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Bob Dylan, un completo desconocido

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Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER

“A Complete Unknown” es un buen musical sobre Dylan

Aunque seguramente resulte innecesario aclararlo, una cosa es el genial cantautor, escritor y filósofo Bob Dylan, y otra muy diferente la película que aborda, de modo ficcional, los años iniciales de su carrera musical.

En los últimos tiempos las ubicaciones de los filmes al momento de sus estrenos en los géneros que se supone corresponden, se ajustan al gusto y conveniencia comercial de sus distribuidores. Por ello conviene aclarar que “Un completo desconocido” no es un biopic pleno y puro. Es un drama musical sin margen para negarlo.

Lo que no se puede desconocer es el acierto en el título del mismo. De Bob Dylan sabemos lo que el mismo Dylan ha querido que sepamos. Recordemos que él fue el autor de su propia leyenda, a una edad en la que la mayoría aún no tiene claros ni sus proyectos ni sus objetivos.

También debe decirse que si el metraje no dispusiese del necesario subtitulado en los momentos musicales, a la mayoría de los espectadores se les perdería el fondo de lo que se debe colocar en primer plano: el incomparable talento creativo de un Bob Dylan que se destacaría para siempre del resto de los compositores sobre la faz de la Tierra en esta cambiante contemporaneidad.

Nacido como Robert Allen Zimmerman, en Duluth -un pueblito del Estado de Minnesota-, el 24 de mayo de 1941, antes de cumplir los 20 ya había partido rumbo a New York, una ciudad que suele fagocitar a los mejores entrenados para sobrevivir y tratar de destacarse. Dylan rápidamente se vincula con lo más granado de la intelectualidad neoyorkina, convenciéndolos de tener una historia propia de cierto reconocimiento, y debatiendo a la par de los que ya estaban consagrados en el mundo del arte y la cultura. Será en ese punto que la película comienza.

Bien dirigida por James Mangold, basada en el libro “Dylan Goes Electric!” y estelarizada por Timothée Chalamet, Edward Norton, Mónica Bárbaro y Elle Fanning, darán vida, respectivamente, al astro del rock, a Pete Seeger, a Joan Báez y a la primera pareja y ocasional amante de Dylan -un personaje basado en Suze Rotolo-. Todos con muy buenas interpretaciones, que incluyeron al protagonista cantando él mismo sus clásicas canciones. Y con una factura tal que propició que el filme recibiera ocho nominaciones al Oscar.

Así veremos cómo el joven Bobby, luego de abandonar la Universidad de Minnesota tras apenas un año de cursada, apunta a conocer a un postrado Woody Guthrie, la leyenda del folk estadounidense, afectado por la enfermedad de Huntington, a quien su admirador Dylan le dedica en su disco debut la canción “Song to Woody”.

Paralelamente se relaciona con el consagrado Pete Seeger, otro reconocido músico, que por su compromiso en defensa de los derechos humanos y su ideología de izquierda sería condenado a un año de prisión y a diecisiete de completa censura a nivel de difusión mediática. 

También seducirá a la sacerdotisa del folk Joan Báez, se acercará al ídolo Johnny Cash, grabará álbumes que serán parte fundamental de la mejor discografía de la historia, y, una vez reconocido como el portavoz de una generación que encontró su cantor de protesta bajo el tradicionalista formato del folk, terminará por traicionar a todos sus seguidores en el ya legendario festival de Newport, cuando decide electrificar sus instrumentos y provocar que el numeroso público lo repruebe y en su cara le griten “Judas”. Claro, la resistencia al cambio de los propios seguidores generalmente es un obstáculo para la evolución de los creadores. Pero nunca fue el caso de Bob Dylan.

El título del filme responde a un fragmento de la letra de una de sus tantas famosas canciones: “Like a Rolling Stone”. Y no puede ser más acertado. Bob Dylan sigue siendo, y lo será siempre, un completo desconocido en lo que tiene que ver no ya con sus datos personales y la información superficial que podamos poseer de cualquier miembro del firmamento de estrellas del mundo del arte. Bob Dylan es tan misterioso, excéntrico, apasionado, rebelde, soberbio, transgresor, enigmático, contradictorio y por momentos insensible, que cualquier aseveración sobre él siempre será aventurada y a riesgo de quien la haga. Y todo ello lo es hasta tal punto, que el director reconoció que en sus reuniones preparatorias con Dylan, éste le exigió que incluyera varias imprecisiones históricas, falsedades, contradicciones, anacronismos y mentiras. Hasta las más conocidas setlists de históricos recitales fueron alteradas a pedido del viejo Bob. Y hubo, claro, encuentros que nunca sucedieron.

Es decir, la película no es un documental, ni mucho menos. Ni siquiera es la mejor sobre Dylan. “Un completo desconocido” es casi pura ficción. Pero, ¿a quién le importa? Si bien la biografía, su recorrido, definen la personalidad de un artista, finalmente será su obra la que se destaque y prevalezca. Y el Premio Nobel del Rock, galardonado en 2016, deja un legado artístico insuperable. Aunque se resista a cantar sus creaciones más populares, como ese himno eterno que es “Blowin´In The Wind”, ese que decía, a modo de pregunta filosófica, “¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre antes de que le llames hombre? Sí, ¿y cuántos mares debe surcar una blanca paloma antes de dormir en la arena? ¿Cuántas veces tienen que volar las balas de cañón antes de que sean prohibidas para siempre? La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento?”

Afortunadamente para los espectadores sonarán canciones exitosas y reconocidas como “The Times They Are A-Changin”, “Mr. Tambourine Man” y “Masters Of The War”. 

Sí, nadie describió mejor al mundo y su propia época que Bob Dylan. Nadie se convirtió, con más legitimidad que él, en la voz de su generación, protestando y denunciando las inequidades del mundo. Y si alguien esperaba, viendo esta película, saber un poco más sobre él, vayan sabiendo que será imposible. Se trata de una buena realización, con actuaciones elogiables y nada más. Que cuenta con la aprobación del artista. Y entonces es lógico que no proporcione más información que la que pudimos tener a lo largo de más de seis décadas. 

Así es él. Así fue siempre. Desde uno de sus primeros aciertos, cuando nos avisó que “Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder”.

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