Por su propia idiosincrasia, las experiencias traumáticas pueden dejar una huella muy importante en la vida de una persona. Se trata de algo que se acentúa aún más, en muchas ocasiones, cuando hablamos de traumas sufridos a una edad temprana, en la infancia o la adolescencia.
Se calcula que mil millones de niños y niñas en todo el planeta experimentaron algún tipo de violencia o de negligencia en 2021, desde abusos sexuales hasta maltratos físicos o emocionales. Se trata de un riesgo importante para la salud física y mental de los menores, y que está comprobado que recorta su esperanza de vida.
Ante esta severa experiencia, hay distintos métodos o tratamientos, de distinta índole. Entre ellos, parece ser que un estudio pionero reciente arroja algo de luz sobre un método que podría ayudar a superar experiencias traumáticas.
Se trata de un estudio internacional que aporta por primera vez evidencia científica de que realizar una intervención con meditación de tipo mindfulness comporta beneficios en adolescentes que hayan sufrido experiencias traumáticas. Se trata de un método que se debería complementar combinado con actividades de expresión artística y terapia psicológica para trauma.
El trabajo ha estado publicado en abierto en la revista Scientific Reports, bajo el nombre Epigenetic impact of a 1-week intensive multimodal group program for adolescents with multiple adverse childhood experiences. Lo recoge la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que ha participado en dicho estudio.
Las conclusiones demuestran que esta aproximación da lugar a cambios epigenéticos en vías biológicas sensibles al trauma que se relacionan con una disminución importante de síntomas de estrés postraumático, según detalla la UOC. Se trata de resultados que podrían representar una vía para interrumpir ciclos intergeneracionales de sufrimiento, teniendo en cuenta el riesgo de transmisión intergeneracional de comportamientos de maltrato y abuso.
«Nuestro estudio proporciona evidencia científica por primera vez de que este tipo de intervenciones funcionan», dice la autora principal del estudio, Perla Kaliman, profesora colaboradora de la UOC e investigadora del Center for Healthy Minds. «Esperamos que nuestros resultados ayuden a promover políticas de salud públicas dirigidas a reducir el sufrimiento de los menores, así como los factores de riesgo para su salud», añade.
Sufrir violencia o negligencia durante la infancia y adolescencia se asocia a adquirir marcas en el ámbito epigenético. Los menores que experimentan cuatro o más de este tipo de eventos tienen un riesgo incrementado de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, cardiopatías, obesidad, cáncer, enfermedades respiratorias y mentales, además de ser más propensos al consumo de alcohol y de drogas, detalla la Universitat Oberta de Catalunya en su artículo.
Yoga, meditación y arte
En el estudio se reclutaron 44 niñas de entre 13 y 16 años. Se trata de menores que habían padecido cuatro o más eventos adversos y que se encontraban viviendo en centros para menores. Antes y después del estudio se tomó muestras de saliva a las jóvenes. El objetivo era aislar el ADN para realizar estudios epigenéticos.
Los participantes del estudio se dividieron en dos grupos. En uno se siguió su actividad con normalidad, mientras en otro se participó durante una semana en un programa de terapia multimodal.
En este proceso se realizaban treinta minutos de yoga, prácticas de meditación mindfulness guiadas y actividades de expresión artística. En los últimos dos días también se realizaron sesiones grupales del tratamiento psicológico EMDR, de desensibilización y reprocesamiento de la experiencia traumática.
El nuevo estudio han comprobado que se producen cambios epigenéticos en algunos genes implicados en los efectos del trauma, como la vulnerabilidad al estrés, las respuestas inflamatorias o la tendencia a comportamientos de riesgo. Encontraron de este modo cientos de cambios epigenéticos asociados a la mejora de la salud mental como respuesta al programa.
«Y esos beneficios se han mantenido al menos dos meses después de terminar el programa», sostiene Kaliman. Esta reducción del estrés a través de la meditación y de las actividades artísticas conlleva una cascada de neurotransmisores y hormonas, según la responsable, que actúan en el cerebro y modifican la expresión génica y epigenética.
Según los responsables, estos programas pueden ayudar a regular las emociones de forma más efectiva. También pueden ser una buena herramienta para fomentar la resiliencia en personas afectadas por un trauma durante la infancia.