Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
Edwards y Spielberg logran un eficaz entretenimiento
Julio Verne (Nantes, 1828 – 1905) fue un escritor francés, el segundo más traducido de la historia, célebre por sus novelas de aventuras que lo convirtieron en un pionero de la ciencia ficción (junto a H. G. Wells), ambientándolas siempre a finales del siglo 19, y apelando a la tecnología de su tiempo, como una auténtica “metáfora epistemológica” que tan bien explicaba en sus textos Umberto Eco.
Pero lo más notorio que puede atribuirse a Verne es su aproximación visionaria a lo que vendría en cuanto a adelantos científicos y a experimentación, tanto de laboratorio como de campo, con tanta aproximación a lo que luego se iría confirmando en la realidad, que provocaba asombro. Lo hizo en títulos como “20 mil leguas de viaje submarino”, “De la Tierra a la Luna” y “La vuelta al mundo en 80 días”, adelantándose con sus ideas acerca de los vehículos submarinos y los viajes espaciales.
Pero sería con “Viaje al centro de la Tierra” (1864) en el que, de algún modo, daría un salto al pasado, cuando un profesor de mineralogía, junto a su sobrino y un guía, a partir de un misterioso manuscrito sabrán cómo llegar al centro del mundo. Tras muchos contratiempos accederán a un nivel prehistórico donde se enseñorean, peligrosamente, enormes dinosaurios.
Steven Spielberg (Cincinnati, 1946) es el talentoso e influyente director, guionista y productor de tantos éxitos cinematográficos, con los que supo reinventar el cine de entretenimiento y de aventuras tanto como ser autor de obras exquisitas y enorme sensibilidad, como “Indiana Jones”, “Tiburón”, “E. T.”, “Encuentros del tercer tipo” y “La guerra de los mundos”, entre las primeras, y “La lista Schindler”, “El color púrpura”, “Lincoln” y “Munich” entre las segundas.
Fue en 1993 que dirigirá “Jurassic Park”, un tanque pochoclero de ciencia ficción y aventuras, basado en un texto de Michael Crichton acerca de un parque temático con dinosaurios vivos, clonados por genetistas especialistas que son esponsoreados por un multimillonario. Obviamente sin conflicto no hay cine ni arte, y por ello algo sucederá y los dinosaurios escaparán del parque, poniendo en peligro las vidas humanas. Este núcleo argumental completó una primera trilogía, con una continuación dirigida por el propio Spielberg en 1997, y una tercera, que no la dirigió (aunque sí la produjo) ni se basó en el mismo autor que las anteriores.
En 2015 comenzaría una segunda trilogía, la de “Jurassic World”, ya con dinosaurios de diseño, más inteligentes y peligrosos que todo lo conocido hasta entonces, habitando una isla perdida visitada por turistas adinerados y desaprensivos.
Será Gareth Edwards (Nuneaton, 1975), que muchos ya conocen por haber dirigido “Monsters” (2010), “Godzilla” (2014) y “Rogue One” (2016), el encargado de dirigir un nuevo comienzo, con la séptima de la saga, otra vez bajo la atenta supervisión y producción de Spielberg, aunque desde hace un tiempo algunos insistan que ya no se ocupa como antes. No parece el caso.
Con un elenco taquillero encabezado por dos buenos actores como Scarlett Johansson y Mahershala Ali, junto a Jonathan Bailey y Luna Blaise, “Jurassic World: Rebirth” a lo largo de poco más de dos horas nos coloca en el 2027, con el planeta convertido en un lugar cada vez menos amistoso para los dinosaurios, que ya conviven con naturalidad con los seres humanos en las grandes urbes mundiales.
Las escasas especies que tienen una vida más saludable habitan en remotas islas ecuatoriales, de complicado acceso, con un clima que es el que les permite sobrevivir, en condiciones de descontrol absoluto. En ese contexto, la historia principal mostrará cómo un poderosísimo laboratorio farmacéutico busca crear un revolucionario medicamento que prometería erradicar toda enfermedad cardiológica. Para ello necesitan una muestra de material genético de tres tipos de gigantescas criaturas prehistóricas, una terrestre, una acuática y otra aérea. Por supuesto que la manera de obtenerlas es de trámite peligrosísimo.
Para tal empresa un representante del laboratorio multinacional convocará a una exmarine que liderará un reducido equipo que acometerá dicha misión, dirigiéndose a la isla donde todo comenzó, tres décadas atrás. También requerirá el concurso de otro exmilitar, a cargo del barco, junto a otros pocos elegidos más. Y como asesor experto en cuestiones de dinosaurios, un director de un parque museo será el indicado. Todos, claro, lo harán por una determinada cantidad de dinero, imposible de rechazar.
No faltará una subtrama con una familia, reducida en número, con un padre y dos hijas, más un yerno en ciernes, todos emprendiendo un viaje marítimo en un modesto barquito, en busca de afianzar vínculos personales.
Y, todos juntos, se cruzarán en un punto de la historia, donde se plantearán dudas y dilemas, cuando las ambiciones personales confrontarán con ciertos principios morales.
“Jurassic World: Rebirth”, bien puede ser el comienzo de una tercera trilogía, con esta superproducción bien realizada, donde se conjugan acertadamente todos los ingredientes, entre acción, aventuras, tensión y mucho suspenso. Recién sobre el final sabremos qué tesitura es la que se impone. Y quiénes ganan. Y ya se sabe que nunca sucede que todos terminen satisfechos.
“Jurassic World” consiguió lo que parecía imposible. A nivel mundial acaba de desplazar al segundo lugar en cuanto a recaudaciones a “F1”. Ambas parecen tener un público joven. Pero si miramos las colas en los cines ello no parece excluyente para otras edades. Y, atención, ya se viene “Superman”, que buscará lo suyo.