los organismos de derechos humanos pueden verificar en forma independiente los procedimientos”, dijo el periodista.
Carlos Martínez: “Hay personas detenidas solo porque se pusieron nerviosas”
El diario El Faro obtuvo 690 expedientes de acusados de pertenecer a alguna de las tres pandillas salvadoreñas. “Allí la policía expuso que capturaba a personas porque le parecía que se había puesto nerviosa y esa es la acusación que la fiscalía le presentaba al juez. Y esos son los elementos que pondera el juez para enviarla a prisión”, aseguró Martínez.
Incluso, el diario verificó que los policías llenan un mismo formulario básico y hay casos en que mencionan a un detenido que en realidad es una mujer, según denunció.
“Hay una serie de abusos. Hay un montón de capturas arbitrarias. Hubo casos de familiares que estuvieron buscando a sus seres queridos hasta que se enteraron de que habían sido enviados a prisión. Entonces, cuando iban a visitarlo, les informaban allí que había muerto en la cárcel”, señaló.
“Hay decenas de casos como este”, afirmó.
Organismos de derechos humanos advierten además el caso de los menores de edad detenidos. La ley de imputabilidad bajó en el país de 16 a 12 años. “A partir de los 12 años pueden ser condenados a un máximo de 10 años de prisión. No hay cifras de cuántos menores han sido encarcelados. No hay nada de información”, indicó Martínez.
Nayib Bukele goza de una enorme popularidad y piensa en la reelección
En tanto, Bukele goza de una enorme popularidad que llega al 80% según los últimos sondeos. En 2024 habrá elecciones presidenciales y nadie duda de que buscará la reelección, no autorizada por la Constitución pero habilitada en parte por la nueva sala constitucional afin al gobierno.
“Hoy las pandillas están desarticuladas, no digo desaparecidas. Su estructura jerárquica está rota y su presencia que era avasalladora está seriamente disminuida. Sus actividades criminales bajaron en un 90% en San Salvador y hasta un 70% en el interior”, admitió Martínez.
“Esto explica en gran medida el respaldo que goza Bukele. No tengo dudas de que ganará en forma arrasadora las elecciones sin necesidad de ninguna trampa”, concluyó.