La caída del salario y del empleo registrado dejó una marca profunda en estos casi dos años de gestión, con indicadores laborales que muestran un deterioro persistente. Al golpe inicial de la devaluación y la pérdida del poder adquisitivo se suman ahora datos estructurales que confirman que el mercado de trabajo atraviesa uno de los retrocesos más severos desde la salida de la Convertibilidad.
Según un informe del Centro de Investigación y Formación de la CTA (Cifra-CTA), el salario mínimo perdió 35,2% de su poder de compra desde diciembre de 2023, cuando asumió Javier Milei. Para recuperar el nivel de compra de fines de 2015 debería ubicarse en torno a los 760.000 pesos, muy por encima de los 322.200 fijados para octubre. Las reuniones del Consejo del Salario concluyeron sin acuerdo y la Secretaría de Trabajo terminó imponiendo aumentos nominales alineados con la postura empresarial. “En octubre de 2025, el salario mínimo fue 45,6% más bajo en términos reales que en noviembre de 2019 y 58,4% menor que en noviembre de 2015”, subrayó Cifra.
Un derrumbe histórico del salario mínimo
La caída del ingreso básico también alteró su relación tradicional con el salario promedio del sector privado registrado: hoy representa menos de una quinta parte de ese valor, un nivel comparable al de la crisis de la Convertibilidad. Según Cifra, el salario mínimo actual incluso se ubica por debajo del registrado en la mayor parte de los años 90, cuando prácticamente había dejado de cumplir su función como herramienta redistributiva.
La comparación regional confirma el retroceso: de acuerdo con estimaciones del Celag, Argentina tiene hoy el salario mínimo más bajo de América Latina, alrededor de 225 dólares, lejos de Costa Rica, Uruguay o Chile.
El deterioro se vuelve más evidente frente al costo de vida: en octubre, una familia necesitó casi cuatro salarios mínimos para no caer bajo la línea de pobreza, situada en torno a 1,2 millones de pesos.
Empleo formal en caída e informalidad en máximos
La contracción del ingreso se combina con un mercado laboral cada vez más precario. La informalidad alcanzó su nivel más alto en 17 años, con picos superiores al 50% en el NOA, NEA y Cuyo, según datos del Instituto Argentina Grande. Para muchas empresas del interior, golpeadas por la baja demanda y los costos crecientes, la informalidad se volvió un mecanismo de supervivencia, aunque profundiza un círculo de salarios bajos, menor consumo y debilitamiento del tejido productivo.
El derrumbe se amplía: menos empleo, menos empresas
Los datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) agravan el diagnóstico. Entre noviembre de 2023 y agosto de 2025 se perdieron 276.624 empleos registrados, una caída del 2,81% que equivale a más de 432 puestos formales menos por día.
Los sectores más afectados fueron Administración pública, defensa y seguridad social (-86.982), Construcción (-76.292), Servicios de transporte y almacenamiento (-59.838) e Industria manufacturera (-55.941). En términos porcentuales, la Construcción lidera la caída con un desplome del 16%.
El CEPA también relevó el cierre de 19.164 empresas con personal registrado en el mismo período, casi 30 PyMEs por día. Transporte y almacenamiento encabeza la lista (-4.685), seguido por Comercio (-3.510), Servicios inmobiliarios (-2.952), Servicios profesionales y técnicos (-2.053), Industria (-1.974) y Construcción (-1.790). Más del 99,6% de las firmas cerradas pertenecían al universo PyME.
Desempleo en alza
A la caída salarial y al cierre de empresas se suma un aumento del desempleo. El INDEC informó que la desocupación llegó al 7,6% en el segundo trimestre, afectando a 1,7 millones de personas. Aunque levemente inferior al récord del 7,9% del trimestre previo, sigue muy por encima del 6,4% de fines de 2024. Entre las mujeres alcanza el 8,5% y entre los varones el 6,8%.
Un cuadro sin precedentes recientes
La combinación de derrumbe del salario real, pérdida de empleo registrado, aumento de la informalidad y cierre masivo de empresas conforma un escenario que, según los centros de estudio, no encuentra antecedentes cercanos por su magnitud y simultaneidad. La contracción económica bajo el programa libertario no solo reconfigura el mapa laboral, sino que profundiza desigualdades estructurales que arrastra el país desde hace más de una década.




