Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
¿Por qué “El amor después del amor”, biopic sobre Fito Páez, es la serie por streaming favorita en la Argentina?
Con apenas dos semanas de subida en Netflix, y convertida en nuestro país a las pocas horas en la serie más vista de esa plataforma virtual, esta producción, que es una especie de historia oficial, de versión autorizada, de autobiografía de Fito Páez (Rosario, 1963), es un fenómeno cultural a analizar.
El filósofo existencialista francés Jean-Paul Sartre afirmaba que cada uno de nosotros, a nivel de relato personal, destacamos lo que queremos de nuestra propia historia de vida, reescribiéndola, acomodando los hechos y situaciones de nuestro pasado a los fines de que justifiquen nuestro presente. No habría por qué, entonces, esperar otra cosa de la serie dedicada a Fito Páez, que obviamente cuenta con su nihil obstat.
En el firmamento del rock argentino predominan emociones futboleras, de fanatismos y fundamentalismos intolerantes si las opiniones, gustos e inclinaciones de unos no coinciden con los de otros, donde el que piensa diferente es un enemigo ignorante. Eso provoca Fito Páez. Parece inaceptable intentar recorrer el camino de la objetividad, porque todos estamos situados y miramos la realidad desde determinada perspectiva, aún cuando hagamos un ejercicio de voluntad y nos esforcemos por despojarnos de nuestras inclinaciones. Ejercicio que debe hacerse con Páez, músico notable sin discusiones, que aún así provoca reacciones diversas en público y crítica.
Es casi imposible no saber quién es Fito Páez. Este artista rosarino es un inspirado músico y excelente letrista que fuera autor de memorables canciones ubicables en los inicios de lo que conociéramos como la Trova Rosarina, en el origen discográfico de Juan Baglietto. También, escucharlo cantar no es la mejor experiencia, aunque ello no le importe a casi nadie. Igualmente es cierto que siempre supo codearse con próceres del rock nacional como Nebbia, Spinetta, Soulé y García.
Fito Páez, ya solista (luego de ser tecladista de Charly), escribió y grabó inoxidables páginas del pop local, hasta editar ese incomparable y sincero disco rockero que fuera “Ciudad de pobres corazones”, el que con el tiempo permitió apreciar sus contradicciones e inestabilidades. “Ciudad…” fue su canción más honesta, más cruda, la más rockera. Una poderosa y visceral canción de justificado odio y de intenso dolor.
Su faz creativa nunca estuvo desvinculada de su vida personal, de sino trágico. Fito nació, creció y se desarrolló en un océano personal de culpas irredimibles. Ya desde la temprana muerte de su madre, a meses de su propio nacimiento, hasta la de su padre, cuando ya estaba instalado en Buenos Aires tratando de hacerse ver y triunfar. Y a poco de ello, el cruento triple asesinato de las mujeres que lo criaron, entre ellas su abuela y su tía abuela. Y en el medio de todo, su infierno de adicciones y una oscuridad existencial que aun así nunca opacó su brillante creatividad.
Estamos a treinta años de su primer gran éxito llenando un estadio (en total fueron tres) en Argentina para presentar su séptimo disco de estudio “El Amor Después Del Amor”, de 1992, que la temporada siguiente lo encontró protagonizando ese hito en su carrera. El mismo que será el cierre de su serie de ocho capítulos que ha presentado Netflix, la cual no ha cesado de provocar análisis y comentarios de los más diversos y contradictorios.
Para destacar a favor, que Fito Páez, sin caretas, decidiera mostrar sus peores miserias. No se guardó nada, ni anduvo con eufemismos. Mostró sin tapujos su inmersión en el peor de los mundos en cuanto a adicciones, y su transparencia fue superlativa. Aun así la serie es una romantización de una época, con un Fito Páez glorificado.
Su vínculo con Fabiana Cantilo, que se mantiene hasta el presente, fue amor. Como el tema que le compuso. De allí, tantas canciones inspiradas en ella. A propósito de la Cantilo, no pudo ocultar su molestia acerca del retrato que se le hizo, asegurando que no reflejaba en su totalidad sus virtudes artísticas. Debieronavisarle que la serie trata sobre Fito Páez y su circunstancia. No sobre ella.
Y algunos puntos para objetar, empezando por el instalado y reiterado mito de que “El Amor Después Del Amor” fue el disco más vendido de la historia, que se mantiene hasta el presente. Es un dato incomprobable. Por aquellos años las mediciones se hacían sobre la base de la cantidad de discos que encargaban las disquerías a los sellos grabadores, los cuales se enviaban en consignación, muchos de los cuales se devolvían sin haberse vendido. Pero la medición ya estaba hecha. Sí es completamente cierto que el número de unidades encargadas fue monumental debido a la expectativa generada.
El guión adolece de “errores”. Errores de ambientación, de continuidad y muchos anacronismos. Como Baglietto diciéndole “Bienvenido a la Trova” a comienzos de los ´80. Además, nunca se transmitieron en directo recitales argentinos en 1981.
Una Rosario que no es Rosario. Ya que se grabó en diferentes locaciones de Buenos Aires, como así también en Santa Marta (Colombia) para todos los escenarios que estuviesen ubicados en el guión fuera de la Argentina. Y se nota.
Ni una sola mención a la Guerra por Malvinas, que con la prohibición militar de difundir música en inglés, propició el surgimiento de los músicos rosarinos.
Actores mediocres, con performances que son casi una parodia, próximos a una caricatura. Que son más una imitación que una interpretación. Hay excepciones, claro. Pero son sólo eso. Bien Mica Riera haciendo de la Cantilo. Aceptable Ivos Hochman en el rol de Fito. Patético Andy Chango en el papel de Charly. Intrascendentes todos los demás.
Desfilan, apelotonados, la mayor cantidad posible de personajes, de los más significativos para Fito en dicho período. Se destacan, en un primer momento, los miembros de la Trova, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro, Federico Moura y hasta el exgobernador Vernet, clave a la hora de esclarecer el asesinato de las abuelas y la empleada asesinadas.
Algunos rockers tienen la capacidad de concebir inigualables discos conceptuales. Otros componen como si el recorrido del álbum fuera una novela filosófica. La gran virtud que diferencia a Fito Páez del resto es que con bastante reiteración cada canción es un cuento corto. No cualquiera puede hacerlo con tan pocas palabras.
No es la primera biopic con personajes populares argentinos, tales como Sandro, Monzón, Maradona, Fort y Bonavena. La diferencia es que Fito está vivo y sigue escribiendo su historia. Tampoco es la primera biografía musical de un rocker argentino: “Tango feroz” y “Luca Vive” hicieron su aporte, pero nunca hubo una serie en capítulos.
¿Cuál es el secreto del éxito de un producto que, a todas luces, navega en la mediocridad? Radica en la importancia que tiene la musicalización en cualquier realización audiovisual: si la música es buena, levanta el nivel cualitativo de cualquier escena. Y provoca emociones, movilizando al espectador. En este caso, son superlativas. Las canciones de Fito Páez son incomparables creando climas, y ese es el gran secreto de esta serie. Y eso que fue una lástima no disponer de los derechos fonográficos de las grabaciones originales y hubo que regrabar todo. Y aun así, resisten cualquier versión. Sí, las canciones de Fito Páez son el argumento principal para que todos los defectos de esta serie pasen a segundo plano.
Como se sabe, el amor del título fue Cecilia Roth, después del amor que fue Fabiana Cantilo. “Cada vez que pienso en vos, fue amor. Fue amor…” Y lo dijo todo.