Por Ernesto Edwards/Filósofo y periodista @FILOROCKER
Figura indiscutida del pensamiento renacentista, Maquiavelo tiene un enfoque que lo vincula con el rock
A poco de recordarse un nuevo aniversario de su desaparición física, el 21 de junio de 1527, y a seiscientos diez años exactos de la redacción de su incomparable tratado filosófico – político “El Príncipe”, finalmente publicado de manera póstuma en Roma en 1531, sin dudas que uno de los pensadores más fascinantes del Renacimiento italiano fue Nicolás Maquiavelo (Niccolò di Bernardo dei Macchiavelli, Firenze, 1527), permanentemente abordado y consultado desde la Filosofía, la Historia, la Ciencia Política y las Letras. Su dimensión y su trascendencia son siempre difíciles de mensurar, quizás porque todo elogio es poco ante tanta claridad a la hora de anticipar el mundo que vendría y de establecer cuál era la estrategia más efectiva para conquistar el poder, y conservarlo.
Respecto de su prestigio, accedimos a él a partir de libros y de objetos culturales de toda índole. A veces en tono de admiración y otras en clave de reprobación por un supuesto relativismo moral que se le atribuye a este escritor, diplomático, funcionario y destacado filósofo político, que naciera de padre abogado en una familia de extraordinaria cultura y origen nobiliario, pero de escasa riqueza patrimonial.
Contemporáneo del talentoso artista Leonardo Da Vinci, del esplendoroso gobernante florentino Lorenzo de Médici y también del extremista clérigo Girolamo Savonarola, al primero admirándolo, al otro asesorándolo y al tercero despreciándolo y tildándolo de malogrado profeta. También debió alternar con el peligroso pontífice español Alejandro VI y con su hijo, el cardenal César Borgia, personaje de fondo en la que sería su obra fundamental, la ya citada “El Príncipe”.
De Maquiavelo aprendimos que “Es mejor ganar la confianza de la gente que confiar en la fuerza”. También buscamos vanamente la cita textual “El fin justifica los medios”. Y además nos enseñó que aquel que piense que los favores harán que los grandes personajes olviden las ofensas anteriores, se engaña a sí mismo. Como sea, cada vez que hemos visitado Firenze, en la bella Toscana italiana, hemos sentido la fuerte atracción por rendirle homenaje en la Galería de los Uffizi a este intelectual sin par.
Como siempre viene sucediendo, a un Papa le sucede otro, y será con Julio II que nuestro filósofo establecerá una semejanza entre una cuestión que hoy nos convoca: la Fortuna, haciéndolo con las mujeres, concluyendo que el osado, y no así el cauteloso, es el que logrará conquistar a ambas.
Deberíamos reflexionar acerca de los motivos de por qué cuando un proceso determinado concluye de un modo imprevisto generalmente se excluye como explicación considerada científica y seria aquellos elementos vinculados con la suerte, el azar, la fortuna. Maquiavelo desoye la interpretación providencialista de la Historia, retomando la concepción pagana de la Fortuna, definiéndola como la incertidumbre que acompaña a la vida política, fruto de sus circunstancias. Que, como sabemos, son aleatorias. Y porque muchas veces no logramos identificar las causas, en ocasiones complejas, no lineales, y por tanto, impredictibles.
Para la doxa, un fenómeno inentendible se lo atribuiremos a la suerte. Pero después de Maquiavelo, la Epistemología admitió la incertidumbre y el azar como categorías con entidad propia. Factores que escapan a nuestra voluntad y control. Aunque el destino, según el florentino, gobierna al menos la mitad de nuestras vidas, y que, por tanto, habría que dominar la otra mitad para evitar el naufragio. Tanta importancia le dio al tema que publicó un capítulo completo, el XXV, titulado “Del poder de la fortuna de las cosas humanas y de los medios para oponérsele”.
El azar es abordado de diversas maneras en las letras de rock, dependiendo del enfoque y perspectiva que tenga cada artista o banda. Algunas canciones pueden mencionarlo como algo que determina nuestras vidas, mientras que otras pueden enfatizar la idea de que cada persona tiene el control de su destino y que el azar juega un papel mínimo en nuestras vidas. En general, esta cuestión en las letras de rock es bastante amplio, lo que lo convierte en un tema recurrente.
