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La inteligencia artificial ya se mete en la intimidad: una de cada tres parejas consulta a ChatGPT para resolver conflictos

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El avance de la inteligencia artificial no se detuvo en las aulas ni en las oficinas: ahora también llega al corazón de las relaciones humanas. Cada vez más parejas acuden a herramientas como ChatGPT para resolver discusiones, pedir consejos o intentar entender al otro.

El especialista en tecnologías emergentes Joan Cwaik asegura que un 30% de las parejas ya utiliza IA para tratar temas sentimentales o resolver conflictos. Lo que comenzó como una curiosidad tecnológica se está transformando en una nueva forma de diálogo… con una máquina como mediadora.

Otros estudios refuerzan la tendencia: uno de cada cuatro jóvenes entre 20 y 25 años ha recurrido alguna vez a un chatbot para pedir orientación emocional.


Un “tercero” que no es humano

Cwaik explica que este fenómeno no es exclusivo de las parejas jóvenes ni de las relaciones modernas. “En Estados Unidos, un estudio de Marriage.com reveló que el 44% de los matrimonios ya pidió consejos a la IA sobre su relación. Entre los millennials, el número escala al 65%”, detalla.

Según el experto, muchas parejas ven a la IA como un mediador neutral, alguien —o algo— que no juzga ni reacciona con emociones. Algunas incluso la usan como apoyo en momentos de crisis o como un espejo para entender sus propias emociones antes de hablar con la pareja.

La tendencia también alcanza al mundo de las citas: uno de cada cuatro solteros recurre a inteligencia artificial para mejorar su vida amorosa, y un tercio de los más jóvenes ya interactuó con chatbots en contextos románticos.


Riesgos de tercerizar los sentimientos

Pero no todo es armonía digital. Cwaik advierte que el mayor riesgo es convertir la IA en un atajo emocional. En sus libros El algoritmo y Postecnológicos, plantea que delegar los problemas en una máquina puede “vaciar” la experiencia humana de sus matices.

“Si cada vez que hay una discusión preferimos preguntarle a ChatGPT antes que hablarlo cara a cara, estamos tercerizando la intimidad”, explica. “La IA puede dar un consejo lógico, pero no conoce la historia, el dolor ni lo que no se dice. Y si tomamos decisiones con respuestas genéricas, podemos equivocarnos feo.”

El experto también advierte sobre un fenómeno más sutil: la evasión de responsabilidad emocional. Cuando alguien usa la IA para justificar su conducta o escribir mensajes manipuladores, puede refugiarse en una excusa: ‘No fui yo, fue el chatbot’.


Lo que dice la psicología

Para la psicóloga clínica Violeta Laurenti, el auge de estas consultas digitales refleja algo más profundo: la búsqueda de soluciones rápidas en una sociedad cada vez más automatizada.

“La vida se está simplificando al extremo, y con ella también los vínculos. Pedirle a una IA que gestione un conflicto es depositar nuestra necesidad de resolver en algo que no siente ni comprende el contexto emocional”, señala.

Laurenti sostiene que la verdadera resolución de un conflicto implica un proceso emocional genuino, algo que ningún algoritmo puede reemplazar. “El riesgo es crear vínculos menos auténticos, con respuestas prefabricadas en lugar de emociones reales.”


Amor, algoritmos y el futuro

Para Cwaik, este fenómeno no se va a detener. “Pronto será tan normal pedirle a una IA ayuda para entender una discusión como usar Google Maps para llegar a un lugar”, asegura.

Sin embargo, anticipa también una reacción humana: “Cuanto más algoritmo haya en nuestras vidas, más vamos a valorar lo imperfecto. Una charla sin guion, un perdón sincero, una discusión cara a cara… todo eso será un acto de amor”.

El futuro de las relaciones, dice, será un híbrido entre lo humano y lo digital. La inteligencia artificial podrá sugerir momentos para hablar, detectar patrones tóxicos o proponer ejercicios para reconectar, pero el desafío será no confundir “ayuda” con “reemplazo”.

“La IA puede ser un espejo o una brújula —advierte Cwaik—, pero el trabajo emocional sigue siendo humano. Si dejamos que una máquina haga eso por nosotros, dejamos también de crecer como pareja.”

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