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La Epistemología y el rock

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Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER

El rock, como todo Objeto Cultural, tiene un sustrato epistemológico que en ocasiones expone en sus letras

Seis décadas después de que Thomas Kuhn publicara el esclarecedor y rupturista texto “La estructura de las revoluciones científicas”, revisemos ciertos aspectos de las corrientes epistemológicas predominantes del siglo XX. Y qué vínculo puede advertirse con el rock si analizamos algunas creaciones concretas.

El Positivismo surgió en el siglo XIX. Afirma que el conocimiento válido se obtiene exclusivamente a través del método científico y la observación empírica. Características principales: Empirismo: sólo los hechos verificables y medibles son válidos, rechazando lo basado en la especulación, la Metafísica o la intuición. Verificabilidad: las afirmaciones deben poder ser verificadas o refutadas mediante evidencia empírica. Leyes causales y regularidades: busca establecerlas en los fenómenos naturales y sociales. E identificar patrones y regularidades observables que permitan predecir y explicar el mundo de modo objetivo y general. Reduccionismo: Reduce los fenómenos complejos a sus componentes más simples y los explica a partir de leyes generales aplicables a diferentes contextos. Objetividad y neutralidad: Las busca evitando la influencia de sesgos personales, emociones o valores, promoviendo observación imparcial y análisis riguroso. Método científico: las teorías científicas deben ser formuladas de manera hipotético-deductiva, sometidas a pruebas empíricas y ajustadas en función de sus resultados.

Mario Bunge (1919 – 2020), pensador positivista argentino, veía a la Epistemología desde el vínculo entre Filosofía y Ciencia a partir de una secuencia de preposiciones. Como “la filosofía de, en, desde, con y para la ciencia”. Y que se ocupa de sus problemas, de los métodos, técnicas, estructura lógica y resultados, además de sus implicancias filosóficas, categorías e hipótesis del trabajo científico. Es una “filosofía que hace pie en la ciencia, que ha sustituido la especulación… por la investigación guiada por el método científico, exigiendo que todo enunciado tenga sentido y que la mayoría de las aseveraciones sean verificables”.

Karl Popper (Viena, 1902 – 1994) se destacó por su «Falsacionismo» y su crítica al inductivismo y al verificacionismo. Se centraba en la falsabilidad y la importancia de la crítica y la refutación en la ciencia. El método científico no debe basarse en la búsqueda de confirmación o verificación de teorías, sino en la búsqueda de su falsación. Una teoría científica debe ser formulada de tal manera que pueda proponer experimentos u observaciones que si resultan contradictorios con la teoría, puedan refutarla. La falsabilidad es el criterio para distinguir entre ciencia y pseudociencia.

En contraste con el inductivismo (sostiene que las teorías científicas se derivan de la observación y generalización de hechos), la ciencia se basa en conjeturas y refutaciones. Propone Popper que los científicos formulen hipótesis audaces y las sometan a pruebas rigurosas. Si una teoría resiste toda tentativa de falsación y supera exigentes pruebas, se la considera provisionalmente corroborada, pero nunca puede afirmarse que es verdadera o completamente verificada. Enfatiza la crítica y la refutación en el avance del conocimiento científico. La ciencia progresa cuando se eliminan las teorías falsas y se reemplazan por otras más adecuadas. La refutación de una teoría no implica un fracaso, sino un avance en el conocimiento, pues permite eliminar ideas incorrectas y promover la aparición de nuevas teorías que se ajusten mejor a los datos empíricos.

Thomas Kuhn (Cincinnati, 1922 – 1996), conocido por «La estructura de las revoluciones científicas» (1962), presentó su postura epistemológica y desarrolló el concepto de «paradigma» como el sistema de creencias, principios, valores y premisas que determinan la visión de una determinada comunidad científica. Desafió la visión tradicional de la ciencia como un proceso acumulativo y lineal de descubrimiento y progreso.

Según Kuhn la ciencia no progresa de manera gradual y continua, sino que atraviesa cierta secuencia: 1- “preciencia” como el total desacuerdo y constante debate acerca de su objeto de estudio. 2- «ciencia normal», y 3- momentos de cambio revolucionario, que dan lugar a las «revoluciones científicas». Durante la ciencia normal, los científicos trabajan dentro de un paradigma establecido, que proporciona un marco conceptual y metodológico para la investigación y establece criterios de lo que se considera válido en términos científicos. Sin embargo, a medida que se acumulan las anomalías, es decir, fenómenos que no pueden ser explicados por el paradigma dominante, se produce una crisis, propiciando nuevas teorías o enfoques que desafían el paradigma establecido. Estos momentos de cambio revolucionario son las revoluciones científicas: una reestructuración fundamental de las creencias y prácticas científicas.