En “Roll of The Dice” Bruce Springsteen habla sobre la incertidumbre de la vida y de cómo el azar puede cambiar todo de un momento a otro, mientras que “The Game of Love” de Carlos Santana aborda el tema del amor y cómo a veces es un juego de azar en el que no siempre se puede controlar el resultado. En otras ocasiones, ese mismo azar puede ser utilizado como una metáfora para hablar de otros temas, como la suerte, el destino, la fortuna o la casualidad. “Lucky”, de Radiohead, habla sobre cómo a veces las cosas pueden salir bien sin que necesariamente hayamos hecho algo para merecerlo.
También el rock en español tiene su propio listado sobre el tema. En “Un golpe de suerte” Moris relata su necesidad de ella para que su vida miserable mejore un poco. Ni “la casa de empeños guitarras quiere aceptar”. “Suerte” y un Don Osvaldo esperanzado y optimista, en clave de gratitud: “La suerte de encontrarte alguna vez, y sentir que para casi todo hay solución”.
En “Un Ángel para tu Soledad”, los Redondos, con letra del Indio Solari, apela a eso de “la suerte del principiante no puede fallar”, y apuesta por ello. También en “Unos Pocos Peligros Sensatos” nos dirá “Si vos cuidás que tu animal no nos muestre libremente lo que ya sabe del cuento de la muerte… ¡Golpe de suerte!”, y en “Vencedores Vencidos” clama por “Buena suerte y más que suerte, sin alarma”.
“Azar” y Man Ray en la voz de Hilda Lizarazu, para avisar que “En el juego del azar siempre hay una carta sin marcar. No puede predecir mi suerte abrazada a un talismán”.
Con “Suerte!” los de Árbol te relatan una jornada caminada con mal pie: “Hoy no es mi día, ya me enteré. Puedo acostarme y probar después. Algo me avisa mejor volvé, a ver si tengo mejor suerte”. En “Suerte” Guasones narran la historia de un desgraciado: “Pobre flaco en la prisión por un crimen que no cometió… ¡Ay! Los años pasan, y se sienten. ¡Ouh! El pabellón está caliente. ¡Ay! Corriendo atrás viene la muerte. ¡Ay! Qué suerte que tenemos, suerte”.
Con “La Suerte Está Echada” los de Tan Biónica se resignan a un adiós. También Inmigrantes cuentan lo suyo en “Golpe de Suerte”. Y Andrés Calamaro, en tiempos de Los Rodríguez, con “Mala Suerte” refresca una vieja superstición: “Afortunado en el amor, mala suerte en el juego”. También compondría “Buena Suerte y Hasta Luego”, que a modo de irónico deseo a quien lo abandona, le anuncia: “Ella dijo ´que te vaya bien´, y le dije ´buena suerte y hasta luego´, y nunca más la volveré a ver”.
Como cierre de este despliegue musical, la veta anarco – existencialista de Kutxi Romero liderando Mareapara expresar en “Buena muerte” lo siguiente: “¡Suerte! Que tengas buena muerte. Que bostezando sea. Que muera por dolerte”.
Y como bonus track la colombiana Shakira, previo a su actual período plañidero, lastimoso y odiador, cuando era más rockera, escribía y cantaba, al oriental compás de sus caderas: “Suerte que en el Sur hayas nacido, y que burlemos las distancias. Suerte que es haberte conocido, y por ti amar tierras extrañas”.
“Alia jacta est” habría dicho Julio César instantes después de cruzar con sus legiones el Rubicón, anticipándose al final anunciado de una inevitable guerra civil. Sin embargo no todo estaría dicho ni toda la suerte estaría echada. Desconocemos si tenemos un destino, un rumbo predeterminado inexorable y fatal. O si hay una Providencia. Por las dudas, preferimos vivir como si así no fuera, evadir todo determinismo, y hacer como si todo fuese consecuencia de un libre albedrío. Ya que la suerte acostumbra ser imprevisible, por lo menos tratemos de estar preparados y atentos para responder.