Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
Una comedia romántica que entretiene y hace pensar
Acaba de renovarse parcialmente la cartelera cinematográfica en Argentina, y entre algunos filmes destacables que el autor de esta nota ya ha podido ver, como “Exorcismo: el ritual” y “Cuando cae el otoño”, se destaca “Amores materialistas”, la amable comedia romántica que a la par de entretener, da pie para algunas reflexiones.
Antes de avanzar con el análisis del filme recomendado de esta semana, algunas impresiones de las otras dos mencionadas. La primera, “Exorcismo: el ritual”, es la acertada revisión de la historia real que generó la versión original de la recordada “El exorcista”. En este caso con el protagónico del veterano y talentoso Al Pacino como el especialista enviado por la Iglesia a enfrentar al mal, junto al párroco del lugar y algunas jóvenes novicias, y liberar a una infortunada chica de una presunta posesión.
La segunda, “Cuando cae el otoño”, es una notable producción francesa que expone la vida cotidiana de una anciana exprostituta parisina, que ya retirada habita en un pueblito con su mejor amiga como vecina, quien tiene a su hijo purgando una condena en un penal. Cuando la protagonista recibe la esperada visita de su hija y su nieto, un inesperado e involuntario incidente desencadenará una tragedia que pondrá a prueba los valores de cada uno.
Yendo ahora sí a “Amores materialistas”, la misma, en su núcleo argumental, pone en jaque el enfoque interesado en los vínculos personales. Con la dirección y el guión de Celine Song -la prestigiosa realizadora de origen coreano que trascendió por su ópera prima “Vidas pasadas”-, a lo largo de 117 minutos presenta la historia de Lucy, una joven, atractiva y ambiciosa matchmaker (casamentera) neoyorkina, quien entre adinerados clientes varios de ambos sexos, se debatirá entre el amor de un candidato casi perfecto que reúne las mejores condiciones para una chica soltera, y el caótico e imperfecto exnovio.
Dakota Johnson (Austin, 1989), la bella hija de Don Johnson y Melanie Griffith, que se hiciera famosa con la trilogía de corte erótico “50 sombras de Grey”, junto al astro chileno Pedro Pascal (figura en series como “Juego de Tronos”, “The Mandalorian” y “The Last of Us”) y Chris Evans (notorio por estelarizar al “Capitán América”), componen una especie de triángulo amoroso. Con un rol principal que expone a una exitosa celestina de élite, que alterna el día a día ocupándose personalmente de sus contratantes en búsqueda de citas con pretensiones bien precisas, veremos cómo el posicionamiento de cara a la escala axiológica que fuimos elaborando y convirtiéndola en propia es la que orienta nuestras decisiones existenciales de fondo.
Claro que también hay subtramas y unos cuantos personajes secundarios que, entre un bien dosificado humor veremos cómo es que se deciden las elecciones y las dinámicas afectivas en la actualidad. Además, la introducción y el cierre mostrará cómo podrían haber sido los primeros acercamientos amorosos en lo que parece ser el Paleolítico, que exhibe la curiosidad de mostrarlos ligados al intercambio material más que a una afinidad sentimental.
¿Qué es, finalmente, aquello que termina de decidirnos cuál será la mejor elección para nuestras vidas, especialmente cuando todo es buenos deseos y loables intenciones? ¿Realmente no nos importan aquellos detalles materiales de los candidatos, o es un tema de fondo a la hora de decidir? ¿Nos imaginamos cómo puede ser el futuro al lado de quien estamos eligiendo? ¿Y si cuando estamos por dar el gran paso aparece otro u otra que nos muestra posibilidades diferentes a las que estamos eligiendo?
Quizás convenga conceptualizar qué entendemos por amor, por futuro, por proyecto familiar, por conveniencia. Porque a la hora de entrevistarse con la encargada de elaborar las citas se deberán completar los casilleros del Excel con la mayor honestidad posible, porque de allí posiblemente saldrá lo que se busca para toda la vida. Que puede ser de aventuras o sin ningún sobresalto económico.
Ya verán que Lucy mostrará por qué un trabajo personalizado y realizado de modo presencial puede dar mejores resultados que contactarse a través de una fría e impersonal aplicación de encuentros. Es obvio que no es un servicio a la mano de cualquiera. Son todos clientes adinerados que suelen estar abonados anualmente, hasta que aparece el príncipe o la princesa buscados, y que incluso no se piensa en arquetipos binarios de género. Eso sí: se buscan coincidencias de segmentación social, de recursos económicos, de convicciones religiosas y de definiciones políticas. Y, por supuesto, se detendrán en especificar cuáles son los requerimientos de apariencia física y de márgenes de edad. Y a esperar que el algoritmo actúe correctamente de acuerdo a las expectativas.
Como sucede en muchos casos la ciudad de New York, aunque parezca un fondo, cobra cierto protagonismo. Lucy, que hace su trabajo muy bien y que consigue que unos cuantos de sus clientes terminen formalizando en un casamiento, será invitada a uno, en el que además de todo deberá calmar la ansiedad y angustia de la novia, que le provocan dudas sobre si dar el sí es lo mejor para su porvenir. La convencerá, claro, pero no por el lado de lo sentimental sino explicándole la conveniencia de tener el mejor y más seguro panorama económico.
Esa fiesta será clave para Lucy y para la película. Porque de modo simultáneo se presentarán los galanes, de corte diverso, que impulsarán sus próximas decisiones. Por un lado Harry (Pascal), un galán maduro, seductor, ultra millonario y soltero, al que todos ambicionan como cliente de la agencia de citas. Y por otro, John (Evans), un ex que alterna entre ser camarero de eventos y transitar innumerables castings para ser actor de modestísimas obras teatrales, mientras vive en un diminuto departamento compartido.
Aunque Lucy manifiesta que no le entusiasma para nada dejar de ser una chica soltera, los acontecimientos la llevarán a tener que decidir entre una vida posible y otra. Y allí, en esa búsqueda de claridad para decidir, está el principal atractivo de un filme inteligente, que en algún punto hace pensar en parte de lo mejor de Woody Allen, que no es poco.