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¿Y para qué más, Fito?

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Por Ernesto Edwards/ Filósofo y periodista @FILOROCKER

Con “EADDA9223” Fito Páez revisita otra vez su exitoso disco de 1993, con resultados dispares

Acaba de editarse “EADDA9223”, una nueva versión más de ese mega éxito discográfico llamado “El Amor Después Del Amor”, el álbum que un buen trabajo de marketing instaló con el incomprobable mito de que dicho registro fue el más vendido de la historia en Argentina, cuando en realidad no necesitaba ninguna ayudita para convertirse en un éxito. Porque la calidad de sus composiciones era superlativa. 

Para llegar a este punto de hoy Fito Páez atravesó una gira de diez presentaciones en el Movistar Arena y un aplaudido regreso al mismo Vélez en el que en 1993 alcanzó la gloria en cuanto a convocatoria. Ello sin olvidar de mencionar la miniserie de la que ya dimos opinión en esta misma sección. Pero tampoco debe obviarse su anterior trilogía discográfica, que el músico ofreció exhibiendo altibajos. Asimismo no debe pasar desapercibido que en 2012, en ocasión de los veinte años de edición del álbum original, Páez publicó una versión del tracklist completo, grabado en vivo.

La sigla decidida por Fito Páez para titular el nuevo registro, ya presente en plataformas digitales y formatos diversos, alude a las iniciales del original más el año de la primera publicación y la del actual. En su primera semana de prensa y difusión dio un poco de pena ver las notas extremadamente complacientes y hasta casi rastreras con Páez. No hacía falta humillarse tanto. Nadie duda del gran compositor que ha sido siempre Fito, pero degradar la profesión a ese extremo, pactar previamente ese tipo de notas, provoca algo de apuro verlo. Y también leerlo. Parece que todo es por una nota. O por un sándwich.


En esta misma Columna venimos dando cuenta de los sucesivos recientes trabajos de Fito Páez. Con sus notorios éxitos y aciertos, y también con sus innegables fracasos. Pero… ¿Hasta cuándo? ¿Cuántas versiones más de su disco más vendido? Claro que Fito viene con viento a favor. ¿Y por qué no aprovecharlo?, habrá pensado. Si hasta la coincidencia del estreno de su propia biopic colabora con sus objetivos comerciales. Ni hablar de lo bien que viene como apoyo de la inminente gira internacional del artista, toda vez que se recupere de su sorpresiva intervención quirúrgica. 


Quedó dicho que algunos rockers tienen la capacidad de concebir inigualables discos conceptuales. Otros componen como si el recorrido del álbum fuera una novela filosófica. La gran virtud que diferencia a Fito Páez del resto es que con bastante reiteración cada canción es un cuento corto. No cualquiera puede hacerlo con tan pocas palabras. Y Fito es un especialista en contar una historia completa en no mucho más tres minutos. Y de eso se trata este disco: de 14 buenas historias, con nuevos arreglos, con otros tiempos y tonalidades. Y con muchos invitados.


Fenómeno a analizar, en épocas de la discutible cultura de la cancelación, que Fito Páez, aún enojando con sus actitudes a la mitad de sus seguidores, sin embargo ello nunca le restó aceptación a su incomparable obra. Y es justo que así sea.


Un disco completo, reversionado. Con arreglos nuevos y, va otra vez, numerosos invitados. De los buenos y de los no tanto. Con Mon Laferte, Elvis Costello (cantando en inglés), Chico Buarque y Andrés Calamaro del lado de los aciertos, y Lali Espósito, Nicki Nicole y Wos del otro. Los demás, pasan un poco inadvertidos, aunque David Lebón siempre es más a la hora de contar. Fito ya había anticipado que esto se trata de un espacio para el trabajo lúdico, de juego creativo con el que atreverse y arriesgar. Y experimentar. Pero con el límite de no alterar ni letras ni melodías, salvo por un intrascendente rapeo de Wos y Ca7riel y por la acertada intervención de Costello cantando el texto traducido.

Podemos ir casi tema por tema. Y recordar que el único invitado que estuvo en las dos versiones, la original y la presente, es Andrés Calamaro. También anticipar que cada una de las canciones se presenta vigente, viva, actual. Ninguna sufrió los rigores de la vejez. Ni terminó en estado de destrucción total luego del experimento de revisitarlos. Quizás, y en general, que fue al contrario. Aunque cada grabación original del ´92 emerge insuperable.

También es cierto que sólo en dos ocasiones el responsable de la voz principal fue nadie más que Fito: en la apertura del disco, con la inoxidable “El Amor Después del Amor”, ya sin el frenesí de esos años, para mostrarse entre la placidez y la paz definitiva, y el ensueño que propicia su nuevo arreglo coral. Y luego con “Creo”.


Entre tantas buenas canciones de su repertorio, una de las más destacadas seguramente es “Sasha, Sissí y el Círculo de Baba”. En clave de bolero, con el tono trágico de contar una historia dramática, de ambivalencias e histerias, de odio, dolor y sed de venganza, casi como una historia de “Las Mil y Una Noches”, con la maravillosa voz de la siempre intensa y excelsa Mon Laferte

No menos efectiva es la propuesta de “Tráfico por Katmandú”, que deja sin aliento oscilando entre el swing y el rock puro, más el acertado agregado de Costello haciendo su parte traducida al inglés. 

Ahora bien, innecesaria “La Balada de Donna Helena” con un mix de rapeo y chacarera, y WOS y CA7TRIEL con un aporte completamente descartable. Y, no nos guardemos nada: ¿Con qué necesidad despedazar “Dos Días en la Vida”, ese otrora exquisito homenaje al filme “Thelma y Louise”, ahora degradado a un feat. con Lali Espósito y Nicki Nicole, dos chicas de singular éxito individual pero de las que siempre será difícil saber cómo realmente cantan, entre tanta máquina y autotune. El resultado, horrible. Pero a casi nadie parece importarle. Es más, lo elogian. 

“La Verónica” resultó una nueva grabación que no salió de lo convencional, con una Nathy Peluso desaprovechada. La misma sensación deja la colaboración de Andrés Calamaro en “La Rueda Mágica”, esta vez con la ayuda de Conociendo Rusia.

Nada que objetar al aire flamenco de “Detrás del Muro de los Lamentos”, con Antonio Carmona y Estrella Morente. Y un final logradamente festivo con “A Rodar Mi Vida”, con la magia de David Lebón y ese genio aún desconocido para los argentinos que es Leiva. Nunca mejor dicho “Chau, hasta mañana”.

También es cierto que no se puede competir con aquello que alguna vez fue perfecto y con participantes que ya no están. Recordemos que la versión de 1992 tuvo el aporte de figuras incomparables como Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, Charly García, Fabiana Cantilo, Claudia Puyó, Celeste Carballo, Ariel Roth y Daniel Melingo. Y un Calamaro en mejor forma. Es decir un seleccionado de lujo.

¿Hasta cuándo, Fito? Sólo él lo sabe. Y, ¿la verdad?, con sus composiciones tiene derecho a hacer lo que quiera. Y con más razón si consideramos que Páez construyó una carrera monumental con unos pocos brillantes discos, que se ubicaron al comienzo de su carrera, en apenas una década.

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