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Los perros y el rock

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Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER

De un modo u otro los perros siempre han sido referencia en inolvidables letras de rock

En 2004 se instaura que cada 21 de julio se celebrará el Día Mundial del Perro, con la intención de concientizar sobre el maltrato y abandono que sufren con frecuencia estos animales que se han convertido en habituales mascotas de los seres humanos. Según la Organización Mundial de La Salud estaría en el orden del 70 % la proporción de canes que no tienen hogar propio o han sido abandonados. Y considerando que se estima que existen unos 900 millones de perros en todo el mundo, de todas las razas y dimensiones, la cantidad es abrumadora.

Si bien los perros inspiraron a numerosos creadores a plasmar su imagen, su figura, su concepto, en diversos objetos culturales, nos detendremos sólo en algunos, especialmente en cómo se aplicó su metáfora a numerosas canciones de rock en español, algunas con gran fama y trascendencia, y con un significado a develar.

Pero antes, un poco de Historia, Filosofía y Literatura. Diógenes de Sínope fue un destacado, extravagante y escandaloso filósofo de la escuela cínica, hace ya 25 siglos. Muchos lo conocían como Diógenes el Perro, algo que él mismo explicaba: “Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos los muerdo”. A ello habría que agregarle que de muy joven falsificaba monedas junto a su padre, y que ya mayor acostumbraba a orinar a aquellos interlocutores que discrepaban con sus afirmaciones. Sí, con la naturalidad que puede hacerlo un perro. Además, portaba habitualmente una linterna encendida con la que ironizaba estar buscando un hombre honesto. Y, claro, nunca lo encontraba. También es cierto que todos los cínicos de su tiempo despreciaban lo material y toda norma social de convivencia.

Hace ya 60 años el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa publicaba su primera novela, “La ciudad y los perros”. El término “perro” aludía a los cadetes de tercer año del Colegio Militar de Lima, Perú, en el que adolescentes y jóvenes cursaban el secundario en el marco de una férrea disciplina castrense, donde se los sometía y humillaba, culminando el proceso con algunos cadetes alienados pero otros fortalecidos. Tal el padecimiento y las vicisitudes de esos perros.


Normalmente hablamos de vida de perros, de meter el perro, del perro como mejor amigo del hombre, de la mascota más antigua. Y muchas cosas más, simbolizando situaciones, circunstancias, valores, que se grafican con estos animales a los que a veces los humanizamos tanto, como si pudieran pensar y nos entendieran con nuestros cambiantes estados anímicos, en ese compromiso por tantos años que se asumen cada vez que se integra un cachorro a la vida de una persona o familia.


El rock ha sido prolífico a la hora de apelar a los perros en sus letras, con significados diferentes, muchas veces oscuros y marginales. Recorramos algunas de las más conocidas en español. En 1970 Pedro y Pablo, un dúo caracterizado por sus canciones de protesta, editan “Los Perros Homicidas” para denunciar al régimen que por esos años oprimía la Argentina: “Uno ya no puede estar tranquilo ni seguro de su integridad. Andan sueltos y te comen vivo con la excusa de ganarse el pan. Aparecen en cualquier esquina y te huelen saco y pantalón. Para invadirnos se diría que han tirado la cucha por la ventana, y vienen en batallón. ¡Guarda con los perros homicidas!”

En “La Grasa de las Capitales” (1979) Serú Girán, el mítico cuarteto que liderara Charly García, graba “Perro andaluz”, para contar “Soy un tonto en seguirte como un perro andaluz. Pero mi amor se acabará uno de estos días, alguna de estas noches”. En el mismo álbum incluye la eterna “Noche de Perros”, para advertir “Esta oscuridad, esta noche de perros. Esta soledad que pronto te va a matar. Vas perdido entre las calles que solías andar. Vas herido como un pájaro en el mar …”

En 1991 los Redondos, de la mano del Indio y Skay graban “Mi perro dinamita”, y fue el himno de la rebeldía y la desobediencia. “Y yo no sé si a tu perro le gusta ladrar a lo bobo. ¡Mi perro no! …Mi perro dinamita está fiero como un tártaro. …No mueve el rabo con docilidad. Ni da la patita ni hace el muertito. Y aúlla este rock and roll. Y dice no, y me desobedece. Y es lo mejor que hace”.


En su regreso de España Andrés Calamaro nuevamente como solista edita “Alta Suciedad” (1997), destacándose “Flaca”, casi una letra de tango hecha rock: “…Aunque casi te confieso que también he sido un perro compañero. Un perro ideal que aprendió a nadar y a volver al hogar para poder comer”. También Calamaro, en el desmesurado “El Salmón” (2000) graba su “Rumba del Perro”, una alegre cancioncita aparentemente superficial y pasatista.


Un caso especial configura Attaque 77. En su catálogo se hicieron de cuatro canciones propias y un cover. En “Ojos de Perro” habla en clave explícita desde esa perspectiva: “Porque tengo ojos de perro, porque veo como perro, porque pienso como perro, soy un perro. Porque amo como perro, y te huelo como perro…» En “Chicos y Perros” piden “Haz callar el triste llanto de chicos y perros. Y si puedes, haz callar a nuestra voz”. Con “El Perro” enuncian un breve cuento en tono de descriptiva crítica social: “El perro estaba revolviendo basura. Buscando algo que comer”. En “Plaza de Perros” cuenta otra pequeña historia personal: “El día en la ciudad fue un infierno y, la verdad, pesa mucho tanta sociedad”. El broche es la versión de “Callejero”, ese clásico de corte filosófico de Alberto Cortés: “Era callejero por derecho propio. Su filosofía de la libertad fue ganar la suya sin atar a otros, y sobre los otros no pasar jamás”.

No pueden faltar de este listado “Perro amor explota” (Bersuit Vergarabat), de la mano de Ciro “Amor de Perros” (Los Piojos) primero, y “Perros de la calle” (Ciro y los Persas) después. También “Perro Funk” (Divididos), “Perro Guardián” (La Mississippi) y su propio “Perro Guardián” (Viejas Locas).


También es español, pero fuera de Argentina, se destaca “Perro Apaleao”, de Jarabe de Palo. Y cerrando el recorrido “Gato que avanza, Perro que ladra”, por Calle 13. Y para el final, una declaración de amor incondicional, “Perro Verde”, de Marea: “Soy el que no tiene sitio. Soy el pellizco pa´ cuando te olvidas de que soy el perro verde. Déjame ladrar en tu alcoba. ¿No ves que se está encapotando el cielo? Así no llorarás tan sola. Si quieres, me azuzas pa´ que muerda el suelo”.

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