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La soledad y el rock, parte 2

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Por Ernesto Edwards/ Filósofo y periodista @FILOROCKER

La soledad parece inabarcable, pero Psicología y Objetos Culturales permiten aproximarnos

En la Psicología, la soledad se ha estudiado como un fenómeno complejo que puede tener consecuencias y derivaciones tanto positivas como negativas para nuestra salud mental y física. Por un lado, puede ser vista como una experiencia enriquecedora si se elige voluntariamente y se utiliza como una oportunidad para el crecimiento personal y la reflexión. Sin embargo, la soledad no deseada puede tener efectos perjudiciales en la salud en general. Estudios han demostrado que la soledad crónica puede aumentar el riesgo de enfermedades mentales, como la depresión y la ansiedad, así como de alteraciones físicas de diversa índole.

La Psicología, también, ha explorado el concepto de la «conexión social», que se refiere a la necesidad humana de sentirse conectado con otros y de tener relaciones significativas y satisfactorias. Su falta puede provocar sentimientos de aislamiento.

Jacques Lacan, destacado psicoanalista y filósofo francés contemporáneo, también abordó esta cuestión en su obra. En su teoría psicoanalítica sostiene que la soledad es una experiencia intrínseca a las personas, ya que la condición humana es esencialmente solitaria. Lacan argumenta que la soledad surge de la alienación del sujeto, es decir, de la separación del individuo del mundo exterior y de los demás. Agregando que la alienación comienza en la niñez, cuando el infante descubre que no es idéntico a su madre, generándole una sensación de falta y separación que persiste de adulto, lo que Lacan llama «la falta en el Otro», es decir la sensación de una carencia, de una ausencia en el mundo exterior que nos impide sentirnos completos.

Además, Lacan sostenía que la soledad se intensifica por la falta de comunicación efectiva entre las personas. Viéndose obstaculizada por el hecho de que cada individuo vive en su propio mundo simbólico, lo que hace que sea difícil para los demás entender sus pensamientos y sentimientos. Sin embargo, su teoría también ofrece una posible solución: a través del análisis psicoanalítico, el sujeto puede llegar a comprender su propia subjetividad y, por lo tanto, reducir las sensaciones negativas.

En su artículo “Soledad, Solitariedad y Simpleza” Rubén Makinistian caracteriza a la soledad como un estado de necesidades exaltadas, que sin dicha carencia exacerbada no sería otra cosa que una situación de solitariedad. Ambas, soledad y solitariedad, son estados opuestos que señalan o la existencia de necesidades o la carencia de ellas. Es decir, en ambos casos, una misma situación de estar sin compañía podrá colocarnos en un estado de compensación o descompensación. Para ser más precisos: no necesariamente el estar ocasional o permanentemente solos debería provocarnos un malestar, y que en gran medida ello dependerá de en qué momento de nuestras vidas nos encontramos. También es cierto que estar acompañados no nos garantizará una sensación de bienestar. Nunca es beneficioso forzar la presencia de otro. A las personas nocivas y tóxicas siempre es preferible evitarlas. A no ser que alberguemos un costado autodestructivo, algo que también es posible.

El rock, como objeto cultural, nos ha dejado una variada galería sobre el tema. Una de sus primeras canciones abordando la cuestión de la soledad fue “Heartbreak Hotel”, popularizada por Elvis Presley. Con un hombre que se siente solo y desesperado después de que su amor lo abandonó, y de cómo está luchando por encontrar una salida. La canción resonó con los jóvenes de la década de 1950 que estaban experimentando sus propios sentimientos de soledad y desconexión.

En los 60s el rock comenzó a explorar la soledad de maneras más profundas y complejas. El álbum “Pet Sounds”, y la cancón del mismo nombre, de The Beach Boys, considerado como uno de los más influyentes de esa década, trata sobre un hombre confrontando con sus sensaciones de soledad y alienación. 

A partir de 1970, el rock comenzó a abordar la cuestión de la soledad de modos más directos y personales. El disco “Blood on the Tracks” del Premio Nobel Bob Dylan trata sobre un hombre y su soledad después de un divorcio doloroso. 

En los 80´ el rock continuó explorando el tema, pero de maneras más oscuras y pesimistas. Las temáticas de Joy Division y The Cure es un ejemplo de cómo el rock se volvió más introspectivo en los hoy distantes ochentas. Las letras de las canciones de estas bandas hablaban de soledad, depresión y desesperación. 

Los 90´ mostraron al rock como una forma de expresión para la generación X, que a menudo se sentía aislada y desconectada del mundo que les rodeaba. La propuesta filosófica de bandas como Nirvana y Pearl Jam hablaba directamente a la soledad y el desencanto social de dicha generación. Las letras de estas canciones a menudo eran crípticas y oscuras, pero también eran emocionalmente honestas e impactantes.

En la década de 2000, el rock se expandió en múltiples direcciones. La música indie y alternativa se convirtió en una forma popular, y muchos de estos artistas abordaron la cuestión de la soledad de maneras innovadoras y creativas. Bandas como Arcade FireThe National y Bon Iver crearon canciones que hablaban directamente, de maneras poéticas y a menudo abstractas. En un mundo actual en el que uno de los caracterizadores de este marcado período Posmoderno que estamos transitando es el de un acentuado individualismo, que implica distancia, soledad y egocentrismo.


A continuación algunas canciones emblemáticas, en inglés, de los más encumbrados autores e intérpretes de todas las épocas del universo rockero.

“Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band”, del exitoso álbum homónimo de The Beatles, y la historia del sargento que está solo, tocando en una banda de corazones solitarios.

“Rock and roll”, el hit de Led Zeppelin que hacía que Robert Plant aullara eso de que “Ha sido un largo tiempo solitario, solitario, solitario…”, como una sufriente letanía. También el filósofo John Lennon, ya como solista, con “Isolation”, desarrolla la cuestión: “Aislamiento. Tenemos miedo de estar solos… Eres sólo un humano, una víctima de los locos. Tenemos miedo de todos”.

“Wake Up Alone”, de Amy Winehouse, y nadie mejor que ella para referirse al tema: “Me quedo despierta, limpio la casa, al menos no estoy bebiendo. Corro alrededor sólo para no tener que pensar en pensar… Él es feroz en mis sueños, se apodera de mis entrañas. Me inunda de pavor. Empapada en el alma, nadando en mis ojos junto a la cama. Volcándome sobre él, con la luna derramándose. Y me despierto sola”.

Con “Lonely” los de Imagine Dragons son claros y precisos, distinguiendo entre soledad y solitariedad: “A veces, puedo conseguir un poco. Puedo sentirme un poco solo. Algunas noches me siento un poco solo, incluso cuando hay gente a mi alrededor”. 

“The Loneliest”, y la banda del momento: los romanos de Måneskin, para una canción desesperada: “Es obvio. Esta noche va a ser la más solitaria. Sigues siendo el oxígeno que respiro. Veo tu cara cuando cierro los ojos. Es tortuoso. Esta noche va a ser la más solitaria…”

En 2016 Kutxi Romero edita su disco solista “No soy de nadie”. Y su canción “Vengo del Mercado” habla de sus orígenes, de sus mayores, de su historia personal. Y una confesión: “Vengo repleto de soledad”. La intrínseca, la irreductible, la constitutiva soledad. 

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