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Calamaro, otra vez

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Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER

En el medio de polémicas personales diversas Andrés Calamaro edita en soporte físico un disco con sabor a nostalgia

La producción creativa de Andrés Calamaro (CABA, 1961), quien además de haber sido autor de numerosos éxitos que lo hacen dueño de un repertorio rockero envidiable, tiene un par de características notorias, entre algunas otras, ambas conducentes en la misma dirección. Por un lado, incontinencia creativa. Es decir una cuasi compulsividad por componer, a como dé lugar y haciendo uso y abuso de lo que se ha denominado la “rima Calamaro”, una seguidilla de palabras previsibles y un tanto obvias pero que encajan bien en esos sonidos asonantes y consonantes que rematan el verso de cada canción, y que dan tanto gusto a sus seguidores, aunque no tengan el vuelo poético de otros autores. Como sea, en esa vertiente jinglera a Calamaro no hay quien le gane. Y por otro, su incapacidad para postergar el impulso. En este caso una especie de Horror Vacui en cuanto a publicación de discos. Le cuesta ver pasar el tiempo sin que se edite un álbum nuevo propio.

Aún con su inmensa popularidad y numerosa cantidad de seguidores, Andrés Calamaro en los últimos tiempos viene dividiendo las aguas. Su definición personal en algunas cuestiones sensibles lo ha colocado en determinada vereda de una grieta impensable hace algunos años. Un costado meditadamente elegido, que ha despertado en los más fanáticos o intolerantes ansias de cancelación hacia su persona. Y ya sabemos que cancelar no es el mejor camino en el universo de las prácticas democráticas, sobre todo cuando más se vinculan con el arte y la cultura.

Su afición por la tauromaquia ha provocado recientemente, en ciertos puntos de sus exitosas giras, de parte de fundamentalistas contra el maltrato animal algunos abucheos en los estadios en los que Calamaro se ha presentado, como sucedió no hace tanto en Lima, Perú, cuando le dijo al público “más al sur del Perú no hay nadie que entienda a los toros y a la salsa”, y con el cierre del show los parlantes reproduciendo una conocida pieza de la música taurina, casi como una provocación. Lo mismo en Medellín, Colombia, al pedir que volvieran las corridas de toros a las ciudades donde se presentaría. Ni hablar de la repercusión que tiene el tema en México, donde en su mismo concierto vociferó que “Toros en México siempre tienen que haber… No podemos permitir su prohibición ni por política, ni por ideología, ni por oportunismo”.

También ha sido notoria su definición ideológica por las derechas. En España, país donde ha residido mucho tiempo, y que ha sido testigo de su paso triunfal con Los Rodríguez, ha visto a Andrés expresarse públicamente a favor de Vox, la expresión política española más a la derecha de todo el panorama político ibérico, admitiendo “Prefiero el vértigo de los patriotas y reaccionarios”.

En días recientes, mientras el electorado argentino reflexionaba acerca de a quién elegir como próximo presidente del país en unas peleadas elecciones que culminaron en una segunda vuelta con un candidato como Sergio Massa representando al kirchnerismo y a su propio partido, y otro como Javier Mileiencarnando las voluntades de sectores liberales y conservadores, la simpatía explícita libertaria expresada por Andrés Calamaro avivó el fuego de la caldera cultural más rockera de Argentina. Muy jugado ya en la arena política Calamaro aseguraba que “el cambio discute el número exacto de ´desaparecidos´ y propone un giro liberal inspirado en la Década Carlitos”, en clara alusión al período menemista. Y agregaba: “El cambio propone desmantelar el Banco Central y un sistema mixto de financiación de asuntos de orden público como la salud y la educación. Reducir ministerios y secretarías, menos funcionarios. Por el contrario, el oficialismo no propone nada”.

Por si todo fuera poco, no se ha privado de opinar sobre la actualidad política de España, ya que además de haber apoyado en su momento al derechismo de Vox, ahora se despacha a gusto sobre la figura de Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno español por el PSOE, a quien acusó de estar “hundiendo al Reino en una suerte de dictadura progresista comunista que podría reventar un país que hasta ahora ostenta una calidad exquisita de vida”.

Y ahora que decidió publicar un disco nuevo (“Razzmatazz”) que en realidad es la grabación en directo de una presentación en Barcelona que data de 2011, salen a la luz sus lecciones de hispanismo en la misma cara de sus fans catalanes, a quienes insta a valorar el idioma castellano por sobre cualquier otro dialecto o lengua, sabedores como somos del apasionado nacionalismo separatista de Catalunya. Es decir, una innegableprovocación.

Todo ello lo ha llevado al borde de la cancelación por parte del sector más intolerante del rock autóctono, que no logra digerir que en el universo rockero conviven multiplicidad de voces, posturas y definiciones. Será por ello que hablando de sí mismo, expresó: “No estoy blindado pero tampoco apostaría en mi contra. Soy tolerante y culto, ustedes son vagos, resentidos, equivocados e hipócritas. Creen en Internet y la televisión. Son un meme, yo soy un hombre. Ni más ni menos”.

Ahora vayamos a “Razzmatazz (En directo)”, el disco cuya reciente presentación, sacándolo del soporte digital para pasarlo al formato físico lo ha puesto nuevamente en el centimetraje de diarios y portales, y en la mención mediática masiva. Un álbum que muestra la estación barcelonesa de ese tour con el que presentaba su registro de entonces, “On The Rock” (2009 – 2010), en un período de mayor esplendor vocal del cantante, recorriendo un repertorio de grandes éxitos, muchos revisitados. 23 canciones que condensan su trayectoria hasta entonces, en versiones bien rockeras, aderezándolas alternativamente de hard rock, y clave punk, abolerada o cumbiamba, como así también arremetiendo con el blues y el Funky. Siempre todo con una cuidada producción y una mezcla de lo más profesional que destaca a los buenos músicos que lo acompañaron, y que realzan algunas perlas del show, como cuando rinde tributo a grandes clásicos del mundo rock.

El disco cierra con la siempre ganadora “El Salmón”. Y así se sigue considerando Andrés Calamaro: “Quiero arreglar todo lo que hice mal. Todo lo que escondí hasta de mí… Revísenme el aceite, el aire y el agua. Revísenme a mí. El coche no tiene nada. En esta ocasión voy a pedirles perdón. Si es rápido y es gratis, entonces, Why not? Siempre seguí la misma dirección, la difícil, la que usa el salmón…”

Y aunque quizás se haya rendido a los placeres burgueses, Calamaro continúa siendo transgresor y rebelde. Continúa siendo un rocker. Continúa nadando contra la corriente.

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