Eran las 5:25 de la mañana de hoy. La ciudad aún dormitaba bajo la lluvia, y el primer colectivo de la línea verde se preparaba para iniciar su recorrido en el barrio Villa del Parque. Adentro, el chofer, un hombre que apenas comenzaba su turno, fue sorprendido por unos golpes en la puerta.
Creía que era un pasajero ansioso por subir, refugiarse del agua o preguntar por el horario de salida. Con la habitual predisposición de quien sirve al público, accionó el mecanismo para abrir. Pero en lugar de un usuario, se encontró con el frío caño de un arma de fuego.
El sujeto, sin mediar palabra, subió, desenfundó el revólver y lo cargó frente a los ojos del conductor. Acto seguido, le apoyó el metal en el pecho. La amenaza fue tácita y brutal. Aturdido por el miedo y la sorpresa, el trabajador no opuso resistencia. Entregó lo único que tenía en la mano: su teléfono celular.
El delincuente huyó corriendo hacia el predio de una clínica cercana, perdiéndose en la penumbra del alba. El conductor, aún temblando, se dirigió al destacamento policial más próximo para dar aviso.
El aparato robado es un Samsung A04E de color ladrillo brilloso, con una funda temática de la Selección Argentina. Su valor sentimental y práctico es enorme para su dueño; sin embargo, para el ladrón es absolutamente inútil. El equipo está completamente bloqueado, imposibilitando su uso o reventa funcional.
Una investigación ya está en marcha para identificar y capturar al responsable de este violento asalto. Mientras tanto, desde el círculo íntimo del chofer apelan a la conciencia ciudadana: piden que, si el teléfono es ofrecido en la calle, no sea comprado, y que cualquier información que pueda parecer trivial sea comunicada de inmediato a las autoridades.