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Iorio, Héroe del Metal Argento

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Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER

Con la desaparición del controvertido artista se va el máximo exponente del metal pesado argentino

Este martes se fue Ricardo Iorio (Ciudadela, 1962 – 2023), un rara avis del rock nacional. Un distinto. Uno de los últimos valientes, tan intenso, apasionado y primal, como su vozarrón y su actitud de soldado indomable del rock. 

En sus orígenes, quizás sin saberlo, representó al nacionalismo de izquierda, casi como un Juan José Hernández Arreghi rockero. Como si el colorado Abelardo Ramos hubiese sido su interlocutor a la hora de escribir y de cantar sus revulsivas canciones metaleras que mejor describían la resistencia del marginado social. También fue un tipo contradictorio, de una religiosidad inmanente y una espiritualidad aferrada al suelo.

Fue un gran compositor, de poética simple y letras directas, explícitas, contundentes. Cada título de cada canción de su interminable repertorio era un editorial del metal (“Patria al Hombro”, “Mi Credo”, “Cautivos del Sistema”, “Toro y Pampa”, “Los Delirios del Defacto”, “Víctimas del Vaciamiento”, “Gil Trabajador”, y “Soy de la Esquina”). Y un par de tangos que adoptó para su repertorio, en versiones eléctricas y brutales (“Desencuentro” y “Cambalache”) lo definían como un existencialista part time

Para quienes busquen un parangón del metal pesado que cultivaba Iorio con el heavy metal europeo o norteamericano, lo de Ricardo era más que todo eso. El Metal Argentino es, fundamentalmente y más allá de lo instrumental, lo temático y los modos de vocalizar, una cuestión de inclaudicable actitud confrontacional. Además, tango y folklore. Y resistencia. Todo eso también era Ricardo.

Iorio inició su carrera como bajista y fundador, en 1979, de V8, que moldeó su estilo y tuvo varios cambios de integrantes, hasta su disolución en 1987. Tras estos primeros pasos formó Hermética, que duró hasta 1994, para dar paso a Almafuerte, la banda que lideraría hasta el final de sus días. Su influencia fue tan grande que significó un envión para grupos que se irían destacando en el género, como Rata Blanca, Horcas y Logos.

¿Quién fue Almafuerte? Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte, fue un maestro, escritor, poeta y periodista argentino. Sin padres y criado por sus parientes. A los 16, en tiempos de la presidencia de Sarmiento, ya dirigía una escuela. Al tiempo fue destituido por falta de título habilitante, aunque en realidad sucedió por sus escritos críticos hacia el gobierno. Algo que se reiteró a lo largo de toda su vida, y que lo llevó a no aceptar nunca un cargo político por su desprecio hacia quienes vivían a expensas de los impuestos del pueblo. Almafuerte, el mismo que enseñaba “No te des por vencido, ni aún vencido. No te sientas esclavo, ni aún esclavo. Trémulo de pavor, piénsate bravo, y acomete feroz, ya mal herido”, fue la figura inspiradora que dio nombre a la última banda, ya legendaria, de Ricardo Iorio.

La tragedia también tiñó su vida familiar. En 2001 se suicidó su exmujer y también coautora de algunas de sus canciones más conocidas. Lo propio sucedió con su padre, quien en 2021 decidió quitarse la vida.

Una de las mejores canciones que homenajeó al excombatiente de Malvinas fue de Iorio, la conmovedora “El Visitante”. En la que exclamaba: “Olvidar yo sé bien que no podés. ¿Cómo la sociedad olvida que fuiste obligado a marchar en su defensa? Recordando el mal momento atrincherado en tu habitación; soledad, humo y penumbras, despertares de ultratumba. …Fui elegido para cantarte por quienes quieren olvido restarte. Grave, pesado, mas no inconsciente, yo te lo mando, excombatiente”.

La historia del rock nacional registra un gran número de entre sus estrellas grabando discos enteros de covers, auténticos tributos a otros autores destacados que más admiran. El caso de “Ayer deseo, hoy realidad”, de 2008, es uno de los mejores, donde Iorio reunió a compositores tales como Luis Alberto Spinetta, Ricardo Soulé y Miguel Abuelo, y grupos como Manal, El Reloj y Pappo´s Blues, interpretándolos a su particular manera. Otro álbum destacado de Iorio solista fue “Peso Argento” (1997) en colaboración con Flavio Cianciarullo, donde desfilaban composiciones en clave de folklore argentino.

En tiempos en que cualquiera se arroga representar a la clase trabajadora, Iorio fue el abanderado del hombre suburbano y del jornalero rural, y la voz rockera del cabecita silenciado y oprimido, sometido a ser mano de obra barata y explotada. Iorio no se callaba, y eso siempre molesta al sistema. Claro que también fue un hombre de numerosas contradicciones y enormes ambivalencias, con momentos en que se desdibujaba su apología del ser nacional, aproximándose así a posturas más extremas.

Iorio siempre jugó con los límites, sin preocuparse por los riesgos. Valiente contra el enemigo, pero temerario y por momentos escandaloso a la hora de sus declaraciones. Porque también fue víctima de él mismo. Por sus excesos, sus descuidos y sus desatenciones. Por su desprecio por su propia vida. Y por un nacionalismo que comenzó posicionado en la izquierda rebelde y culminó hacia la peor y exasperante expresión de una derecha autóctona encarnada en sus representantes más desagradables, con desbordadas y cuestionables expresiones xenófobas y homófobas que rondaron la intolerancia y el racismo. Y también expresando un patriarcado que atrasa e incentiva la cancelación de parte de un sector que no iba a serle complaciente ante sus contradicciones, que ya habían dejado de ser irónicas, pintorescas o graciosas.

En suma, sus vaivenes filosóficos hicieron que unos cuantos dejaran de lado sus aciertos artísticos para condenarlo por una ideología que se fue desdibujando hasta convertirse en caricatura. Iorio no tenía derecho a arruinar su valioso legado de antiguo decidor y difusor de los más caros valores nacionales, la Patria y nuestras Islas Malvinas. 

Quizás por ello muchos eligen quedarse con lo mejor de él. Sin disculparlo. No le hacía falta ni lo esperaba de nadie. No buscaba concesiones. Podía pelearse contra el mundo. Así eligió vivir. Y así murió. 

La muerte nunca te mejora como persona, pero permite hacer balances. Y Ricardo Iorio, por sobre cualquier equivocación, imperdonables algunas, se fue salvaje, indomable, libre y altivo. Como manda el rock. Como un desafiante Héroe del Metal Argento

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