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Superman y las ideologías

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Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER

Reaparece Superman, y con él numerosas interpretaciones 

Luego de estrenarse “El hombre de acero” (2013), en un no tan lejano 2016, distante en el tiempo parecía haber quedado aquello de hacer una lectura simbólica o ideológica de los superhéroes. Tres años después “Batman vs Superman” fue una mega producción pochoclera de alto presupuesto que buscaba reinstalar el subgénero de los superhéroes surgidos del comic, con la clara intención de desarrollar personajes que pudieran seguir su propio camino en cine, generando más películas, precuelas y continuaciones. Y más ganancias. Y a contramano de la crítica, tanto en Estados Unidos como en Argentina tuvo récord de taquilla para lo que fue ese año.

Por entonces se mostraba a un Superman al que le faltaba desarrollo como personaje pero al que querían presentarlo como una figura mesiánica, como una especie de Cristo posmoderno. Y las resistencias que ello provocó en una población que lo miraba con desconfianza.

El personaje principal ha tenido a cargo de ese rol a actores que, por motivos diversos, serán inolvidables. Desde Christopher Reeve a Henry Cavill como Superman, hacen difícil competir con ellos en cuanto a popularidad. Ninguno fue un gran actor. Pero una sugestiva imagen de ambos para el papel parece haber justificado sus protagónicos.

Esta vez Metrópolis, la ciudad que alberga el mundo Superman, es una versión gótica de New York City, atacada a diestra y siniestra por monstruos cibernéticos guiados por AI que en sociedad con un joven Lex Luthor, será quien buscará, una vez más, entre artificios y especulaciones varias, adueñarse de una buena parte del mundo. 

“Superman” cuenta con un Clark Kent que ya convive con Lois Lane, en una cotidianeidad inédita y reveladora. Y la “presentación” de Linterna Verde, Hawkgirl y Mr. Terrific, y una breve aparición final de Milly Alcock como una Superchica guarra y punkita, anticipando la película propia, cuya actriz también desalentará a los que recuerden en el mismo papel a la encantadora Melissa Benoist, quien durante seis temporadas subyugó desde la pantalla chica. Mención especial para la decisiva aparición del perrito Krypto, por momentos casi un rol protagónico.

Desde la lejana época en la que en nuestro país se popularizó la versión mejicana del comic, allá por la segunda mitad de los ´60, algunas cuestiones no terminaban de cerrar para sus seguidores. Una, la más prosaica, iba por el lado de la dificultad que tendría Superman a la hora de intimar con alguna chica, toda vez que su anatomía completa, en nuestro universo, estaba constituida de acero. Nunca se aclaró ese punto. Y de la otra, ya tenemos respuesta: lo que antes considerábamos absurdo en cuanto a que Superman pasaba fácilmente a convertirse en el reportero Clark Kent tan sólo por ponerse un par de anteojos, y nadie se daba cuenta, ello sucede por el efecto hipnótico que provoca en las personas el uso de unas gafas especiales. Fin de la polémica.

Algunos puntos para considerar de este reciente estreno. Tengamos presente que el personaje de Superman ya cuenta con una antigüedad considerable. Su primera publicación data de 1938, de la pluma de Jerry Siegel y el pincel de Joe Shuster. Luego vendrían las versiones radiales, televisivas, cinematográficas y teatrales en cantidades significativas. Su aparición coincide con el auge de los totalitarismos europeos, con el inminente comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, y las cavilaciones de los Estados Unidos acerca de su participación, que recién se concretaría en 1941. No por nada algunos de estos superhéroes tienen uniformes que nos recuerdan a la bandera norteamericana -como Wonder Woman-, y que, incluso, participaban en los enfrentamientos bélicos de entonces, como el “Capitán América”. Y, también, habrá sido por eso que Superman repetía, como una letanía nacionalista, “Paz, justicia y el estilo de vida americano”.

La mención viene a cuento porque en este “Superman” nos enteraremos de algo terrible, que no conviene adelantar. Y ello sucede cuando acerca del personaje principal creíamos saberlo todo, desde su nacimiento en el desaparecido planeta Kryptón, sus padres adoptivos en Smallville -en la Tierra-, su adolescencia como el tímido Clark Kent y su primera juventud ya manifestándose como un superhéroe justiciero destinado a salvar el mundo con sus superpoderes. Y con una letra “s” gigante enseñoreada en su pecho de la que ya sabemos que no es la inicial de “Superman” sino el símbolo de la esperanza. 

El pensador y semiótico italiano Umberto Eco, el hombre que lo sabía todo, sucumbió fascinado al atractivo filosófico del personaje, y en “Apocalípticos e integrados” planteó el debate acerca de su sustrato mitológico en la cultura de masas, mostrándolo como un personaje inmutable y reconocible impulsado por su afán de salvar a la humanidad, siendo así un héroe con finalidad social que en un presente continuo encarna la superación de las adversidades. Y el escritor y psicólogo Larry Niven desarrolló sus preocupaciones sobre una virtual relación sexual entre Superman y su novia Lois Lane. Algo que ya ocurrió, pero que no imaginamos cómo. Dicho lo cual conviene destacar que en la India, por ejemplo, se censuraron algunas escenas en las que ambos personajes se besaban. Insólito.

Lo que no debiera sorprender es la ideologización de la historia y argumento de la presente versión. En su origen, el contenido conceptual estuvo teñido del desaliento existencial que provocara la Gran Depresión, especialmente en sus autores, de explícitas tendencias de izquierda, mostrando a un Superman preocupado por problemáticas sociales, confrontando con empresarios y políticos corruptos, aunque el modelo inicial de sus autores haya estado cerca de lo que conocimos como Hércules y Sansón. Y, considerando sus creencias religiosas inspiradas en el judaísmo, algunos intelectuales sugirieron que el Hombre de Acero era una especie de Moisés. Incluso su nombre original, Kal-El, se aproximaría al idioma hebreo, pudiendo significar la “voz de Dios”.

No puede soslayarse que acerca de esta novedad cinematográfica se ha afirmado que es una especie de metáfora que aborda la circunstancia actual de los Estados Unidos, haciendo referencia a un supuesto racismo oficial y a una política contraria al numeroso porcentaje de inmigrantes con que cuenta dicho país. Cada uno pude sacar sus propias conclusiones. Algunas interpretaciones, más extremas, creen ver en el filme un sesgo antisemita. Consideremos que todo gira alrededor de un país aliado y apoyado por Norteamérica, invadiendo un territorio vecino con justificaciones para nada convincentes. De ahí a pensar que es un filme pro palestino parece mucho.

Lo cierto es que “Superman”, un indiscutible objeto cultural, no pierde el tiempo en hacer recapitulaciones de la historia central del personaje. Asume que si la vas a ver es porque se conocen los detalles básicos como para no perderte nada de su trama, y disfrutar de un par de horas a pura acción con tu superhéroe favorito. Si esa es la búsqueda, esta película no te va a defraudar. Y, atención, no te vayas antes de que acaben los créditos, que hay un par de escenas finales. Y que no pase desapercibida la canción del epílogo, “Punkrocker”, en la voz de Iggy Pop, esa que dice que preocuparte por los demás, y hacerlo convencido, es lo más punk que podamos encontrar.

FICHA TÉCNICA

“Superman” (EE. UU., 2025)

Dirección: James Gunn

Con David Corenswet, Rachel Brosnahan y Nicholas Hoult

Género: Aventuras, acción – Duración: 129’ 

Calificación: Buena

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