Durante una revolución científica, sus protagonistas pueden adoptar una nueva visión del mundo y de hacer ciencia, implicando un cambio en los fundamentos ontológicos, epistemológicos y metodológicos de la disciplina. La adopción de un nuevo paradigma no es simplemente una cuestión de evidencia o razonamiento lógico, sino que está influenciada por factores sociológicos, psicológicos e históricos. Una vez que se establece un nuevo paradigma, la ciencia normal comienza de nuevo dentro de ese marco y se repite el ciclo. Kuhn argumenta que el progreso científico no es acumulativo, sino que se produce a través de la sucesión de paradigmas diferentes e incompatibles.

Algunas publicaciones recientes, como “Los Beatles y la ciencia”, apuntan a que en ellos se pueden aplicar categorías epistemológicas para analizar el contenido poético, la técnica instrumental, y ver algunos acordes musicales desde una perspectiva matemática, así como algunas canciones completas podrían evaluarse desde la Neurociencia. La inquietud está planteada. Lo propio se intentó con la obra de los Rolling Stones, apuntando al riffde algunas canciones. Pero como sea, estas aproximaciones sólo apuntaban a los fundamentos matemáticos de la música. Lo cual puede asociarse con que unos cuantos rockers compositores tienen doctorados en ciencias, como Brian May, el violero de Queen, Doctor en Astrofísica y exrector de la Liverpool University. Bruce Dickinson, líder de Iron Maiden, Doctor en Egiptología. Greg Graffin, de Bad Religion, Doctor en Zoología. O Art Garfunkel, Master en Matemáticas.

Sin embargo, las cavilaciones epistemológicas en el rock no se reducen a lo señalado previamente. Cuestiones como la posibilidad del conocimiento, los criterios de verdad, los alcances del pensamiento, los conceptos científicos, y la secuencia lógica en las exposiciones, siguen llamando la atención de los rockers. La Epistemología no es tema central en las canciones de rock, pero algunas abordan aspectos relacionados.

Hay “Demasiadas maneras de no saber nada”, avisaba Litto Nebbia. “Sólo sé que no sé nada (de tu vida)”, cantaba Andrés Calamaro. “No conozco nada de verdad, y sin embargo dejo de pensar”, afirmaban los de Degradé. Y los de Extremoduro editaban, nada menos, “La Ley Innata”.

Ciertas canciones no se centran exclusivamente en la Epistemología, pero pueden ser interpretadas desde esa perspectiva y relacionadas con la búsqueda de conocimiento y la incertidumbre. En “Blowin’ in the Wind” Bob Dylanplantea preguntas sobre la búsqueda de respuestas, cuestionando la naturaleza de la verdad y la posibilidad de encontrar resoluciones definitivas. Con “I Still Haven’t Found What I’m Looking For” los de U2 exploran temas de conocimiento y experiencia personal, sugiriendo una constante búsqueda de significado y verdad, con una sensación de insatisfacción persistente. En “Learning to Fly” Tom Petty aborda el tema de la exploración y el aprendizaje, relacionado con el proceso de adquisición de conocimiento, hablando de aprender a volar y experimentar nuevas experiencias. 

Con “The Logical Song” Supertramp se plantea interrogantes sobre el sistema educativo y cómo puede influir en nuestra percepción del mundo y la adquisición de conocimiento, reflexionando sobre el sentido de la vida y el deseo de entender el propósito detrás de nuestras acciones. “What’s the Frequency, Kenneth?”, de R.E.M., puede ser interpretada como una crítica a la sobreinformación y la dificultad de discernir la verdad en un mundo saturado de medios de comunicación. Aborda temas de percepción, realidad y la búsqueda de una comprensión clara en un entorno confuso. 

A veces estamos en el plano de lo inefable, de aquello de lo que nada puede predicarse, porque nuestra capacidad de síntesis es tan imperfecta como para conceptualizar lo que sucede en nuestro espíritu, y las emociones sólo pueden ser señaladas pero no explicadas. Como bien exponían los de Coldplay en “The Cientist”: “Tenía que encontrarte y decirte que te necesito. …Alejado de cualquier ciencia. Nadie dijo que fuera fácil. …Sólo estaba suponiendo preguntas de ciencia y de progreso, que no hablan tan alto como mi corazón”.

Chizzo alertaba desde La Renga: “Cuánta verdad, cuánta mentira y cuántas palabras. Y todo ese motor para devastar tu inconsciente. …Loco de pensar, queriendo entrar en razón, y el corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá”. Sí, Blas Pascal parecía estar en lo cierto.

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