La crisis carcelaria en el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) se vincula mayormente al hacinamiento producto de la sobrepoblación de internos. La Unidad Penal 3 de San Nicolás es un caso testigo de ello: en octubre la tasa de sobrepoblación fue de 170%, de acuerdo con los datos que publica la Comisión Provincial de la Memoria (CPM). En efecto, en el establecimiento que tiene cupo para alojar a 358 personas hubo alojadas en el mes pasado un total de 974 personas, 954 varones y 20 mujeres.
De ese total, el 40 por ciento aún no tiene condena firme de la Justicia. De los 954 varones alojados, 568 están con carácter de condenado, mientras que hay 378 procesados con prisión preventiva y 8 internos sin prisión preventiva. De las 20 mujeres privadas de la libertad en la UP3 San Nicolás, solo 8 tienen condena.
El escenario es todavía más crítico cuando se toma el total de las cárceles del SPB. De acuerdo a los registros de octubre, en todo el sistema hay 62.711 personas privadas de la libertad, lo que arroja una tasa de sobrepoblación del 117%. Del total de internos, el 48% no tiene sentencia firme.
El panorama del sistema carcelario en la provincia de Buenos Aires se encuentra bajo presión desde hace ya varios años. El número de personas privadas de la libertad sigue creciendo en forma continua, aun cuando hace años no hay lugar para alojar a más personas. La ecuación es simple: entran más personas de las que salen. El dictado de la prisión preventiva como regla extendida es uno de los puntos que explica el aumento constante de la población detenida. La mitad de las personas a las que se les abre una causa quedan con prisión preventiva.
La sobrepoblación no es solo una cifra fría. Impacta de lleno en las condiciones de vida: celdas abarrotadas, falta de acceso regular a la comida, restricciones para recibir atención médica o acceder a estudios y trabajos.
Ante este escenario, trasladar presos de un lugar a otro, construir más cárceles o habilitar más camas no son soluciones reales. Son apenas maniobras para aliviar momentáneamente una presión que seguirá creciendo si no se modifica la lógica de encarcelamiento masivo.




