Por Ernesto Edwards/ Filósofo y periodista @FILOROCKER
Sostuvo su pensamiento en algunas metáforas. Una de ellas utilizada también por el rock
El pensamiento filosófico presocrático se caracterizó por una marcada preocupación por el fundamento metafísico del ente y por cuáles eran sus elementos constitutivos principales. En esa selecta galería desfilaron, entre otros, los jónicos Anaximandro (el ápeiron), Anaxímenes (el aire) y Tales de Mileto (el agua). De la Italia meridional, los pitagóricos (el número). Y entre los presocráticos tardíos, Anaxágoras (el nous), Empédocles (agua, aire, tierra y fuego) y Demócrito (el átomo). Cada uno con su librito. Con su propia cosmovisión.
Pero ninguno de ellos se destacó tanto como dos pensadores que al día de hoy siguen dando que hablar en el campo de la Metafísica. Por un lado Parménides de Elea, que afirmaba que la permanencia era el sustrato de la realidad, y que lo que es, no puede no ser. Y por otro, Heráclito, “el Oscuro” (540 AC – 480 AC), nacido en la mítica Éfeso, Asia Menor (hoy en Turquía), de quien explicaremos algunos de sus conceptos, dispersos entre numerosos aforismos y escasos fragmentos recuperados de sus obras. Quizás la frase más famosa que se le atribuye haya sido la de “No te bañarás dos veces en el mismo río”, queriendo significar que en el devenir, en el cambio, en la mutación, se asienta el Ser.
De familia aristocrática y costumbres ermitañas, y con formación autodidacta, sus intérpretes han querido caracterizarlo filosóficamente de diversas maneras, algunas entrando en contradicción entre las mismas: monista materialista, o empirista, o racionalista, o místico. Del modo que haya sido, Heráclito se encuentra en los orígenes tanto de la Metafísica como de la Dialéctica. Su visión de una naturaleza ordenada por el Logosen cuanto a su transformación, guardado como ley universal en el alma de cada hombre, insinuaba un posicionamiento moral y un esbozo teológico.
Y aunque hay mucho más para decir acerca de la doctrina heraclítea, vamos a detenernos en la figura del Fuego, al que consideraba el arjé (fundamento) de todo, en cuanto simbolizaba la lucha entre opuestos, al mantenerse vivo en el acto mismo de consumir, modificando la materia. Ya lo decía: “Este mundo, que no ha sido creado por ninguno de los dioses ni de los hombres, es y será siempre fuego eternamente vivo que se enciende y se apaga según medida”. Idea que también remite a lo que se conoce como “el eterno retorno” que plantearían los griegos clásicos.
Fue así que la idea del fuego atravesó décadas, siglos, milenios, para posarse en nuestros días con forma de metáforas diversas, despertando ideas e inspirando a creadores de diferentes disciplinas artísticas. En el foco de este artículo ubicaremos a los rockers argentinos, con algunos ejemplos salientes, muchas veces distantes del fuego como impulso creador sino como, a veces, principio destructivo. Y otras, como la temperatura de una escena que termina siendo caliente.
Sobresale en esta recorrida Luis Alberto Spinetta, el filósofo místico del rock, con «Los Libros de la Buena Memoria», editada en tiempos de Invisible, para preguntarse: “¿Qué sombra extraña te ocultó de mi guiño que nunca oíste la hojarasca crepitar?”.
“Estaba En Llamas Cuando Me Acosté”, del segundo álbum en vivo de Charly García “Casandra Lange” (1995), hoy una rareza descatalogada, fue compuesto mientras García estuvo internado en una clínica psiquiátrica donde era tratado con musicoterapia. Luego, en 1996, aparecería en “Say No More”. En la canción afirmaba “Ni siquiera puedo entender lo que hago a veces, nena”. Toda una confesión. En “Crimen” Gustavo Cerati parece rendir tributo a García al decir “En llamas me acosté, en un lento degradé…”
En 1986 Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota editan “Oktubre”, un ideologizado disco conceptual que evocaba la Revolución Bolchevique de 1917 en la vieja Rusia zarista. “Fuegos de Octubre” tiene una letra breve pero contundente: “De regreso a octubre, desde octubre. Sin un estandarte de mi parte. Te prefiero igual, internacional”.
“Dame el Fuego de Tu Amor”, un clásico de Sandro, será reversionado por Attaque 77 en clave punk, en un disco tributo al clásico baladista: “Dame fuego, dame, dame, dame el fuego. Dame el fuego de tu amor”. Pasión y reclamo a fondo, desde la necesidad de amar y ser amado.
El malogrado Pity Álvarez, en su época de líder de Intoxicados, graba junto a Andrés Calamaro “Fuego”, y su letra es una confesión: “Esta vez en serio, no estoy mintiendo. Algo se prende fuego. Sé que muchas veces dije que el lobo venía. Pero esta vez el lobo está acá. Se prende fuego mi pelo, mi piano, mis discos, la ropa y el perro. Puede ser que otra vez no sea cierto, pero siento cómo el fuego me quema por dentro. Dame un balde de agua o de arena. O pásame el matafuegos. El incendio está cerca y no voy a quemarme sin antes pelear”.
En “Giras y Madrugadas” (2019) (También en los discos “Llenos de Historias” y “Sinfónico”) La Beriso incluye “Incendiémonos”, para cantar a puro rock “Buscando lo que no quería encontrar, estabas tan linda esa mañana. Yo me resistía a poderte mirar, y tu mirada me atravesaba. Me voy sin poderte decir todo lo que yo imaginaba. Al tiempo me hablaste y dijiste ´Por Dios, incendiémonos. Incendiémonos hoy en la cama´”.
En “Incendios” Marilina Bertoldi cuenta: “Vuelo el duelo de mi obscenidad. Que concreta incendios al pasar. Nada frenarás en mi afán de hablarte mientras vos gritás. Eras vos y nada falló. Éramos y todo se cayó. Cada cosa siempre en su lugar. Repetir, forzar, dejar de amar”.
“Sangre y Fuego”, de Bulldog, y la siguiente reflexión: “Fueron pasando los años, me fui poniendo mejor. Estuve siguiendo tus huellas hasta el día de hoy. Toma el sol de mañana, crece mi pequeña flor. Ha visto tantos horizontes en tu mirada, hoy. Y aunque la muerte nos separe un tiempo, sólo un rato será. Sangre y fuego van en un ritual, a un mismo lugar. Cambio de color para encontrar la puerta final”.
Como bonus track nos queda “Fuego”, la canción de 2009 que por el dúo colombiano Bomba Estéreo ha recorrido el mundo, primero como fondo de la apertura del unitario argentino “El puntero”, llegando incluso a musicalizar un recordado pasaje de la española “La Casa de Papel”, la misma de Berlín, Tokio, Lisboa, Río, Denver, Nairobi, Palermo y Estocolmo. “Fuego” es como un mantra que repite “Y grita ¡fuego! Mantenlo prendido, fuego. No lo dejes apagar, y grita ¡fuego!”
Sí, este mundo es y será siempre fuego eternamente vivo que se enciende y se apaga según medida. Esa medida es el Logos, el mismo que hace que Heráclito, no sabemos de qué modo, aún mire cómo las historias se repiten.