Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
“Parthénope” es una nueva obra de arte de Paolo Sorrentino
Cuando hace varios años, en 2014, durante la emisión de la ceremonia de premiación del Oscar correspondiente a la producción de la temporada anterior, al momento de entregarse la estatuilla por la Mejor Película Extranjera, “La grande bellezza” (Italia, 2013), muchos nos sorprendimos al ver que quien subió a retirarla era un casi ignoto italiano que, al recibirla, se la dedicaba a “Diego Armando Maradona”. Dicho así, a nombre completo del que por entonces todavía era para todos los argentinos y gran parte del mundo el indiscutido mejor futbolista de todos los tiempos.
El premiado no era otro que Paolo Sorrentino (Nápoles, 1970), de quien descubriríamos que se trataba de un notable intelectual, un creador, un artista, que ya lo venía demostrando como director cinematográfico, guionista y escritor italiano. Y que su dedicatoria a Maradona no era un recurso para llamar la atención sino que era un auténtico y sincero fanático del club de fútbol Nápoli, a quien la absoluta mayoría de los napolitanos todavía idolatra y le agradece que los haya puesto, desde el postergado sur de Italia, en el radar del poderoso calcio, siempre esquivo para todos los clubes de más abajo en el mapa que la poderosa Roma.
Alguna vez hemos escuchado esa frase, atribuida a Goethe, que afirma “Vedi Napoli, poi muori” (ver Nápoles y después morir). Más allá de otras lecturas e interpretaciones, su traducción tuvo que ver con lo impactante e incomparable que puede llegar a ser la experiencia de llegar a la tercera ciudad más grande de Italia, y caer cautivados por la belleza de su paisaje. Y por probar la mejor pizza del orbe.
Este modesto columnista hizo su propio recorrido por la populosa, fascinante y caótica Nápoles. Y aunque son muchos los detalles que se destacan en una simple primera vista, observar que cada pared de cada manzana tiene inconfundibles señales del incondicional amor aún vigente por el malogrado futbolista argentino, impacta.
Vaya una sola anécdota personal. Al llegar al estadio por entonces denominado “San Paolo” (hoy “Diego Armando Maradona”), al estar cerradas sus puertas al público, cuando señalamos nuestra procedencia, la ciudad de Rosario, y que veníamos de allí donde el “Diez” había jugado, en Newell´s en 1993, para visitar el campo, el intendente del estadio inmediatamente nos abrió el paso. Se entiende, entonces, la pasión de Paolo Sorrentino por Maradona, por el Club Nápoli y por su ciudad toda, algo que pudo verse plasmado de un modo artístico deslumbrante en la imperdible “Fue la mano de Dios” (2021).
Tras ese inesperado Oscar hubo que descubrir, rápidamente, que Sorrentino era un joven realizador, que entre surrealista e irreverente, y con un marcado anticlericalismo (exponiendo lo que muchos piensan), hacía recordar lo mejor del gran Federico Fellini. Fue así que iríamos admirándolo, sucesivamente, en cuanto a títulos, tanto en cine como en series televisivas. En cine, además de las mencionadas, conviene ver, en idioma inglés, “Un lugar donde quedarse” (2011) y “La juventud” (2015). Y en series, “El joven Papa” (2016) y su continuación “El nuevo Papa”, en las que además de exponer su revulsivo enfoque sobre la Iglesia como institución, exhibe su descontrolada pasión por el Nápoli y por Maradona, mostrando en un papel secundario a un cardenal fanático por la camiseta celeste.
“Parthénope, los amores de Nápoles” es el nuevo título que firma Sorrentino, que cuenta con el protagónico de la joven y bella Celeste Dalla Porta, y la participación del multipremiado Gary Oldmanengalanando el elenco, junto a Silvio Orlando, Peppe Lanzetta y la legendaria Stefania Sandrelli. Previo a su estreno en la Argentina venía precedido de una nominación como mejor película en el Festival de Cannes y habiendo recibido el Premio del Público en San Sebastián (Donosti). Y ya es la película más taquillera del cineasta italiano.
Seguramente puede decirse mucho acerca de este reciente estreno. Ya su título anticipa bastante sin grandes ambigüedades. Es que “Parthénope” connota demasiado, haciéndonos pensar en la fundación mítica de Nápoles, ya que es el nombre que recibía originariamente la ciudad. Y en la sirena que llevaba su nombre. Y hasta en la siempre esperada y para muchos milagrosa licuefacción de la sangre de San Genaro. Pero entre tanta belleza que da marco al filme, Sorrentino se ocupa de provocar pensar, de llevarnos a reflexionar. Sin alardes ni lugares comunes. Sin una filosofía superficial y ramplona. “Parthénope” nos interpela acerca del paso del tiempo y qué hacemos con él. Y hace lo mismo sobre la libertad. Y lo provoca siguiendo la vida de una mujer a lo largo de setenta y tres años, durante 136 minutos, recorriendo todo aquello que nunca ha podido olvidar. Incluidos esos primeros amores, que muchas veces se dividen entre el luminoso y puro, y el oscuro y prohibido.
“Parthénope…” es un drama escrito, producido y dirigido por Paolo Sorrentino. Que seguirá, desde su nacimiento en 1950, la vida de quien será una inquietante adolescente que provocará que su propio hermano se obsesione con ella. Y entre seducciones y devaneos, nada terminará bien entre ellos.
Al tiempo, deberá decidir entre convertirse en actriz, dedicarse a la literatura o ser la notable antropóloga y catedrática que ya se avizoraba de joven. En el medio de esas cavilaciones se relacionará con un maduro escritor al que admiraba, y que le cambiará su manera de ver el mundo. Y también se vinculará con un viejo y ejemplar profesor que le mostrará el camino de aprender a enseñar mientras se sigue aprendiendo, a la par de la escritura de su tesis acerca de los milagros a la luz de la Antropología.
Capítulo aparte la aproximación de Parthénope, arrogante y audaz, a un obispo más interesado en lo sexual que en su actividad pastoral. También para el momento en que conoce al hijo de su admirable maestro.
Con una mezcla de melancolía y emociones más vitales, Sorrentino designó a su protagonista con un nombre mitológico. Su devenir transitará entre la tragedia, una efímera felicidad, el desprejuicio de elecciones poco comunes, y la belleza de una vida observada y revisada hacia el final de todo. Sin arrepentimientos.
“Parthénope”, según quién la mire, posiblemente no es la mejor película de Sorrentino. Pero no está muy lejos.
De fondo, del soundtrack se escucha a Ricardo Cocciante cantando “Ya estaba todo previsto”. Y… ¿cómo saber si es cierto…?