Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
“Barbie” es un logrado entretenimiento cinematográfico, pero no tanto por los motivos que se suponen
Numerosas veces en esta Columna se abordó el tema de Objetos Culturales en toda la amplitud de su concepto, y cómo el mismo propicia una adecuada aproximación a determinados fenómenos de nuestra realidad, con la finalidad de decodificarlo e interpretarlo. Se abordó con el rock, con el cine, con el teatro, con la literatura. Y ahora parece un supuesto necesario a la hora de aproximarnos a una crítica del filme “Barbie”.
Quizás con más repercusión por la popularidad que por entonces tenían en nuestro país las sucesivas películas guionadas y dirigidas por el talentoso realizador Woody Allen, muchos se familiarizaron con el término deconstrucción por el título de ese filme de 1997 que conocimos como “Deconstruyendo a Harry”, aunque sin llegar a develar el alcance de un término acuñado por el pensador francés Jacques Derrida, quien en realidad enfatizaba en la apariencia por sobre las formas verdaderas -en términos platónicos-.
Sería injusto en este punto no mencionar a Martin Heidegger, en cuyos estudios se basó Derrida. Heidegger hablaba de Destruktion. Y si bien para muchos refería sólo a cuestiones filosóficas y literarias, en sentido amplio era un posicionamiento sobre un texto dado, revisando sus fundamentos, disolviendo el canon y proponiendo un significado alternativo.
Digamos todo: siempre asociamos el tema “Barbie” a un juguete infantil, sólo para niñas y todo un símbolo de oquedad y superficialidad, sin olvidarnos del estereotipo extremo de un paradigma social y racial determinado, que muchos lo traducían como el modelo (forzado e impuesto) de la rubia tonta sometida por los dictados de un patriarcado opresor.
Precisemos esto: Barbie es una marca registrada de reconocibles muñecas, creada por la fábrica norteamericana de juguetes Mattel, a partir de la idea de su creadora Ruth Handler (esposa del dueño) en 1959, quien la denominó de ese modo en honor a su propia hija. Dicha muñeca era ofrecida con más de un centenar de profesiones y vestimentas, la mayoría respondiendo a los roles que supuestamente le correspondían sólo al género femenino. Recientemente, después de casi seis décadas, Barbie comenzó una transformación en cuanto a su aspecto, estructura corporal, indumentaria y color de piel. Y hasta su propia “historia personal” fue revisada. Fuese por motivos de evolución del concepto, o por las conveniencias del marketing.
Un breve excursus antes de introducirnos en el comentario de la película. Seguramente pensada como mayoritariamente destinada a la platea infantil y preadolescente, la versión que con más frecuencia se ofrece en cines es la doblada al idioma español, algo que no sólo sucede en Argentina sino también en España, y lo propio en Italia, donde el doblaje al italiano se impone. Originalmente se lo explicaba y sostenía por diversos motivos: que se había edificado una industria del doblaje que daba trabajo a mucha gente, que era la mejor posibilidad de adaptar los diálogos a la lengua vernácula, que los niños no leen los subtítulos a la misma velocidad que los adultos, y que muchas personas mayores tienen dificultades visuales para hacer lo propio. Todo ello es atendible. Pero el autor de esta nota siempre preferirá la versión en idioma original, también por varias razones: el doblaje en ocasiones distorsiona o modifica el guión, y no refleja el trabajo actoral, impidiendo percibir los tonos, pausas, inflexiones y silencios de los intérpretes. En fin, que todos somos libres de elegir cuál propuesta preferimos. El análisis de este título se realiza sobre la versión en inglés.
Vayamos por partes, y desde el comienzo. Helen Mirren es una narradora de lujo. Provoca agrado el homenaje a Stanley Kubrick con las primeras imágenes remedando, también con su musicalización, a “2001, Odisea del Espacio”. La actuación de Margot Robbie es, como casi siempre lo ha sido, superlativa. El diseño de producción es simplemente impresionante. La fotografía es brillante y atractiva. Hasta ahí, el gran secreto del éxito, aunque podría incluirse también que está impecablemente dirigida por quien se ocupó, además, de llevar adelante un guión que buscó, quizás exageradamente previsible, ser original, valga la paradoja.
De todos modos, cabe señalarse lo siguiente. El mensaje que muchos creen ver es un intento fallido, por lo innecesario, de denunciar y exhibir un patriarcado que en gran parte del mundo occidental ya viene en retirada. Sexismo, acoso, machismo, abusos, discriminación. Situaciones que se mantienen pero ya debilitadas por un feminismo que ha logrado instalarse, resistiendo los últimos embates patriarcales. Y en buena hora que así sea.
Yendo al núcleo argumental de “Barbie”, la muerte (y también la celulitis), ese gran misterio filosófico, es lo que descalabra todo. No entenderemos bien por qué, pero la delgada membrana que separa Barbilandia de la realidad se desgarrará para que Barbie pueda viajar al mundo de lo cierto, donde su dueña, aquella que juega con ella, le ha traspasado sus propias emociones, su perplejidad, su confusión. Pero no contaban con que Ken, aquel muñeco que fuera creado de su propia costilla con la única finalidad de ser su acompañante, descubrirá un mundo patriarcal en el que, con gran simplismo binario, el poder es sólo de los hombres. Algo que a su regreso intentará replicar en su mundo fantástico, en el que quien preside su país es una mujer de raza negra, y su Corte Suprema está íntegramente conformada por féminas.
En una primera caminata Barbie se topará con un grupo de obreros de la construcción, cuando uno de ellos, literal, le tocará el culo, provocando la airada reacción de Barbie, que lo tumbará con un certero cross, para, metáforico, darle a entender que quien se lo toque será decisión de ella. Y lo celebramos. También avisará, para aventar cualquier fantasía, que no tiene vagina. Y que Ken no posee genitales. Sí, claro, son muñecos. Que reproducen estereotipos, como parece corresponder. También veremos cómo el Directorio de Mattel se desespera por los inesperados acontecimientos. Lo que sigue, no conviene contarlo. ¿Para qué arruinar los secretos del filme? Si la película es muy buena y logra entretener. Por ello, sin spoilers. No se la pierdan, entonces.
Antes de terminar, algunos pocos apuntes más. Su directora es la primera mujer en la historia del cine en recaudar mil millones de dólares. Innecesarias, para el gusto del resto del mundo, tantas escenas en clave de musical, esas que tanto les gusta a los estadounidenses. El color rosa en todas sus tonalidades, se ve no sólo en la pantalla: también los espectadores irán ataviados con algo rosa, mientras se exhiben en largas colas antes de entrar a cada sala. Y, atención, hay un chiste interno en la peli, y mencionan a Margot Robbie como una posible actriz para encarnar a Barbie.
Sí, no ver “Barbie” te dejará afuera de las conversaciones de casi todo el mundo.
FICHA TÉCNICA
“Barbie” (EE. UU., Warner Bros., 2023)
Guión y dirección: Greta Gerwig
Con Margot Robbie, Ryan Gosling y Will Ferrell
Género: comedia fantástica
Duración: 114´- Calificación: muy buena