Puede pensarme que a poca gente le interesan los museos y las actividades que se realizan en ellos. Puede pensarse que se trata de espacios superfluos que pueden o no existir sin quitarle el sueño a nadie. Sin embargo, la realidad demuestra todo lo contrario, a partir de la fuerza que genera en las sociedades el goce de los bienes culturales y eso que llamamos conciencia histórica.Los grandes museos del mundo, los numerosos y diversos que existen en la Ciudad de Buenos Aires dan cuenta de un fenómeno masivo y creciente. Pero la realidad de los más modestos espacios museísticos al interior de la Provincia de Buenos Aires viene a ilustrarnos de cómo las comunidades locales encuentran en este tipo de instituciones un espacio esencial de referencia en la preservación del pasado y en la construcción de su identidad, antídotos tan necesarios para enfrentar el fenómeno de la masificación global. Asimismo, no son pocos los que cuentan con grupos de amigos que se erigen en sus promotores y ayudan a su sostenimiento material como parte del compromiso que asumen los integrantes de una comunidad.
Dicho esto, creemos sin temor a equivocarnos, que los 34 años de vida del Museo Histórico de Zárate y la de su asociación de amigos, dan testimonio elocuente de un trabajo constante y tesonero puesto al servicio de la sociedad local para conocer sus orígenes y comprender mejor su presente.En esa línea de preocupación y, en particular en esta nueva etapa que nos toca asumir la responsabilidad de su dirección, el museo renueva el desafío de convertirse en un sitio de contemplación desde diferentes actores sociales que permitan la posibilidad de encontrarse con una multiplicidad de experiencias históricas y con ello, un instrumento que ayude a comprender mejor los fenómenos sociales de manera compleja y diversa. Se trata de que cada visitante pueda establecer un diálogo con el pasado, participando de sus luchas y aventuras y, al mismo tiempo, intervenir en el presente, dinamizando el diálogo cultural y construyendo ciudadanía.
Como parte de una política cultural inclusiva tenemos el firme propósito de que la comunidad continúe en el proceso de apropiación de este espacio que le pertenece y cuyos resultados se traducen en cifras que dan cuenta de ello: en 2024 visitaron y participaron de las actividades ofrecidas más de mil estudiantes de todos los niveles educativos del distrito y,en lo que va del presente año ya hemos superado dicho número. Otro tanto han sido las visitas de los vecinos de nuestra y otras localidades del país, y en número cada vez más creciente de turistas procedentes de otros países, lo cual moviliza a redoblar los esfuerzos para que el Museo Histórico Municipal Quinta Jovita sea un espacio pleno de encuentro educativo, de investigación o de simple disfrute.
Un poco de historia
El 1º de septiembre de 1991 se inauguró el Museo Histórico de Zárate. Surgido a partir de una convocatoria del municipio con participación de la comunidad, tuvo su primera sede en la vieja estación del Ferrocarril Urquiza, en Avenida Mitre 1000. Pocos años después, se trasladó a la Quinta Jovita, la casona que fuera donada a tal efecto por los herederos de la familia Pérez de la Torre, Ana Inés y Hernán Leiva.
Construida por Manuel José de la Torre y bautizada con el nombre Quinta La Jovita en homenaje a su esposa Jovita Godoy, se trata de uno de los pocos ejemplos que sobreviven actualmente, de una arquitectura italianizante del último tercio del siglo XIX que dialoga con un patio con pozo de agua y cuartos de servicio con reminiscencias neocoloniales. En 1999 el sitio fue declarado Monumento Histórico de la Provincia de Buenos Aires.
Qué ver
El guión del museo recorre de modo alternado la historia de la familia propietaria con la de la historia de la localidad a través de mobiliarios de época, retratos y diversos objetos que permiten ilustrar otros tiempos.
Actualmente y hasta el 21 de septiembre se podrá ver la muestra temporaria Juguemos otra vez, integrada por más de doscientos juguetes pertenecientes a la colección privada del Sr. Raúl Arcuri.
En el Patio de las Glicinas el visitante se encontrará con un espacio evocador de reminiscencias neocoloniales, con los viejos cuartos del personal de servicio y el pozo de agua y para la primavera su centenaria glicina en flor, la misma que abrazó el escritor Jorge Luis Borges en su visita de 1968.
Museo Histórico de Zárate Quinta Jovita: Ituzaingó Nº 278. Horarios:
lunes a viernes de 9.30 a 16.00 y domingos de 15.00 a 18.00.