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“Código negro”: secreto de espías

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Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER

“Black bag” es un thriller de espionaje que seduce y entretiene

“Código negro”, tal la traducción del título original como lo conocimos en nuestro país, refiere a “Black bag”, que es una expresión que, desplegada, significa algo así como “no me preguntes, que no te puedo contestar. Esa información es confidencial y de circulación restringida”. Todo eso. Una circunstancia perfectamente aplicable para que aparezca frecuentemente en las conversaciones entre espías, aún de la misma jurisdicción, e incluso, entre parejas que conviven. Y conocer este detalle es clave para entender por dónde va el filme.

Como es de esperar, y como sucede en la vida en general -pero en el espionaje parece que es algo que se exacerba-, la cuestión de las lealtades y las traiciones son moneda corriente. Y bien puede suceder que se llegue a un punto en el que alguno tenga que elegir por serle fiel a su país o a sus afectos más cercanos en la vida.

El director de “Código Negro”, Steven Soderbergh (Atlanta, 1963), quien también se ha destacado como productor, guionista y editor, tiene una extensa lista de éxitos: “Tráfico” (2000) (por la que obtiene el Oscar a mejor director), “Erin Brockovich” (2000), “La gran estafa” (2001), “Insomnia” (2002) y “Contagio” (2011), entre otros, con los que fue cimentando una sólida carrera como realizador de películas de acción y suspenso. Y el guionista, David Koepp, ha demostrado su eficacia en el género con títulos como “Jurassic World: Rebirth” y el origen de la saga “Misión: Imposible”. Cabe agregar que “Código negro” es la tercera ocasión en que trabajan juntos.

El elenco es notable: los consagrados Cate Blanchett y Michael Fassbender, la ascendente Marisa Abela y la participación especial de Pierce Brosnan. Con sólo volver a verlo en pantalla, es inevitable la referencia y asociación de Brosnan con el inolvidable personaje de James Bond, el espía más famoso de la historia.

Gracias a las películas y a cierta literatura, especialmente a Ian Fleming, creemos estar lo suficientemente familiarizados con lo que serían en la realidad el funcionamiento de agencias como la CIA, en los Estados Unidos, y el británico MI6. La primera, a cargo del espionaje fuera del territorio norteamericano, ocupándose prioritariamente, en la actualidad, de la amenaza terrorista y el cibercrimen. Y la segunda, al frente de la Inteligencia exterior. Y, en ocasiones, cuando la situación lo justifica, operando en conjunto e intercambiando información.

De muy reciente estreno en todo el mundo, y actualmente en numerosas carteleras internacionales, “Black Bag” ha sido bien recepcionada por la crítica y el público en general. No es para menos. Reúne todo lo que hace falta para atrapar y entretener a un espectador promedio y atento.

Partamos de acá con el núcleo argumental: ambientada en Londres, un oficial británico de inteligencia, George Woodhouse (Fassbender), un hábil interrogador, recibe la orden de investigar una filtración, que podría ocasionar graves consecuencias para la seguridad del país (y también del resto del orbe), de un programa del que casi nadie conoce de su existencia. Woodhouse recibirá un listado de los cinco máximos sospechosos, y entre ellos se destacará su esposa Kathryn (Blanchett), también miembro del servicio y de mayor rango que su esposo.

A los fines de diligenciar la investigación interna decide invitar a una cena en su casa a los otros cuatro, que ya se coconocen y también trabajan en la misma agencia gubernamental. Una es Clarissa (Abela), la joven dedicada a manejar transmisiones satelitales, quien concurrirá con su pareja Freddie (Tom Burke). Los otros dos serán Zoe (Naomie Harris), la psiquiatra encargada de evaluar frecuentemente a sus compañeros, y su novio James (Regé-Jean Page). Claro que George, en principio, no le advertirá a su esposa Kathryn que ella también está sospechada de traición.

Durante la reunión nocturna George drogará a sus compañeros, consiguiendo así derrumbar los frenos inhibitorios de todos, como si fuese una especie de “suero de la verdad” que los llevó a confesar, de manera inconveniente, detalles de la vida privada de cada uno, provocando reacciones violentas e incontrolables. Sumado a ello, el superior que ordenara la investigación interna tendrá una muerte repentina y sospechosa. Más dudas y confusión para todos.

Mención aparte el foco que pondrá George en su esposa, que irá dejando indicios de contradicciones y mentiras, lo que lo llevará a espiarla satelitalmente cuando ella viaje a Zúrich, donde tiene una millonaria e injustificable cuenta bancaria.

La otra clave, de la que no conviene revelar demasiados detalles para todo aquel que piense en ver el filme, es Stiglitz (Brosnan), el jefe de todos ellos. En el medio, algo haría pensar que con el objetivo de desestabilizar a Vladimir Putin, el presidente ruso, la agencia no dudaría en sacrificar mucha gente inocente con un estallido nuclear.

“Código negro” es un logrado y ágil filme de alto suspenso, aunque de escasa acción para lo que se espera del género. Que es una expectativa fuera de lugar, toda vez que la propuesta argumental parece apuntar a lo que realmente sería la vida de los espías británicos, muchas veces abocados a una actividad monótona y tediosa bastante alejada de lo que el cine de acción nos viene mostrando, y nos ha convencido, desde hace décadas.

Sobre un ingenioso libro y con una lograda dirección que permite el lucimiento de sus protagonistas, en medio de diálogos inusualmente inteligentes, llevará a uno de sus protagonistas a enfrentarse con un dilema extremo: confía y le cree a su esposa, o la arrinconará sin piedad hasta averiguar la verdad. Y si descubriera que la misma es la traidora, ¿la terminaría entregando? Y, ¿cómo compatibilizar la contradicción, si la hubiera, entre el amor conyugal y la lealtad a su país? Especialmente si alguna vez afirmó que estaría dispuesto a matar por ella, si hiciera falta. La respuesta, al final de la película.

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