La miel fue apreciada durante milenios no solo por su dulzura, sino también por sus notables propiedades nutricionales y terapéuticas. Desde tiempos antiguos, civilizaciones como la egipcia y médicos como Hipócrates reconocieron su poder curativo. En la actualidad, expertos de la Fundación Española del Corazón (FEC) la consideran una gran fuente de energía y de variados nutrientes, destacando sus beneficios para la salud cardiovascular, el hígado y la piel.
Este líquido dorado es producido por las abejas a partir del néctar de flores, y su proceso de transformación incluye la mezcla con enzimas propias de estos insectos, que la convierten en una sustancia rica en azúcares, vitaminas, minerales, antioxidantes y aminoácidos esenciales. La miel no solo es un edulcorante natural de amplio uso, sino también un alimento rico en nutrientes y propiedades terapéuticas. Sus efectos beneficiosos van desde el cuidado del corazón y el hígado hasta la mejora de la piel y el alivio de la tos.
Desde la FEC, indican que la miel es ideal para proporcionar energía rápida, gracias a la absorción de sus componentes como la glucosa y la fructosa. Además de ser una fuente energética clave para deportistas, niños y personas mayores, la miel también es recomendable para aquellos en recuperación o convalecencia. Según la FEC, al mejorar el riesgo coronario y aportar energía a la musculatura cardiaca, la miel favorece la producción de fosfatos orgánicos, esenciales para la vitalidad diaria.
La miel no solo es un edulcorante natural de amplio uso, sino también un alimento rico en nutrientes y propiedades terapéuticas. Sus efectos beneficiosos van desde el cuidado del corazón y el hígado hasta la mejora de la piel y el alivio de la tos. Tal como afirma la Fundación Española del Corazón, la miel es una “gran fuente de energía y nutrientes variados”, que merece ser valorada por sus múltiples aportes a nuestra salud y bienestar.
Beneficios para el hígado y prevención de enfermedades
Uno de los aspectos menos conocidos, pero de gran importancia, es la influencia de la miel en el funcionamiento hepático. Estudios recientes mostraron que consumir miel diariamente puede ayudar a reducir la grasa en el hígado y prevenir la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA). La FEC enfatiza que este alimento contribuye a mantener y proteger el hígado, promoviendo su salud general y mejorando su capacidad para desintoxicar el cuerpo.
Los dermatólogos también señalaron los beneficios de la miel en el cuidado de la piel. Este edulcorante natural actúa como un potente antioxidante y antiinflamatorio, ideal para curar quemaduras, suavizar la garganta en caso de irritación y aliviar la tos. Existen incluso tratamientos recomendados para reducir cicatrices y mejorar la hidratación y luminosidad de la piel, debido a su capacidad para retener la humedad.
Tipos de miel y sus propiedades
Dependiendo de la flor de origen, la miel puede tener efectos terapéuticos específicos. La miel de romero, por ejemplo, favorece el funcionamiento hepático, mientras que la de azahar es conocida por sus efectos relajantes. Los especialistas de la citada fundación destacan que cada tipo de miel posee diferentes efectos, desde los expectorantes y digestivos del tomillo hasta las propiedades antisépticas del espliego. De este modo, elegir la miel adecuada puede potenciar beneficios específicos según las necesidades del consumidor.
Más allá de su uso medicinal, la miel es un ingrediente versátil en la cocina, que se emplea tanto en postres como en platos principales y salsas. Sin embargo, es esencial elegir mieles producidas de forma artesanal para conservar sus nutrientes, evitando aquellas pasteurizadas o sometidas a altas temperaturas que destruyen sus enzimas beneficiosas. Para su adecuada conservación, se recomienda almacenarla en tarros cerrados y alejados de la luz y la humedad, con el fin de preservar sus propiedades por más tiempo.