En San Pedro, siempre hubo vecinos “influyentes”; no es un invento actual. Y no hablaré de la apertura del Canal Don Pablo y el fin de la laguna, porque nos vamos a desviar del tema. Allá por 1866, había dos tipos de mucho peso en la comunidad. Uno de ellos habitaba donde hoy está la sede del INTA; el otro, tenía vivienda en la esquina del actual Colegio de la Misericordia, frente a la Casa Parroquial.
Las obras de la nueva Iglesia habían comenzado, pero avanzaban con lentitud, por falta de fondos. El Arquitecto Pinaroli, para poder cobrar *(les suena esto?)*renegoció su contrato, y algunos “opinólogos” de entonces lograron que se modificase el proyecto original, cambiando la estructura del techo, la ubicación de la torre y la amplitud del pórtico. Y aquí es donde comienza el relato.
Aquellos vecinos, que tienen nombre y apellido, pero ni vale la pena mencionar, al caer el sol solían asomarse a sus respectivas veredas y, a falta de celulares, se comunicaban entre sí levantando la voz. “Qué tal, Don Pedro; como está el tiempo?” o mejor “Le parece que tendremos lluvia?”. Son temas importantes, no crean. Hay gente que aún hoy, no conoce otra forma de iniciar una charla.
El pórtico exterior, vale decir, el atrio, hubiese implicado el fin de esa costumbre, que no debió ser grata para los otros vecinos. Pero sucede que eran vecinos *“influyentes”.*Ejerciendo presión, poniendo seguramente algún dinero donde había que ponerlo, lograron reducir aquel pórtico o dintel a su mínima expresión. Quitándole toda utilidad práctica. La Iglesia siguió construyéndose y ellos siguieron comunicándose, sin mayores impedimentos.
A esta altura, Pinaroli se había tomado el buque, y con el plano original empezó a levantar la Catedral de Goya… sin modificar una coma. En 1872, con la Presencia de Monseñor Aneiros, se inauguró la Iglesia del Socorro. Y finalmente, se colocaron las lajas del veredón, que hasta el momento había sido una calle. Cuenta el Padre Santana que debajo de esas lajas, están las bases de las cuatro columnas originales.
Y ahora que *(para bien o para mal) *comenzaron a reemplazar los veredones de lajas y los caminos interiores, sería interesante comprobar la veracidad de esta información. Porque si están las cuatro bases originales del porche, sin menoscabo de las tareas en marcha podrían recubrirse tales basamentos con losas transparentes o baldosones de vidrio, así los sampedrinos tienen la posibilidad de asomarse (o mejor dicho, de pisar) sobre un hito palpable de su historia.
Faltarían los túneles, pero no quiero mezclar los tantos, ni confundir más de la cuenta. La Plaza actual, que es posterior a la Iglesia, también tiene su propia leyenda, y ahora que está a punto de ser remodelada, habría que recordar que quien la diseñó fue nada menos que Carlos Thays, un Botánico, Arquitecto y Paisajista de aquellos. Supongo que las Autoridades saben eso, y no le faltarán el respeto.
Obviamente, nos ofrecemos para aclarar las dudas que estén a nuestro alcance. La foto más reciente proviene de *»La Nación» *del 17.05.23. La anterior fue tomada por Don Lorenzo Juan Bennazar en 1934. La última de todas, probablemente un daguerrotipo, muestra la Iglesia aún sin techar. Datación imprecisa: tal vez antes de 1870.
Por. Roberto Young